Reencuentro (edición y actualización)

CAPÍTULO VIII

Al parecer, desahogarse le sentó mal, pues se pasó de tragos, de tal manera que casi no podía caminar, por suerte el chofer aún esperaba en el auto.

Llegamos, por un momento casi me di por vencida hasta el punto de pensar que podía dejarlo a cargo de algún empleado, pero sabía que él no haría algo así si fuera al contario.

Me tomé la libertad de buscar en su billetera la tarjeta de acceso a su habitación, por suerte la encontré, en ella estaba inscrito el número, lo cual me dio a entender que tendría que ir hasta el piso más alto; era casi media noche, por lo cual no había nadie, ni siquiera en el ascensor, todo un alivio para mí.

Una vez dentro del cuarto, lo arrastré hasta la cama y le quité los zapatos para que estuviera más cómodo. En este punto no entendía por qué estaba haciendo esto por un desconocido.

Esa noche no llevé mi celular porque no pensé que pasaría tanto tiempo por fuera, me senté en la cama a un lado de él a pensar si debía quedarme, luego recordé todo lo que habíamos hablado y no pude evitar sentirme mal por él. Cuando lo conocí esa tarde pensé que, por su porte y elegancia podría ser un hombre casado, además de que es un tanto guapo y varonil, a simple vista era un buen partido.

Me sentía un poco mareada, aunque no había bebido mucho. A pesar de ser un cuarto de hotel, era bastante grande, con una mini sala e incluso una terraza. Era una de las mejores habitaciones sino la mejor.

Me acerqué al sofá más grande y me senté, desabroché mis sandalias y me recosté, al poco tiempo me dormí.

En la mañana no recordaba lo que había sucedido hasta que repasé el lugar. Dirigí mi vista en dirección a la cama de Noah, no estaba. Me levanté, estaba completamente sola. En un reloj de pared vi que eran casi las diez, me puse mis zapatos y cuando me disponía a ir hacia la puerta para irme, llega él con una señorita que traía el desayuno.

-¡Qué bueno que ya despertaste! Tuve que salir temprano, pero vengo a ver como amaneciste.

-Bien, gracias por preguntar- dije mientras rápidamente intenté disimular la cara de dormida que sabía, podría tener en ese momento.

-Supongo que no avisaste en casa que dormirías fuera, hace un momento vino una chica preguntando por ti.

-¿Qué le dijiste?

-La verdad, que habías dormido conmigo y otras… cosillas- su sonrisa era maliciosa al momento de decir eso.

-¡Pero yo no dormí contigo! - me sentí algo ofendida por lo que acababa de decir.

-Te auto invitaste a mi habitación, básicamente es lo mismo.

No podía decir que estaba equivocado, pero creo que eso no sonó muy bien. Y por lo menos tenía en mi conciencia el hecho de que nada había ocurrido esa noche.

-Lo hice para “cuidar” de ti, supongo.

-Apenas nos conocemos y ¿ya quieres cuidar de mí? ¡Qué linda eres! -parecía entusiasmado, pero a la vez sentía que estaba siendo sarcástico conmigo-. Por cierto, ¿Te has dado cuenta de que aún no me has dicho tu nombre? Lo supe por tu amiga.

-Tampoco preguntaste.

-Buen punto. Ahora no es momento para que te preocupes, primero come algo, Julia. Ah y tu amiga te espera abajo, le dije que vendría a ver si ya habías despertado.

-¿Ya te vas?

-¿Quieres que te acompañe? -sonrió coquetamente.

-Es que de paso podrías decirle a mi amiga que suba por mí.

-¿Crees que mi habitación es una sala de charlas? -su expresión cambió, como si le disgustara.

Esperé en silencio unos segundos, mirándolo con expresión infantil hasta que se decidiera por una respuesta.

-Ahora le digo- dijo con resignación.

-Gracias -sonreí-. Tengo una pregunta.

-Dime -su semblante seguía igual, parecía impacientarse.

-¿Cómo es que estás tan bien, después de tu borrachera de anoche?

-Pues… -me miró con los ojos entrecerrados como pensando si decirme o no-. Esas cosas no se preguntan. Es un secreto.

-Está bien, como quieras. Nos vemos luego.

Al escuchar mis palabras sonrió nuevamente y se fue, me moría de hambre así que corrí a la charola, había un par de waffles con crema, fresas y salsa de chocolate, trozos de kiwi y un café negro. Parecía como si conociera lo que normalmente desayuno, luego pensé que Melania pudo haberle dicho todo esto, así esto tendría mucho sentido. Pasaron unos minutos hasta que tocaron la puerta, Meli llegó diciendo que tuvo que esperar dos veces el ascensor por cuestión de las personas que se encontró y que no le apetecía cruzar palabras con ellas.

-Le dijiste que desayuno esto, ¿verdad?

-Él fue quien preguntó. Además, esa no es forma de saludar- por su tono de voz parecía indignada.

-Es cierto, lo siento. Y supongo que tengo que agradecerle toda su amabilidad cuando lo vea de nuevo.

-Deberías llamarlo, te hará bien volver a salir.

-Tal vez lo haga- su voz me hizo pensar que estaba más emocionada que yo.




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