Reflejo del corazón

Capítulo 6

Eric

Si la noche anterior creí que Anelli tiene carácter, hoy lo terminé por confirmar tras escucharla hablar por teléfono. Ahora sé que Jefferson es uno de sus jefes y que se le ha insinuado. Me alegra que lo pusiera en su lugar y no se dejara pisotear.

Hay tantas mujeres que soportan lo que sea por un trabajo y que, incluso, se acuestan con sus jefes para ascender de puesto, sin importar perder su dignidad y respeto, olvidándose del amor propio.

Marge me comentó que Anelli es abogada y por la forma de expresarse no me queda dudas de que es buena en su trabajo. Tiene el carácter para enfrentarse a jueces, abogados y clientes complicados. Y por algún motivo, eso hace que me atraiga más de lo que ya lo hace. Llevaba mucho tiempo sin conocer a una mujer hermosa y con carácter.

Las mujeres del pueblo suelen ser muy dóciles y serviciales, no todas, pero las que no lo son ancianas o están casadas. Anelli es una novedad, una hermosa novedad.

Esta mañana solté sin pensar lo de su boca. Tengo deseos probar su boca en todos los sentidos, pero fue incorrecto decirle algo así. Lo último que deseo es que lo malinterprete y lo tome mal.

No sé qué pretende hacer con la casa o en el pueblo, pero hasta saberlo es mejor mantenerme al margen y cerrar la boca, sin importar cuanto me atraigan sus ojos azules, su rostro de muñeca y su cuerpo delicado. No quiero ofenderla y espantarla al punto que venda la casa a cualquier persona y se vaya. Y me preocupa porque si se va, Marge no tendría a donde vivir. Podría quedarse en mi casa, no obstante tampoco deseo que ese lugar se vea invadido por empresarios a los que no les importe el pueblo, el lugar y atraiga gente indeseable.

Provincetown es un lugar chico, bastante turístico, sobre todo para las familias. Los pocos hoteles que hay en el pueblo o a las afueras son reconfortantes y no necesitamos uno lujoso que atraiga turistas alborotadores.

Sacudo la cabeza para dejar de pensar en ello, me levanto del escritorio en el mismo momento que aparece mi madre con una canasta de flores. Por su cara puedo adivinar que ya sabe sobre Anelli y viene con intención de averiguar algo.

Seguro alguien le fue con el chisme a su floristería, algo normal que sucede en el pueblo. Lo más probable es que alguien vio a la recién llegada bajar de mi camioneta cuando la dejé frente a la oficina del abogado y ese alguien esparció el chisme. Y a Julie Miller no se le escapa nada.

Vuelvo a tomar asiento, me inclino hacia atrás con los brazos cruzados reclinando la silla.

—Hola, hijo.

—Mamá, que sorpresa verte por la oficina, sueles pasar cuando papá está y en este momento sabes que no se encuentra.

Ella sonríe.

—¿No puedo venir a ver a mi precioso hijo y traer flores para la oficina?

Pongo los ojos en blanco. Suele traer flores y las deja a la asistente para que se encargue, cuando se queda es porque mi padre está aquí o porque tiene algo que preguntarme o averiguar.

—Ya, dime que has oído y no des vueltas.

Suelta un bufido y toma asiento frente a mí.

—Mary Jane le dijo a Sylvia y esta a Johana, quien luego me dijo a mí…

—Mamá, me mareo con quien le dijo a quién, solo dime que has oído.

—Que una hermosa mujer vestida elegante y usando zapatos de tacón bajó de tu camioneta esta mañana. Johana dijo que la abrazaste o eso le dijo Mary…

—Madre, debes dejar de meterte en chismes—me incorporo y apoyo las manos sobre el escritorio—. La mujer es Anelli Ricci, la sobrina nieta de Katherine, y solo la traje al pueblo porque su auto está en el taller y me quedaba de paso. No la estaba abrazando, solo la ayudaba a bajar de la camioneta. No te hagas ideas románticas.

—Mary Jane dijo que es una mujer muy bella y tú…

—Madre, no te metas en mi vida, te lo he dicho miles de veces. Anelli es una mujer hermosa, es cierto, nada más que no es mi tipo. Es una abogada de Nueva York, quien ha venido a ver el tema de la casa, lo resolverá y regresará a su vida en la gran manzana. Le propuse matrimonio a una mujer de la ciudad y se fue con su amante buscando lujos. No pienso cometer el mismo error.

Se pone de pie.

—Helen no era mujer para ti. Ella odiaba este pueblo y siempre quiso salir de aquí. Aurora no era material de esposa y madre, esa solo quería un hombre que la mantuviera y la sacara de la solteria… Bueno, no me meto en tu vida amorosa o mejor dicho en la falta de ella—pongo los ojos en blanco. Dios, dame paciencia para lidiar con mi madre—. Solo espero que no venda la casa de Katherine. Ella quería mucho esa casa, aunque si se la dejó es porque sabe que no tiene intención de venderla...

—Pues no lo sé porque ella no supo nada de Katherine hasta hace unos días.

—¿De verdad?

—Sí, líos familiares en los que no me voy a meter.

—Bueno, espero que todo se resuelva, sino la pobre de Marge…

—Seguro que sí. Ahora te pido que no digas nada a nadie lo que te conté—me pongo de pie—y hablo en serio.

—Hay cielo yo no esparzo chismes, al menos no los que obtengo de primera mano, solo los que escucho de otras personas y únicamente para saber si son ciertos o no.

Niego con la cabeza. Sé que si le pido a mi madre que guarde un secreto lo hará. La he puesto a prueba para asegurarme de ello y ha pasado. El problema es cuando no le piden que no diga nada, y no hay nada que hacer.

—Debo ir a ver a un cliente. ¿Mi hija?

—Claro, yo regreso a la floristería. Molly se quedó en la tienda ayudando a tu hermana a armar moños. Le dije que la mantuviera lejos de las flores.



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En el texto hay: mujer independiente, drama, padre soltero

Editado: 01.09.2022

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