Reflet

0.14

El suspiro de la muerte estuvo siempre frente a ti, ¿No lo sentiste?

Todos en el pueblo tenían conciencia de la importancia de la feria; grandes juegos, comida grasosa, muchos dulces, y claro, lugares encerrados donde cualquiera podía hacer lo que quisiera. ¿Se entiende la referencia, no?

Independientemente de todo; del trabajo, obligaciones, estudio, todos buscaban participar de la gran zona feriada, aunque fuera para fumarse un cigarrillo mientras veías a los come mocos saltar de la alegría. Pero mi familia no tenía en sus planes participar. Mamá ya no estaba en casa con regularidad por su agitado trabajo, Kayne seguramente iría a cazar sacando excusas. La feria ya no era importante para mi familia. No lo era para mí.

Hasta ese día.

Lamentablemente no fue porque encontrara un billete de veinte dólares camino a la feria, sino porque era el momento para saber de una vez por todas lo que me estaba carcomiendo la cabeza. La carta era la respuesta junto a la persona que se había encargado que llegara a mis manos. Deseché ésta misma en cuanto lo leí. El sobre y su contenido desaparecieron de la faz de la tierra al igual que un chasquido dado por un magnate. No necesitaba que alguien lo viera y se hiciera preguntas que fuesen innecesarias, esto era algo que solo yo debía enfrentar.

Llamé por teléfono a Lila en cuanto leí la carta, no muy específica, pero dando información necesaria diciéndole que las respuestas llegarían, que debíamos vernos en la feria lo más pronto posible. Después de todo, ella era mi soporte en ese momento y aseguró haber encontrado algo que nos sería de ayuda.

Pero el hecho de que ella me acompañara a la feria no dictaba que debía entrar conmigo al lugar citado. Lo menos que quería era meterla en eso, sí iba a hacerlo, sería sola, enfrentarlo sin que ella se entrometiera lo suficiente porque, había comprendido que esto no era simple.

Era un mundo oculto, lleno de sonrisas robadas que permanecían como máscaras dispuestas a no dejar ver la oscuridad de todo.

Además que, aunque habíamos intentado saber quién era el sospechoso sujeto que me enviaba las cajas negras, no lográbamos saber con seguridad quién era. No había ni una sola pista. Y que tuviera la inicial de Aník, no ayudó mucho, me perturbaba.

Justamente salían preguntas en el aire, los signos de interrogación volaban sobre mi cabeza como estrellitas al igual que la gran incógnita de: ¿Quién mierda eran estos tipos?  ¿Qué, realmente, eran?

Así que estaba más que dispuesta a saberlo.

Caminé con apuro de tortuga por el pasillo, hasta que me detuve en la habitación de mi hermano. Una escena que jamás había visto, y que nunca esperaba ver. Sí te preguntas sí estaba teniendo sexo, la respuesta es negativa, siempre había un aviso ante eso, sí tú otra suposición es que se estaba jalando el ganso, nuevamente, la respuesta es no.

Dinero, tenía paquetes llenos de dinero.

— ¿Quieres explicarme qué es esto?—entré a su habitación cerrando la puerta detrás de mí.

Mis ojos viajaron por la cama, observando lo organizado que tenía el dinero y, lo desordenado que estaba el resto de su cuarto. ¿Olía a pizza y calcetín?

—Eh… ¿son billetes verdes?

—Sé lo que son—negué enseguida—. ¿De dónde los sacaste?

—Joder, tenemos dinero en la familia—Se encogió de hombros con algunos dólares en las manos—, no como Aník, pero tenemos.

—Aník…—Ahí estaba la respuesta –. ¿Fue él quien te lo prestó?

Todos sabían que Aník y sus hermanos, y quienes fueran sus familiares, tenían dinero; su casa, la elegancia la educación, lo demostraba, eran adinerados y el uso de su dinero en lujos y cosas modernas fue notorio. Pero el que le prestara a mi hermano, me dejaba desconcertada.

—No me lo prestó.

— ¿Entonces? –Me senté junto a él, se veía relajado pese a mis preguntas—. No me digas que lo robaste…

—Fue un pago, Sherlock.

— ¿Un pago?—Me removí, ahora todo cambiaba. Aun así, era una gran cantidad—. Kayne, no te metas en cosas raras, ellos no me da buena espina. ¿Qué estás haciendo?

— ¡Metete en tus asuntos, Eila!

—Tú eres uno de mis asuntos.

—Ya no—respondió, tomándome de la mano y sacándome de su habitación.

Algo raro sucedía con mi hermano, no sabía por qué razón Aník le pagaría a mi hermano. ¿Eran drogas? ¿Qué podía ser? ¿Qué más?

Al pasar unas horas, finalmente salió y, aunque evadió completamente el tema, salimos de casa. Nos dirigimos a la feria en el centro del pueblo donde pronto, me encontraría con Lila y él, se esfumaría con sus amigos.

No tenía intención de ir a divertirme, lo que quería era tener la respuesta a la gran interrogante que apareció desde que encontré a Aník.

Después de haber revisado meticulosamente varias veces los periódicos marcados que le pertenecían al chico, solo llegué a varias conclusiones, siendo estas tan similares a las iniciales; simplemente había encerrado en un círculo los títulos de las noticias, todas relacionadas de alguna manera. La misma razón de muerte, aunque en varios casos solo era el aviso del funeral de alguien de los pueblos. Los apellidos alrededor no fueron de gran ayuda, bien sabía que millones de personas podían tener ese apellido y no sería de utilidad el directorio de la ciudad.




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