Estaba frente a él, una vez más... probablemente la última de mi vida.
— Hola...
Leonardo me observaba tan intrigado como nervioso, podía sentir desde el temblor en su mano hasta su pie inquieto. Al hablarle, yo esperaba su respuesta, observando cada uno de los detalles que antes no podía lograr notar por estar nerviosa como él.
— Hola... —dije un poco tentada, quizás ya mis nervios me jugaban una mala pasada.
— Hola Rosie —él respondió inmediatamente, colocó sus manos a sus costados—, creí que no vendrías... no contestaste mi mensaje.
— Por supuesto que vendría —le dije levantando la voz, luego apreté mis labios y miré hacia él había hablado muy fuerte—, Leo esta noche es muy especial para mí, este es un momento que no puedo dejar pasar.
Ah... estoy mezclando la realidad, ciertamente este es el momento que escogí. Pero para él, es algo que tenía que pasar, que no estaba seguro de que pasará... si lo pienso mucho, terminó complicando todo.
— ¿Estás hablando en serio? —me preguntó serio.
— ¡Por supuesto! ¡Estuve planeando este día desde el momento en que nos conocimos! —dije totalmente entusiasmada, él me observó en silencio y luego empezó a reír.
¿Estaba haciendo el ridículo? La pequeña Rosie, aquella niña que soñaba con esa graduación como si fuera parte de una historia de amor.
— Leo... —tome su mano, la acerque hacía mí para sentir aún más su calidez y lo miré intensamente-. Estás realmente guapo el día de hoy, incluso más de lo que podía imaginarme.
Escuché silbidos detrás de mí... Por Dios... Observé como los demás chicos estaban expectantes. Leo no sabía qué hacer, podía notar su rostro confundido y ruborizado.
— Lo... lo dije demasiado fuerte... —solté su mano de inmediato, definitivamente no quería incomodar—. Tranquilo, esto... esto... esto... no quería que... o bueno…
Después de tartamudear, suspiré largamente y sentí como tomando mi mano me acercó hacía él.
— No se metan en conversaciones ajenas. —dijo lanzándoles una mirada fulminante, yo los miré y tuve que contener mi risa.
Leonardo, siempre había sido protector... aunque eso no cambiaba que se avergonzaba demasiado fácil. Comenzamos a caminar por el pasillo tomados de la mano, con la emoción del momento no podía pensar en nada, él me guío hasta un aula vacía.
— Eso... Fue sorpresivo.
— ¡Estás siendo una sorpresa! —me dijo soltando mi mano.
— Es... es que... —por Dios, estaba cambiando la historia... nosotros no habíamos estado aquí antes—. Debo ir con Lili.
— ¿Qué estás diciendo? No puedo creer en esto, yo...
— Ahg... yo... Tengo una apuesta con Lili —él se sorprendió—. Es una apuesta y no es una apuesta, se trataba de... ser lo más sincera esta noche.
— ... —él no tenía palabras.
— Debo verla, me separé mucho tiempo y ya será la graduación, debes concentrarte en eso.
Nos miramos por última vez y comencé a caminar rápido por el pasillo, en menudo lío me había metido. Eso no era así, la apuesta... sí pasó pero no en ese orden.
Cuando encontré finalmente a Lili, ella me dijo:
— ¿Ese chico ya logró lo que quería? —Ah, no es el orden... pero es el orden.
— ¿Qué cosa? —le digo ingenuamente.
— Leo apostó con los chicos que hoy te besaría.
— ¿Qué hizo qué? —dije fingiendo indignación, recuerdo haberme puesto roja de los nervios, no era el caso... no por nervios.
— ¿Entonces? —Lili esperaba una respuesta positiva, yo negué fervientemente.
— No voy a besarlo esta noche.
— Ah... Rosie... —Lili cambió el tema y volvió a arrastrarme. Realmente siempre hacía lo mismo—. Vamos a ver a los demás, apuesto a que Matias ya está invitando a chicas a bailar.
Pasó una hora, en ese momento sabía que yo no participaba, era una simple extra... así que la graduación y cena habían pasado como yo lo recordaba. Matias insistía en que debíamos bailar porque Leo no lo haría conmigo y yo no podía sacarle ojo de encima.
Sí era diferente a mis recuerdos, aunque Leo me miraba furtivamente en ese entonces... se notaba aún más. Tanto que sentía que me quedaba sin aliento. ¿Había hecho un cambio? Bueno, de pasar a que esa noche casi no hablamos, me había casi declarado...
La pista de baile se iluminó, Matias tomó mi mano y me observó fijo.
— No puedes negarme un baile, después de tantos años.
— Matias... —no había visto por un tiempo a Leo.
— Vamos, Lili tampoco quiere bailar. Te invité un refresco. —Ah, estaba realmente rogando. Yo no lo había hecho, me levanté y asentí.
— Será por un rato, ya sabes que no se me da muy bien.
Comenzamos a bailar, sólo podía recordar que esa noche me sentía más suelta en el baile que de costumbre.
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Editado: 13.04.2024