Reina de las Highlands

XXII

Llevaba unos meses ejerciendo de Reina. Mi padre estaba aquí debido a que Eric le había hecho llamar.
Este tiempo el pueblo me había cogido cariño, ya que también aprovechaba cualquier momento para bajar al pueblo y ver a los aldeanos.

Pero tan ocupada estaba y tan preocupada que no me había dado cuenta de mi estado. No me fije en mi abultado estomago y sobre todo en que estos meses no pude retener alimento alguno y cada vez tenia peor aspecto.
-Nana, como no me di cuenta de que estaba embarazada?
-Con todo el estrés y lo que tienes en la cabeza es normal hija.
-Voy a ser mama otra vez y no se si Eric lo llegará a conocer.-me eché a llorar.
-Niña, deja de llorar, vamos a ponerte la corona que hoy es el bautizo de tu niño.

Carlos no estaba bautizado y faltaban pocos meses para que cumpliera el año. Intenté e hice todo lo posible para esperar a Eric pero ni recibia noticias suyas y tampoco llegaban heridos. Decidí dar el primer paso y escribirle.

"ERIC,
TE ESCRIBO HOY, EL DÍA DEL BAUTIZO DE CARLOS.
INTENTÉ ESPERARTE CARIÑO PERO NO LLEGAS Y DESEO CON TODA MI ALMA QUE TU ESTÉS SANO Y SALVO.
TAMBIÉN QUERÍA DECIRTE QUE NUESTRO AMOR VUELVE A DAR SU FRUTO Y VOLVEREMOS A SER PADRES OTRA VEZ.
ESPERO NOTICIAS TUYAS.
SIEMPRE TUYA, JUDITH "

-Lleve esto al campo de batalla y se lo entregas al Rey. Llega cuanto antes, no te demores en el camino - le dije al mensajero.

Me mire en el espejo. Vestido azul claro, pelo recogido y corona en la cabeza.
Cuando entré con mi hijo en brazos, se lo entregué a mi suegra, ella y mi padre serían los padrinos.
El bautizo ya había terminado y ahora llegaba la parte que más odiaba.
Los nobles juraban fidelidad y reconocían a mi hijo como el príncipe heredero a través del juramento.

Está vez había muy pocas personas ya que la mayoría acompañaban al Rey.
En este caso, ellos o sus herederos en el peor de los casos, harían el juramento una vez terminada la guerra.
-Por fin todo ha terminado hoy - le dije a mi doncella.
-Señora, ha llegado un herido al castillo pero no es el Rey.
-Ha traído alguna carta?
-Si, es esta - me tendió un papel doblado
-Vale, yo ahora bajaré.

"JUDITH, CARIÑO
ESTOY BIEN AUNQUE AGOTADO.
SOLO QUEDA MUY POCO TIEMPO PARA QUE ALGUNO DE NOSOTROS GANE Y ESPERO SER YO, PARA ASÍ PODER VOLVER A VEROS.
VOLVERÉ PRONTO AMOR. CUIDA DE VOSOTROS.
TE QUIERO"

Me acosté abrazada a aquella carta, soñando con el día que volvería a estar en mis brazos.

Desde ese momento, cada día llega an nuevos heridos y rezaba que ningún hombre herido fuera Eric.
Cada día desde el despacho me imaginaba como llegaba en su caballo.
Como le abrazarla y le diría lo mucho que le había echado de menos.
 

Hoy, un nuevo día. Me desperté con un mal presentimiento. Había pasado una semana desde el bautizo y hoy había decidido tener a Carlos en el despacho mientras miraba las cuentas.
Desde el comiendo de la guerra había retraso en el pago del diezmo y eso lo debía solucionar.
Volví a mirar por la ventana y vi entrar un grupo con muchas carrozas y muchos caballos.
Cogí a Carlos en brazos asustándolo, y salí corriendo hacia fuera.

Ahí estaba, ahí se encontraba Eric, dando órdenes con esa seguridad que siempre tuvo en sí mismo.
Me quedé quieta con la respiración acelerada, mientras le miraba.
Aquel hombre al que amaba estaba de vuelta, vivo.
Igual que sí una fuerza le hubiera atraído, se dio la vuelta y vino hacia mi.
-Eric, estas bien. Estas vivo.

Acaricio a mi hijo y miro mi vientre que tocó. Sus piernas flojearon y grité mientras lo sujetaba con la mano que tenía libre.
Tres guardias llegaron y lo subieron a nuestra habitación.
Dejé a Carlos en los brazos de la primera sirvienta que vi y subí corriendo detrás de mi marido.



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En el texto hay: highlands, reina, eric

Editado: 24.09.2018

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