Regalame tu Sonrisa (libro 2)

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Absolutamente sí

 

 

Maia y yo no dejamos reír ante semejante espectáculo, y encima Adán y su expresión no hacen más que aumentar nuestras risas.

Natalie por su parte se muestra más relajada, aunque roja por las carcajadas que además de las nuestras hay alrededor.

—No puedo creer que le hayas hecho esto —Consigue decir Mai a su amiga señalando al mío.

Retiro los anteojos que llevo puestos para secarme las lágrimas a causa de la risa.

— ¿Van a seguir riéndose por más tiempo o ya podemos entrar? —Dice Dan con su gesto hosco.

Lo miro intentando apartar mi diversión, observando su atuendo.

— ¿Vos te dejarías de reír si fuera yo el disfrazado de manzana? —Expongo conteniendo otra carcajada.

Se mueve resoplando, y el traje a su alrededor de color rojo se bambolea haciéndolo ver más chistoso todavía.

Una manzana. Mi mejor amigo viene vestido como una manzana roja. Nat a su lado, luce un disfraz de abeja que en realidad le sienta muy bien y la hace ver entre atrevida y tierna.

Ella también se ríe y Adán le dirige una mirada furibunda.

—Ja, ja, ja, ja. Ahora entiendo porqué no dijiste nada. —Lo apunto.

—Los dos entendemos, pero, ¿Vos qué hacés así vestida, abejita? —Pregunta Maia.

Nat blanquea sus ojos, alisando el tutú del disfraz.

—Por una apuesta. —Le responde sin mirarla.

— ¿Otra? —Decimos los dos al mismo tiempo.

—Aposté que Adán no cumpliría su parte.

—Y perdió. —Completa él, en tono satisfecho.

—No quería que pasaras vergüenza solito, manzanita. —Revira y Dan hace una mueca. —En fin, vamos a pasarlo bien igualmente, ¿No? —Se aferra a su brazo y le da un beso cariñoso en la cara.

— ¡Sí, claro! Voy a disfrutar como pelotudo de la risa y las caras burlonas de todo el mundo. ¡Mirá! Si hasta me sacan fotos, hijos de... —La mano de Natalie sobre su boca detiene el insulto.

— ¡Basta, vos quisiste apostar, ahora bancatela! —Se le ríe. —Vamos a pasarla bien, es mi cumple, ¿Sí? —Le hace ojitos.

Mi amigo le dedica una mirada estrecha, pero veo la dulzura mezclarse en su gesto.

Para esconder mi risa, atraigo a Maia hacia mí y apoyo mi boca en su cabeza. Su cuerpo se sacude debido a su risa recargada en mi costado, pasando su brazo por mi cintura.

— ¡Bueno, ya! Entremos, o me voy a la mierda como quiero. —Exclama mi amigo y acto seguido se abre paso entre la gente, que como dijo, se ríe y lo miran con burla.

Algunos tipos le palmean en apoyo, y es que no cualquiera cumple de esta forma. Otros le piden una foto, y él solo los mira con cara de culo.

El de seguridad en la puerta nos deja entrar sin problema cuando lo reconoce. También larga una carcajada, pero después recupera su expresión seria y se hace a un lado. Como pasó afuera cuando lo ven, se renuevan las miradas divertidas, los pedidos de fotos (aunque le sacan de todas maneras a pesar de sus negativas) y las risas incredulas.

Adán no se detiene, seguido por Nat agarrada a su mano, que roba más que una mirada lasciva de unos cuantos, y la atención de mujeres que la observan de arriba a abajo.

Los seguimos, y por encima de mi hombro miro a Mai que no deja de sonreír y sacudir la cabeza. Su mano aferrada a la mía, su calidez y su lindura hacen que me sienta orgulloso de tenerla.

Llegamos a la barra que está bastante cargado de gente. Nos hacemos un hueco en un lateral, y como es de esperarse, los que atienden al otro lado miran a nuestros amigos primero con sorpresa y después con sonrisas llenas de gracia.

Una chica se acerca para atendernos haciendo caso a las señales de Dan que la llama. Cada uno le decimos lo que queremos, y empieza a preparar los tragos.

— ¡Soy el payaso de todos estos! —Grita Adán para hacerse oír por encima de la música con gesto molesto.

Miro alrededor sonriendo sin poder evitarlo. Expresiones de extrañeza y diversión nos rodea.

— ¡Dejá de refunfuñar! Vinimos a pasarla bien, además no sos el único que está haciendo el ridículo manzanita. —Repone Nat guiñándole el ojo.

—Yo estoy haciendo el ridículo, vos con ese trajecito causas otra cosas... —Y para mostrar su punto señala a un par de tipos que la observan de arriba a abajo con ganas. — ¡Hoy golpeo a alguien! —Advierte.

Sin embargo todos sonreímos. Bueno, él no tanto.

— ¡Mai, vamos a bailar! De lo contrario otro va a ser golpeado —Bromea Natalie que le da un beso a Adán y agarra la mano de su amiga al mismo tiempo.

Maia alza la cabeza, y me sonríe.

Bajo hacia ella y le susurro al oído:

—No me dejes por mucho tiempo.

A pesar del juegos de luces tenues, noto como se sonroja.

Nos damos a un beso, uno breve que me sabe a poco, y se van.

Las vemos abrirse paso hasta el centro donde empiezan a bailar. Varios tipos voltean a verlas, y experimento los celos cuando veo como lo hacen, aunque intento no se me note.

—Voy a necesitar muchos litros de estos tragos para olvidarme de como estoy vestido —Habla Adán atrayendo mi atención.

Toma un largo trago de su vaso al tiempo que me da el mío. Tomo a mi vez repasando su atuendo.

—Si no fuera porque te estoy viendo, no me lo creería —Hablo cerca de su oído. — ¿Puedo capturar este momento, o también me vas a mandar a la mierda? —Lo provoco, y me rio cuando lo consigo al ver su gesto.

— ¡Te voy a mandar a la mierda con la boca rota! —Nos reímos. —Te juro que ni yo me creo estar así. ¡Nunca más voy a volver a apostar con esa mina! —Dice mirando en dirección a las chicas.

—No te lo creés ni vos, por el brillo que noto cuando la mirás, sé que lo harías de nuevo, manzanita. —Le doy un codazo prestando también atención al centro de la pista.

— ¡No lo repitas delante de ella! Está muy satisfecha consigo misma, mejor no tentarla, no me vaya a hacer disfrazar de pera o banana. —Replica, y lanzo una carcajada. — ¡Gracias a Dios no se le ocurrió una banana! —Abre los ojos con espanto ante eso, y mi risa estalla. — ¡Ya dejá de reírte!




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