Habían pasado algunas semanas desde que había reencarnado. Los primeros días fueron totalmente frustrantes. Hasta cierto punto comprendí y acepté que había reencarnado, sin embargo, no podía asimilar ni mucho menos aceptar el hecho de que había nacido como una niña. Era algo totalmente descabellado para mí y confuso.
¿Este es una especie de castigo o confusión de la entidad que me hizo reencarnar? No lo sabía y me era difícil entender cómo sucedió esto. Aunque pasé muchas noches pensando de qué forma podría solucionar esto, fue inútil. No había nada que pudiera hacer, puesto que esto era terreno divino, no es algo que un ser humano pueda manipular o cambiar.
Aún así, espero no toparme nunca con esa deidad, porque definitivamente le daré una buena patada en su divino trasero. Es un pensamiento tonto e infantil, pero al menos me calma.
Ahora me encontraba siendo sostenida por una joven mujer, quien me estaba alimentando con un biberón. De alguna manera podía entender el idioma, lo cual me facilitaba entender mejor lo que sucedía a mi alrededor.
Según las conversaciones que hacían algunas sirvientas cuando me alimentaban, este lugar era el ducado Ashton, perteneciente al Imperio Solaris. Al parecer había nacido en una familia poderosa, dado que el ducado Ashton formaba parte de los 3 ducados fundadores del Imperio. Supongo que tendré una vida de lujo y comodidades, lo disfrutaría mucho si no fuera porque... ¡¡¡nací como una niña!!
Según las novelas e historias que leí en mi mundo sobre estos sucesos, las mujeres de las familias aristocráticas están destinadas a casarme con quien su familia escoge, un matrimonio arreglado para fortalecer sus posiciones. Definitivamente no haré eso, casarme... tener una relación con un hombre y... dios... hacer "eso" para luego embarazarme y tener un hijo... ¡¡No!! ¡¡Ahhh!! De solo pensarlo mi mente se funde, no puedo detener los pensamientos de lo que podría ser mi futuro y sin poder evitarlo empiezo a llorar fuertemente.
La sirvienta retira el biberón y lo coloca a un costado, para luego intentar calmarme mientras me mece de un lado a otro suavemente, arrullándome. Sin embargo, es poco lo que puede hacer para que mi mente se calme, aún si me siento un poco mal al ver su expresión nerviosa y algo asustada, no puedo evitar que mi cuerpo reaccione de esta forma ante la incertidumbre que será mi vida en este mundo.
La sirvienta seguía intentando calmarme, pero mi llanto continuó por algunos minutos. Algunas sirvientas que me escucharon llorar acudieron a mí e hicieron de todo para intentar apaciguarme. Desde cantarme canciones de cuna, mostrarte peluches lindos y artículos similares. Nada de eso me era interesante, si esto era un mal sueño, quería despertar, no obstante, eso ya habría sucedido si ese fuera el caso.
Poco después de la llegada de las otras sirvientas, vi entrar a la mujer hermosa que vi por primera vez al abrir los ojos. Su nombre era Amelia y es la mujer que me dio a luz, era difícil la idea de aceptarla como madre, dado que, al tener los recuerdos de mi vida pasada, yo ya tengo una madre.
—¿Qué esta sucediendo? —preguntó con su cálida voz.
Las sirvientas se miraron nerviosas entre sí y la que me estaba sosteniendo, habló.
—N-no lo sé, duquesa. La estaba alimentando y empezó a llorar sin motivo aparente —respondió nerviosa mientras la duquesa se acercaba.
Al acercarse totalmente, me tomó en sus brazos y me acercó a su pecho, oír los latidos de su corazón y su voz arrulladora hizo que me calmara.
—Es usted increíble duquesa, la calmó en un instante —dijo una de las criadas.
—Desde luego que es así, tonta. La duquesa es la madre de lady Charlotte —reprendió otra sirvienta a la que había hablado antes.
—Ustedes vayan a la cocina, yo me quedaré con ella un rato —expresó con una sonrisa.
—Como ordene, duquesa —respondieron al unísono haciendo una reverencia y luego se retiraron.
—¿Por qué estabas llorando? ¿Puede que no te guste beber del biberón ahora? Mamá puede alimentarte ahora que no te gusta —dijo tras sentarse y empezar a quitarse unos pasadores superiores de su vestido a lo que rápidamente emití sonidos de queja, dando a entender mi negativa.
¡Soy un adulto! Puede que ahora sea una bebé, pero eso no quita mi percepción adulta, no puedo beber de su pecho sin que me invada una sensación incómoda. Sé que ahora que soy una bebé eso no debería importarme, pero no puedo hacer nada al respecto... yo... no debo sucumbir...
Esos eran mis pensamientos, sin embargo, aquí estaba alimentándome de su pecho. ¡Malditos instintos de bebé! ¡Ya había dejado de hacerlo durante unas semanas y ahora estoy aquí otra vez!
—Toma todo lo que quieras, me sentía triste cuando no quisiste hacerlo, ¿sabes? Si la situación persistía, le hubiera pedido a tu padre que llamara a un sacerdote —expresó determinada.
Un sacerdote, una persona que había entregado su vida a Dios y por consiguiente podía usar poderes divinos. Sería algo interesante presenciar dichos poderes. ¿Serán personas como lo era yo en mi vida pasada? ¿Estos sacerdotes, ayudarán a todas las personas que acuden a ellos y se desvivirán por solucionar sus problemas tal y como yo lo hacía antes de morir? El pensar en ello, me resultaba amargo.
No quería pensar más sobre ello, así que me concentré en la voz de la duquesa y tras alimentarme unos minutos más, el sueño me invadió y caí dormida con la idea de que mi vida en este mundo sería totalmente diferente, pero de alguna haría que todo esté bajo mi control.
[Algunos años después]
Me encontraba sentada en un pequeño sofá acolchonado, algo que hicieron específicamente para mí, para no sentirme incomoda por estar sentada durante muchas horas mientras permanecía en la biblioteca.
Habían pasado algún tiempo y pronto cumpliría los 5 años. Debo decir que poder moverme libremente y caminar a donde quiera era más placentero de lo que recordaba. Fue un tormento haber sido un bebé, ¿no podía el dios de este mundo, reencarnarme en una persona adulta? Definitivamente no quiero volver a pasar por lo mismo.
Editado: 07.09.2024