Reina de las Highlands

XV

Me desperté por la mañana y la cama estaba vacía,el fuego apagado.
Llamé a mis doncellas que lo encenderán y poco a poco, mientras me traían el vestido, la habitación se caldeaba.
 

Bajaba las escaleras cuando un naúseabundo olor a perfume dulce de mujer me llegaba.
Ahí se encontraba mi marido abrazado y besando a otra mujer.
Decidí toser y preguntar, ser precavida, antes de montar un escándalo y quedar en ridículo.
-Judith, pensé que estabas dormida. Te presento a Cayetano, una vieja amiga

Aquella pelirroja me miraba desafiante por haber interrumpido su beso, por lo tanto, decidida a cabrearla, me acerqué a ella y pensé en pagarle con la misma moneda
-El protocolo dice que ante mi, la Reina, todo el mundo debe inclinarse como muestra de respecto. En este caso, suponiendo que seas la amante de mi marido con tan poca vergüenza para venir al castillo, que menos que besarme la mano. - tendí la mano hacia ella que incrédula miró a Eric
- Judith, no creo que sea necesario.
- Si puede besar a mi marido en la boca para demostrarle sus respectos, a mi me puede besar la mano, o no Eric?

Humillada y con los ojos llenos de odio lo hizo. Había llamado tanto la atención que todos los que estaban merodeando alrededor, se quedaron mirando.

Cuando escuché a Eric ordenar que a la señora Le preparen una habitación, decidí marcharme y el me siguió hasta el salón del té.
- Creo que no era necesario humillarla de tal manera, delante de todo el mundo.
-No te preocupes Eric, tu mujer tiene mucho carácter - dijo esa voz de puta que pertenecía a Cayetana.

No me dejó contestarle a mi marido, pero a ella si Le quería preguntar desde cuando entraba sin llamar, pero otra vez más, me interrumpió.
-Le llevaste flores a Katrina como todas las mañanas? Si no te puedo acompañar, hace mucho que no visito a mi amiga.
-No me lo puedo creer - dije en voz baja aunque Eric me escuchó.

Aquella habitación cada vez era más pequeña o era mi sensación de agobio. Ni siquiera miré a Eric antes de salir, sin tener en cuenta mi estado me fui a los establos a por Rafael, el caballo que me regalaron. Informe de que no quería silla y el chico me lo entregó. Lo monté y salí como un rayo en búsqueda de naturaleza.

Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que al mirar a mi alrededor, estaba anocheciendo. Mi caballo estaba cansado, por lo tanto era la hora de volver.
Cerca de los establos Eric estaba gritandole al muchacho que me dio el caballo.
Cuando me vio se acercó furioso.

-Donde demonios estabas? - está vez no le preste atención y seguí mi camino-dejame que te ayude a bajar, me volvió a gritar

Seguía sin prestarle atención. Aunque entendía su cabreo, me enfadaba más su manera de darme a entender que yo no podía cabrearme o no tenía derecho a ello,o ni siquiera le importaba.
Bajé de un salto que le enfadó aún más.
Comencé a caminar hacia el castillo con Eric detrás de mi pisándome los talones.

-Eres una inconsciente, te podría haber pasado algo - gritó
-No me ha pasado nada, estamos bien.

Eso no ayudó a tranquilizarlo y me alcanzó. Sus manos se quedaron en mis brazos cuando empezó a sacudirme.
-Que me escuches - estaba fuera de si-no quiero que hagas ni una estupidez más.
-Estupideces yo? - Le grite mientras me soltaba como pude y Le pegué un golpe en la mejilla-no vuelvas a tocarme ni a hablarme así, por muy Rey que seas.

Volví a caminar pero después de dos pasos más, recuerdo que me encontraba mal y me caí.



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En el texto hay: highlands, reina, eric

Editado: 24.09.2018

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