El objetivo era viajar a Boston con Tom y Rachel, sin embargo, Mady aconsejó hacerlo sola con Tom. Ella sabe que amo las convenciones de leyes, y es raro que haya alguna, y que no podía perderme esta celebrada en Harvard.
Quise traer a Rachel conmigo, pero no estaba segura y a Mady le pareció buena idea dejarla con ella. Ella cree que a Rachel le hará bien distanciarse de mí durante un fin de semana.
Rachel tiene miedo de que la abandone y tuve que repetirle muchas veces que no sería así y hablaríamos. Al final comprendió que era asunto de trabajo y se quedó más contenta luego de prometerle llevarla a conocer mi amado pueblo, a mi familia y que pasaríamos juntas por la playa.
Madeleine me dijo que Rachel logró abrirse un poco tras contar que no le agradaba su abuela y que gritar conmigo la ayudó mucho. Está determinada a enfrentar sus miedos y combatir las pesadillas. Es una niña fuerte y valiente que saldrá adelante.
Lo bueno es que se entiende con Magnolia y me parece bien que se relacione con ella.
—¿Estás preocupada por Rachel? —pregunta Tom, mientras salimos de la segunda charla dada por un abogado veterano de Harvard. Un abogado criminalista que hizo historia al condenar a un asesino serial que era casi imposible de condenar debido a que no había suficientes pruebas y sin testigos, mas él lo hizo.
—Sí. Madeleine me dijo que me avisaría si algo sucedía. Por ahora está bien. El problema de Rachel es en las noches cuando duerme.
—Entonces deja de preocuparte por ella, o al menos guarda esa preocupación para la noche.
—Tienes razón. Lo siento.
Tom toma mi mano con discreción y musita.
—No tienes que disculparte. Rachel es como tu hija y no ha tenido una vida fácil. A pesar de eso, no sirve de nada que estés aquí preocupada. En especial porque tú si prestaste atención a la conferencia, yo no.
—Me pareció interesante.
—Yo no me podía concentrar teniéndote a mi lado y deseando besarte.
Tom se muere por estar conmigo y yo también. Cada vez que lo tengo cerca siento como mis hormonas traidoras se descontrolan y es peor cuando me besa, ahí siento que me quemo por dentro.
Solía pensar que hay que enamorar a los hombres antes de acostarte con ellos, así estamos segura que no es solo sexo, hasta que crecí y comprendí que un hombre puede enamorarse de ti en una semana o tomarle meses o nunca llegar a amarte y aun así hacerte creer que sí.
Mady empezó a salir con un chico durante su primero año en la Universidad, pasaron seis meses hasta que accedió a acostarse con él, una semana después, tras dos encuentros sexuales, él la dejó con una excusa estúpida. Con su actual esposo se acostó a la semana de conocerlo, evitando pasar por lo mismo, y hoy están felizmente casados formando una familia.
Mi punto es que los hombres pueden ser impredecibles y si no quiero apresurar las cosas con Tom es que no quiero que nuestra relación se transforme en algo puramente sexual.
No estaría mal perder un poco el control y hacer felices a mis hormonas traidoras, por lo menos hacer una tregua hasta la menstruación.
Me detengo en una puerta que lleva al armario de limpieza, Tom me mira con desconcierto y no dice nada cuando tiro de él al interior, lo acorralo contra la pared y me apodero de su boca.
Tom se sorprende por mi accionar, mas no dura mucho, sus labios me devuelven el beso con la misma intensidad y deseo que me enciende, baja su boca a mi cuello, pasea por este y no digo nada al sentir sus manos en mi trasero, solo falta que me abra la blusa y eso será imposible porque llevo vestido, mas no evita que sus manos levanten mi vestido y acaricie mis piernas. Gimo ante el simple contacto y de repente se detiene.
Abro los ojos y busco su mirada.
—¿Qué?
—Muero por estar contigo… No así y no ahora.
—¿Eres de los que solo tienen sexo en la cama de una habitación?
Ríe negando con la cabeza a la vez que acomoda mi vestido.
—No. Solo quiero que la primera vez sea en una cama.
Enarco una ceja.
—¿Eres virgen? Yo estoy segura de que yo no lo soy… ¿Estoy segura? Sí, lo estoy. Al menos que llevar tanto tiempo sin sexo te haga virgen de nuevo y no creo que sea así, el himen no se regenera.
Tira la cabeza hacia atrás y se echa reír, luego me acorrala contra la pared y me besa con suavidad.
—Me refiero a que nuestra primera vez juntos sea especial, o al menos en la cama donde los dos podamos estar desnudos por completo y explorarnos mutuamente sin prisas y sin temor a que entre alguien en cualquier momento.
Me aparto de él y acomodo mi vestido.
—A mí me da igual si alguien entra y nos ve haciendo algo puramente carnal y normal… Está bien, si así lo quieres. La próxima vez que me vayas a cortar en seco, no pongas las manos en mi trasero haciendo creer que avanzarás.
—Se me fue la mano. Tienes un buen trasero para no entrenarlo.
—Amo mi trasero… ¿Quién dijo que no lo entreno?