Parada junto a un gran roble que presidia el ritual, la brisa movía los oscuros cabellos, la mirada verde jade estaba clavada en la chica rubia que yacía en medio del círculo de piedras, las tres mujeres poseedoras de la magia, estaban ubicadas cada una, en una punta del triángulo, recitaban el hechizo con solemnidad, ignorando los gritos de agonía.
Sarah gritaba mientras se retorcía, el dolor era colosal, de vez en cuanto las miradas se cruzaban entre las hermanas, con la súplica impresa en los orbes celestes claros, la impotencia ante el sufrimiento de su hermana le partía el alma pero, si quería que ella sobreviviera debía desoír su suplica.
Alejados de las mujeres, los hombres observaban impacientes el desarrollo de los acontecimientos. Todos estaban preocupados, aunque uno de ellos en particular, estaba especialmente atento, rogando que la liberara; por su posición no llegaba a ver el rostro de su amada, sin embargo, por la expresión de Kara, daba por hecho que estaba sufriendo, se maldijo por no poder ayudarla y más se castigaba por haber sido tan idiota y no haberle creído en su momento, de haberlo hecho ella ahora sería su esposa y tendría la autoridad para estar junto a ella y darle su apoyo.
Connor estaba observando a su esposa con la ansiedad, estaba seguro que en cuanto acabaran con el ritual ella liberaría a Deirdre y pondría su existencia en peligro, él se sentía terrible por haberla puesto en la difícil situación de elegir. Aun así le dolió que ella no lo eligiera, eso no evitaba que se sintiera preocupado.
El encantamiento acabo y los gritos de Sarah cesaron pero, lo que quedó atrapado en el círculo no fue la dulce muchacha, sino un ser despreciable y perverso que anhelaba el poder oculto en la joven de cabellos oscuros.
La mirada celeste fue reemplaza por una azul profunda, en los orbes se reflejaba la tempestad, con la sonrisa de lado camino hacia Kara, aunque cuando quiso atravesar el circulo un poder ancestral le envió choques eléctricos, enviándolo nuevamente hasta el centro del círculo, haciendo que enfurezca hasta perder los estribos.
-Maldita zorra –le grito con voz áspera y oscura –en serio piensas que me podrás encerrar aquí
Siguió gritando obscenidades y amenazas, aunque ninguna de ellas logro amilanar a la joven, su deber era proteger a su hermana y así lo haría, aun si eso le costaba su propia vida. Miro a las mujeres que estaban observando atentamente a Sarah, controlando la barrera de energía evitando así, que Ben pudiera escapar.
-Es hora –susurro con solemnidad Gillian –debemos ser rápidas- miro nuevamente a Kara –estas lista
Kata asintió mientras sacaba la daga que guardaba en la cintura, sin muchos preámbulos se acercó al círculo, le hizo una seña imperceptible y de la oscuridad apareció Ian. Con furia y frustración de verse encerrado, la mirada de Sarah se fijó en el recién aparecido, la codicia se reflejo en la mirada, sopesando la posibilidad de usar nuevamente aquel muchacho para huir de la trampa.
Con intención de hacerlo perder la compostura, Kara ideo que Ian se mostrara ante él, aunque nunca fue su intención permitirle a Ben que tomara posición nuevamente del cuerpo del muchacho.
-Es que me quieres –se burló Ian provocando su ira apropósito –bueno no creo que tengas el poder de volver a tomarme
Cuanto más luchaba por salir más se debilitaba y esa, era la idea, de un lado estaba Ian, del otro Kara y por último apareció Connor, el objeto de odio. Mientras que buscaba desesperado escapar de aquella trampa, Ben usaba su poder debilitándose. Jane y su madre eran las encargadas de esperar el momento exacto en el cual entrar al círculo sin peligro de que el poder este los lastime.
-Es el momento –llevaban cerca de una hora cuando Jane susurro las tan esperadas palabras
Dela oscuridad de la noche surgieron también Mael y Cameron, con la ayuda de Prue entraron al círculo y tomando las manos de Sarah con rapidez. Con celeridad Kara, con la daga en mano corrió hasta Sarah y sin pensarlo mucho corto su mano derecha diciendo –mi sangre - mientras que cortaba la mano derecha de su hermana –tu sangre –
-Cierren el circulo –grito Jane –pronto salgan… deje a ambas dentro
Abrazadas en el centro, Kara le susurraba al oído mientras trataba de que sintiera todo su amor incondicional.
-Eres mi hermana, mi única familia, no pienso dejar que te lleve, me escuchaste –hablaba mientras que a su mente acudían los recuerdos, primero llego el de cuando juntas tuvieron a asistir al entierro de sus padres siendo unas niñas en compañía de una muchacha que trabajaba en la casa.
…..
La voluntad de Sarah había sido bloqueada, el poder del invasor había logrado obnubilar su mente y bloquear su poder, de pronto de la bruma oyó la voz de sus padres llamándola -mamá… papá donde están- gritaba buscando hallar de donde provenían las voces, entonces frente a ella se materializo una pequeña de cabellos negros y enormes ojos verdes que le extendía la mano –vamos a casa- su corazón se hincho de amor al reconocer a la pequeña Kara y sin dudarlo le dio la mano, juntas caminaron hasta un pequeño estanque, lo reconoció de inmediato, era el que había en el lado norte de “La Tormenta” la finca de la su familia, con calma la niña la guio hasta la orilla. Al ver su reflejo el tranquilo lago, se vio a si misma también de niña, con sus largas trenzas doradas.
-Mira-le dijo la pequeña, mientras una imagen aparecía ante sus ojos, dos pequeñas tomadas de la mano, sentadas una junto a otra, frente a ellas de dos féretros cerrados pero, que ellas sabían contenían a los cuerpos de sus padres, sobre ellos una foto familiar donde ellas mismas estaban riendo, las lágrimas rodaban por su rostro. Volvió a mirar y la imagen desapareció dejando ver un enorme auto elegante estacionado frente a la imponente entrada de “La Tormenta”, era una enorme casa señorial de tres plantas anclada en medio del bosque.