La ciudad de Aldremir era hermosa, pintoresca y bulliciosa llena de colores, sabores y muchos matices. Merliah salió del palacio a hurtadillas el pequeño Leopold descubrió una serie de pasadizos que llevaban a la salida del palacio y conducían directamente a la ciudad.
Tomaba un poco menos de una hora llegar a la ciudad de Aldremir además, Mía había prometido cubrirla en su aventura por la ciudad.
No era su primera escapada hacia Aldremir, pero gracias al nuevo pasadizo se ahorró muchos obstáculos.
—Lía, ¿si recuerda nuestro trato? —recordó Leopold su acuerdo con la princesa—, quiero muchas golosinas de Aldremir, en especial quiero rollos de miel.
—Si Leo recuerdo nuestro trato pequeño usurero, además podrás comer lo que quieras —comentó Merliah rodando los ojos con fastidio, el chiquillo cada cinco minutos repetía lo mismo.
—Es que no puedo dejarte sola, eres mujer, no puedo dejar a una dama sola —habló el pequeño Leopold de manera solemne irguiendo su postura para verse más alto, de lo que en verdad era.
—Pero que caballero joven Leopold, siendo así no tengo nada a que temer —comentó Merliah con exagerada voz.
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—Por fin algo de aire fresco, sentí que iba a asfixiarme, entre las murallas del palacio —dijo Axel emocionado.
—Niño ya casi cumples diecisiete años, necesitas tomar algo, ya no eres un crío.
—Calum no es buena idea estamos de guardia —refutó Pio el plan de su amigo.
—Pio entremos al ojo de cuervo, tomamos una ronda de cervezas de guelder y seguimos nuestra labor de recorrer la ciudad —convenció Calum a su compañero, poniendo una mano en su hombro.
—Calum no creo sea buena idea, además es mejor evitar problemas, Pio está por ser ascendido a sargento —habló Axel estando de acuerdo con el joven Mondragón.
—Ustedes dos son aburridos —bufó Calum por la actitud de sus compañeros—, nada más imaginenlo Pio, tú pequeño Axel, lindas gitanas ofreciendo sus amorosos servicios y mucha cerveza espumosa.
—Yo no estoy de acuerdo Calum y menos involucrar a gitanas —espeto Axel serio, soltándose del brazo de Calum—, no me gusta como los hombres de Aldremir tratan a las mujeres de mi aldea, no son objetos —soltó Axel denotando molestia en su voz.
—¡Axel! —Llamó Pio pero el muchacho se alejó, de los otros dos militares.
—Ya estarás contento idiota, alejaste al chico —dijo Pio molesto con su despreocupado amigo.
Pío se alejó de Calum, yendo tras Axel, perdiéndose de vista de su otro compañero.
—Aguafiestas, yo si iré al ojo de cuervo.
El soldado se encaminó a la taberna, pero antes de llegar a su destino, un hombre de elegante vestimenta interceptó al soldado de uniforme índigo.
—Hola muchacho! —saludó el enigmático hombre, con apariencia de aristócrata.
—Si, dígame ¿En qué puedo ayudarle? —Inquirió el soldado, al hombre frente a él.
—Me gustaría hablar de negocios joven, necesito información —musitó aquel sujeto avivando el lado ambicioso del soldado Calum Kirche.
—Digame algo ¿De que negocios estamos hablando exactamente? —Inquirió el joven soldado, comenzando a interesarse en el asunto.
—Nada del otro mundo soldado...
—Calum Kirche, ese es mi nombre —aclaró el muchacho —. Retomando el tema exactamente ¿Qué negocios? Me habla usted estimado señor.
—Facil joven Kirche, necesito que me tenga al tanto de su compañero, el soldado que está con usted.
—¿Pio? —empero Calum confundido, por la petición de aquel misterioso hombre.
—¿Así se llama el joven de piel clara?
—No, ese es Axel, es solo un chiquito ¿Para que quiere usted información de aquel huérfano? —soltó Pio aburrido con desinterés.
Las palabras del soldado, confirmaron a Dante la identidad del muchacho. —No te preocupes yo te pagaré lo que sea, solo debes tenerme al tanto de lo que hace el muchacho y avisarme cuando salga del palacio —dijo el hombre ofreciendo una bolsa de cuero llena de monedas.
—Digo que si acepto, cómo no aceptar un trato de alguien tan ilustre —aduló Calum recibiendo la bolsa de cuero.
—Oh entonces tenemos un trato joven Kirche, cuando tenga información toque esto —el hombre entregó un tubo de metal negro, con extraños grabados—, es un silbato en cuanto tengas información, tocalo y vendré.
Calum tomó el silbato, aceptando oficialmente aquel extraño trato, que el misterioso hombre le propuso.
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Al fin lo había encontrado, sentado al borde de la fuente del sol frente al templo de Astra. —Axel aún nuestra ronda no termina, si algún superior nos ve, se lo notificarán a Ariadna...
—Lo sé Pío disculpa, es solo que lo que dijo Calum me hizo enojar, me fui para evitar confrontaciones sin sentido —dijo el muchacho cabizbajo.
—Lo se chico pero no le prestes atención a Calum, sabes cómo es ahora sigamos la ronda y cuando terminemos, te llevaré a comer el estofado de carne más delicioso del reino —animó Pio dando una palmada, en el hombro al castaño de ojos grisáceos.
Axel se puso de pie, miró a Pio dubitativo en hacer una pregunta a su compañero y mejor amigo. —Escucha Pio quiero hacerte una pregunta, pero por favor no te rías de mi sí —el soldado Mondragón vio a Axel en su rostro un notario sonrojo.
—Tu pregunta tiene algo que ver con la dueña de aquel guante blanco de delicada seda ¿Verdad? —inquirió el moreno con picardía.
—Si vas a seguir con ese tema, mejor ni te pregunto —refutó el muchacho apenado.
—Esta bien pregunta tranquilo, yo prometo no burlarme, de lo que sea que preguntes.
—Bueno ahí va, pero sin burlarte —habló el muchacho señalando a su amigo, tomo una larga bocanada de aire tomando valor—. Solo quería saber si te has enamorado ¿Y si se puede dejar de amar a alguien? Por favor necesito saber si es posible dejar de amar a alguien.
Suspiró cansado, pues él también se hizo la misma pregunta, pero aquello era imposible y más para el lobo frente a él.
Editado: 16.11.2024