Reglas

5

HAYLEY PARKS.

El sonido molesto de un teléfono interrumpió mi sueño, de mala gana me senté en mi cama, mirando a un punto fijo mientras oía a mi hermano hablar, no le preste atención, Aún estaba adormilada.

Restregué mis manos en mis ojos buscando despertarme un poco más, pero, el sonido de la puerta siendo abierta bruscamente me sobresalto y despertó.

Mi corazón latía con mucha velocidad y fuerza, sentía que saldría volando.

  • Escúchame, e intenta no alterarte. – Su voz temblaba, no me consto entender que se vendría una mala, quizá espantosa o pésima, noticia. – Papá… Él tuvo, tuvo un, un accidente… Dijo finalmente soltando el aire que estaba conteniendo, podía ver como temblaba. Sin embargo, solté una risa sin gracia y puse mis ojos en blanco.
  • Deja tus estúpidas bromas, no es nada gracioso.
  • No es una broma, iré a decirle a Connor, llama a un taxi.
  • Bien. – Dije rindiéndome y creyendo en sus palabras, le pregunté cuál era el hospital y llame.

Estábamos cerca, mis manos sudaban, mi labio inferior temblaba en el intento de contener mis sollozos, tenia miedo, estaba cagada, no sabía como estaba él en este momento, lo único que nos dijeron fue que había tenido un accidente automovilístico.

Alexander apretaba sus puños con mucha intensidad, sentía que se rompería su piel de lo tensa que estaba. Y Connor, el solo lloraba con su cabeza apoyada en la ventana.

Llegamos y le pagamos al taxista. Nos dirigimos a la entrada, pero no puedo más, comienzo a correr, y le pregunto en que habitación esta, 66f.

Corro por las escaleras mientras siento como mis ojos arden con mayor intensidad, un gemido de dolor se escapa de mis labios, y siento mis mejillas húmedas. Estaba llorando, no podía, me dolía en el pecho, sabia que el piso F era de cuidados intensivos.

Cuando llego, veo que dentro de la habitación había un médico. Junto a él estaba mi padre, estaba conectado a muchos tubos, cables. Dolía verlo así.

El médico levanto su vista y me encontró observándolos. Salió de la habitación y se encamino hacia mí, al mismo tiempo que las puertas del ascensor se abrían dejando ver a unos preocupados chicos que conocía muy bien.

Llegaron a mi lado y Alexander coloco su mano en mi hombro dando un leve apretón. Y Connor se abrazó a mi brazo en busca de refugio. Él hacia eso cuando estaba asustado de pequeño. Yo solo les dediqué una, forzada, sonrisa. Quería transmitirles calma, decirles que todo estaría bien, pero no podía, sabía que era mentira.

 

  • ¿Ustedes son los familiares de Esteban Wells? – Asentimos. – Bien, el paciente tuvo un accidente, y un camión lo choco del lado del piloto haciendo más duro el golpe. El señor Esteban… Ha entrado en un estado vegetal. – Las lagrimas comenzaron a caer de una forma cruel, lagrima tras otra, era una puta cascada. Me sentía sola, triste, sin ganas de nada.
  • ¿Quiere… Quiere decir que él… Que él está en coma? – Susurre con voz temblorosa. Entrecortada.

Solo recibí un asentimiento y una mirada de lastima, compasión.

Empecé a susurrar una y otra vez; No, no, no, no, no.

Cada bisílabo que salía de mis labios, partidos de tanto morderlos de nervios, se intensificaba más. Estaba gritando, mi garganta ardía como los mil demonios, pero quería olvidar el dolor emocional. Quería callar a mi conciencia. Quería que él despertara.

De la nada siento brazos sujetarme. Comencé a forcejear, pero un ardor se instalo en mi brazo, seguido de caer.

Me habían inyectado algún suero, no podía controlar mi cuerpo, estaba despierta, pero mi cuerpo no. No era dueña de él en estos momentos.

Me llevaron a un cuarto y me recostaron. Mis hermanos estaban a mi lado mirándome con dolor.

Las lágrimas caían de nuestros ojos. Rodando por nuestras mejillas, humedeciendo nuestros labios y cuellos.

 

Hoy era sábado, finalmente. Mi padre seguía en coma, y mis hermanos se quedarían hoy allí.

Yo solo haría lo de siempre tratando de olvidar.

Llega la hora, yo ya estaba lista.

Un vestido ceñido a mi cuerpo de color negro con detalles plateados, era corto, un poco arriba de la mitad del muslo, y tenía escote en v. Muy hermoso.

Unos tacones aguja, negros, que no eran muy altos.

Mi maquillaje consistía en algo muy producido con efecto natural. Base, blosh, broncer, gel para cejas, sombras marrones, iluminador, rímel y labial rojo mate.

Quizá no era tan natural. Y mi pelo, estaba completamente alisado.

El sonido de las ruedas chillar contra el pavimento me hizo saber que ella estaba aquí.

Tome las llaves y dinero y lo guarde debajo del asiento de la moto. Me subí y ella condujo hasta el Hoyo, vaya nombre.

Ella llevaba un vestido dorado, con escote corazón, con brillos. Este le llegaba a la mitad del muslo. Tacones negros altos.

 Su maquillaje era casi igual al mío, solo que sus labios estaban de un tono malva. Y su cabello, tenía ondas naturales.




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