El destino aflige, pero poco dice.
La respuesta estaba, frente a sus ojos reflejada. Y el susurro del viento le recordó que ya no había nada.
— ¿Están todos bien?
La pregunta de Diuk me tomó desprevenida. Su voz ronca y desgastada hizo que solo asintiera en respuesta, sin saber muy bien sí solo nos lo decía a nosotros.
Giré hacia los cristales, donde poco a poco se desvanecían como rayos de luz. Los Espejos, no eran de nuestro mundo y habían traído cosas desconocidas. Lo supe cuando desaparecieron por completo y solo el sonido del metal y gotas de agua resonaron.
—Todo eso…—tragó en seco mi hermano, levantándose poco a poco. Estaba mal. Sus piernas aún flaqueaban, el sudor presente en su camisa y la inseguridad entre sus palabras… Me dejó claro que no había sido fácil para él, lo que vio, lo marcó de por vida—. ¿Qué ha sido…? ¿Todo eso qué ha sido?
Pasé mi mano por su espalda. Aún en el suelo blanco, frío. No sabía lo que él había visto, lo que había vivido. Me pregunté sí quizás había sido similar a mi experiencia, pero el brillo opaco en sus ojos y las marcas de su cuerpo, me dijeron que no había sido así.
—Se enfrentaron a sí mismos—respondió Shenie, quitándose las vendas que, fijándome bien, estaban repletas de sangre. ¿Qué le había ocurrido?—. Todo lo que podía ser usado en tú contra; fuesen miedos, tristezas, episodios de odio, traumas, amores…
—Cualquier cosa, pudo aparecer. Es su poder, algo único que, solo se encuentra pocas veces y que existe en éste lugar. Una trampa, un tesoro para nuestro mundo.
Diuk se levantó con aquella fría presencia. Las manchas negras en sus manos no se removieron. Suspiré el leve aroma a muerte que aún rondaba y esperé, esperé alguna señal de los demás cristales, pero nada llegó.-
»Se enfrentaron a lo que más temían, y era verse a sí mismos en diversas situaciones, fuesen reales o no. Al igual que nosotros, solo que…
—Es como si sintiéramos, como ustedes—Tragué sintiendo mi garganta seca, dándole toda mi atención a los reflejos—, como si todos los sentimientos y emociones de algunos cercanos viviesen dentro de nosotros y se reprodujeran, al punto de permitir que nuestra parte humana crezca, y eso…hay que vencerlo, o sí no, pues…
— ¿Qué? ¿Qué ocurriría?
No pude evitar preguntar. Enseguida me giré hacia el otro cristal, cerrado, casi desvaneciéndose frente a nuestros ojos. Y un reflejo… un solo reflejo… no estaba con nosotros. ¿Acaso Aník no había podido vencerlo? ¿Los sentimientos que había enfrentado, acabaron con él?
Una parte de mí se sintió vacía sin su presencia. Y la gota, muy a mi pesar, calló.
— ¿Dónde está Aník? –preguntó Lila, diciendo en voz alta mi mayor interrogante, mientras observábamos a nuestro alrededor.
Nadie dijo nada.
Sus hermanos, sin una expresión especifica en sus rostros, permanecieron en silencio, indiferentes ante el hecho de que su hermano no estaba con nosotros. Cada parte de mí se estrujó entre la inseguridad e incertidumbre, con aquella pesada tristeza desgarrando mi garganta.
Me negué ante la idea de que, después de todo lo que habíamos pasado, hubiera muerto. No era posible. Yo sentía como nadie y él… él…
Cada queja mental se esfumó en cuanto escuchamos el sonido de una puerta, abriéndose y ésta dejó que una cegadora luz tocase nuestros rostros.
—Tardaron esta vez—pronunció en tono grave un hombre. Su acento era obvio ante cada palabra y el ceño fruncido me hizo estremecerme.
Las dos figuras se interpusieron entre la luz y nosotros y, parpadeando, cerré mis manos. El ardor en mi garganta persistía y me habría negado a irme, sí Shenie no me hubiese dado su mano para levantarme. Una pizca de comprensión paseó por sus ojos, pero nada más.
—No hemos olvidado el ruso—bufó ella, girándose—. ¿O es que acaso estás practicando idiomas, Giralt?
El viento arrasador pellizcó mis mejillas y evité mirar hacia atrás. Tenía que preguntar… saber qué le había sucedido. Sin embargo, los dos hombres nos miraron dudosos, de arriba hacia abajo. Dándonos una señal a todos y ganándose unas palmaditas en la espalda de parte de Diuk, siguieron platicando en ruso cuando la luz bajó y vimos un pasillo. ¿Quiénes eran? ¿Finalmente habíamos llegado? ¿Y Aník…?
Seguimos Diuk sin replicar. Me giré para ver el cristal, pero este ya había desaparecido por completo, al igual que mi ilusión, de que el reflejo apareciese.
Las luces blancas nos rodearon y un par de cuadros, antiguos vanguardistas, reposaban en los murales, completamente limpios. No había una salida, debíamos seguir hasta el final del pasillo, sin saber qué nos esperaba. Aquel aroma a frutas tropicales se envolvió entre la canela y así mismo fue desapareciendo, como si nunca hubiese existido.
Fruncí el ceño, tomando la mano de Lila. No podía negar que estaba desconcertada. ¿Qué podía sucedernos, sí Aník no estaba ahí? ¿Nos consumirían? ¿Seríamos… sus esclavos? Lo que había sido una completa aventura, entre el miedo y gritos, se convirtió en la desesperación de no saber qué ocurría.
Confiaba en Aník, pero él no estaba ahí. Teníamos y permanecíamos rodeados de otros reflejos que sí bien nos habían acompañado, podían haber usado una máscara…
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Editado: 11.07.2020