Llegó al palacio escoltada por dos soldados, Pío llevaba a un inconsciente Axel montado en un caballo y él iba a pie ya que la princesa, iba en uno de los tres caballos, por último Calum que iba a la cabeza de los tres caballos.
—Alteza ¿Está consiente del peligro que corrió? —cuestionó Pio, con un tono evidente de reproche, hacia la pelirroja.
La pregunta sacó a Merliah de sus cavilaciones, pero quién respondió fue el pequeño Leopold que iba sentado a espaldas de la princesa.
—¡Yo cuidé de ella! —respondió el chiquillo con altanería.
—No puedes ni cuidarte tú, mocoso —soltó irrisorio Calum que hasta ahora no había abierto la boca en todo el trayecto—, prepárate chico porque la tunda que te dará tu madre, no te dejará sentarte en días —se burlo el soldado asustando al pequeño.
Merliah sintió al pequeño aferrarse a ella. —No te preocupes Leo le explicaré todo a Carlota ella no pasará de un buen regaño pequeño —musitó ella para calmar al asustadizo chiquillo.
—¿Lo prometes? —preguntó el niño.
—Si Leopold lo prometo —aseguró la princesa.
—Princesa por otro lado tú no estás precisamente en una posición diferente a la de ese enano; pues creo que sus majestades no están muy contentos, con la salida a escondidas de su hija —mencionó con sarcasmo el soldado.
Merliah bajó la mirada cayendo en cuenta que el soldado tenía razón, solo esperaba sus padres no se enteraran de su salida.
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—Damián ya regresará no ha de estar lejos, cuando algún soldado la vea la traerá de vuelta y...
—¡No me interesa Melodía esa niña no puede hacer lo que se le venga en gana! —bramó el rey molesto, aunque internamente estaba preocupado por su hija, quería buscarla él. Pero no era buena idea llamar la atención.
—De que te quejas, solo pagas las consecuencias Merliah resultó ser tan escurridiza cómo tú —pensé que mi comentario calmaría los ánimos de Damián pero al contrario, su expresión se endureció más.
—¿Estás de mi lado, o del lado de tu desobediente hija? —gruñó el rey con molestia.
Tomé una bocanada de aire, tampoco me tenía contenta la escapada de Merliah, aunque tampoco era que pudiera hacer mucho, Damián hoy no estaba de buenas y la salida de Merliah terminó de agrandar su mal humor.
—¿Puedo retirarme? —cuestionó Mía apenada por la situación tan tensa de sus tíos.
—Si Mía puedes retirarte, además gracias por decirnos que Merliah salió.
La muchacha de ojos miel bajó su rostro avergonzada, no era que quisiera delatar a Merliah. —Lo hice porque me dijo que solo sería una hora tía, pero lleva todo el día afuera y ya es de noche.
Me acerque a mi sobrina, sabía que estaba asustada. —No te preocupes Mía —tome sus manos, para darle confianza—, se que estás preocupada por Lía ahora ve a dormir pequeña ya es tarde.
La muchacha salió de la oficina del rey, dejando a los reyes solos.
—¿Qué pretendes hacer? —pregunté yendo de vuelta con Damián, este miraba por el ventanal esperando algo, o mejor dicho a alguien.
—No preguntes Melodía y por favor no interfieras —habló el rey en un tono frío y monótono.
Aquello si me preocupó, por lo general soy yo la que siempre es estricta cuando Merliah hace una de sus travesuras y Damián es complaciente y blando con ella; pero ahora los papeles se habían invertido.
Alguien tocó la puerta el rey dió autorización de pasar, era un soldado el cual hizo una reverencia ante ambos monarcas presentando su respeto. —Majestades la princesa ha llegado, la guardia real índigo la encontró.
—¿Dónde está? —empero el rey acercándose al soldado.
El muchacho de uniforme índigo se vió dubitativo en si hablar, o no hacerlo, pues sabía donde estaba la muchacha y esto al rey no lo iba a tomar de la mejor manera.
—En los los dormitorios de la guardia real —musitó el muchacho—, la quisimos traer pero la princesa se negó.
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Sus mejillas ya tenían color nuevamente, su temperatura estaba bien.
—Ya está mejor alteza, el muchacho solo debe descansar y ya mañana seguirá como si nada —dijo un hombre guardando unos frascos en un maletín de cuero.
—Gracias doctor Ideale —agradeció Merliah, con el médico de avanzada edad.
—Es un muchacho muy fuerte pero sin control, aunque sea un híbrido no lo parece y se descontroló porque su parte humana no retiene su sangre de lobo por eso las elevadas temperaturas del chico.
—¿Y como solucionar eso? —empero la princesa preocupada por su amigo.
—Bueno alteza en antaño eran las hadas de luz quienes se ocupaban de esa tarea, o también puede usarse el poder curativo de un hada de agua, o algún hechicero con esos mismos atributos. Por ahora lo mejor es evitar que el muchacho, use su transformación si aún no la domina del todo.
—Si yo le diré doctor —dijo la princesa tomando la mano del muchacho que aún permanecía inconsciente.
El anciano doctor de blanquecino y despeinado cabello, salió de la pequeña habitación dejando al par de muchachos a solas.
Inconscientemente llevó sus dedos a sus labios, recordando la calidez de los labios de Axel, aquel beso la dejó hecha un lío, sus pensamientos eran confusos, en cuanto a como era su afecto por Axel, ella le veía como a su amigo y protector. Aunque ahora ya no estaba segura de que eso no fuese solo por amistad.
—Tú me confundes Axel —dijo frustrada, con sus mejillas sonrojadas de un notorio carmín—, anda despierta lobo tonto y dime porque me besaste —guardó silencio apreciando las facciones del rostro del muchacho, se veía pacífico, acarició sus cabellos, castaños en tonos miel revolviendolos un poco.
Sin darse cuenta su rostro estaba muy cerca del muchacho, en su mente se había obligado a la idea de que si lo besaba de nuevo, aquellas dudas que tenía las iba a disipar, pero creía que besarlo dormido no era lo mejor, además de que no era lo correcto >>pero solo es para aclarar dudas ¿Qué es lo por qué podría pasar?<< Se decidió por besarlo.
Editado: 16.11.2024