Reina de las Highlands

XXXII

-Eric, no, yo no lo he visto así - le dije.
-Ya lo sé. Mira Judith, por una vez desde que llevamos casados, voy a pensar en mi y no voy a arrodillarme más al lado de tu cama. Dormiré en la que sería tu habitación.
-Eric, no me hagas esto por favor.
-Judith, el que necesita tiempo ahora soy yo.

 

Se levantó del sillón y se fue para la puerta pero llegué a tiempo y le sujete antes de cerrarla.

-Bésame Eric, besame por favor - le pedí

Se acercó a mi y yo levanté la boca para recibir su beso pero me lo dió en la frente.Me apartó con suavidad y me dejó sola. Me volví a sentar en silencio en el sillón mientras las lágrimas salían de mis ojos sin esfuerzo alguno.

En ese sillón pasé dos días hasta que decidí darme un baño, vestirme y bajar. Debía recuperar a mi marido. Me acerqué al salón del trono, de ahí se escuchaban llantos. Eric estaba sentado en el trono y su hermana llorando. Yo me quedé detrás de ella hasta que Eric me hizo una señal, para sentarme a su lado.

-Judith, mi hermano quiere casarme con un noble. Por favor haz algo, yo amo a Jesús.

-No se puede hacer nada? - le pregunté a el.

-El comerciante es un borracho y un mujeriego.

-Maria, tu hermano sabe lo que es mejor para ti, además aprenderás a querer a tu marido.

-Esto me lo hacer por lo del bautizo verdad?

-No Maria, lo hago por que tu hermano sabe lo que te conviene. Conoce al conde, seguro que te encantará.

 

Viendo que sus lágrimas no tenían el efecto que ella deseaba en nosotros, se marchó dejándonos solos.

-Gracias por apoyarme en esto - asentí con la cabeza - deberíamos pasear un rato antes de reunirme con el conde.

Fuimos paseando por el patio del castillo durante un buen rato hasta que entramos en el bosque. Eric se paró y se puso delante mia besándome. Cuando quise darme cuenta de lo que había pasado y reaccionar, me estaba colocando el vestido y Eric se estaba subiendo los pantalones. Me había hecho el amor ahí en el bosque a plena luz del día.

-Nos podría haber visto cualquiera - le recriminé

-Dejé claro que quería estar contigo a solas.

-Podríamos haber ido a nuestra habitación?

-De momento no volveré a nuestra cama.

-Entonces?

-Era satisfacer mis deseos contigo o con otra mujer.

 

Le miré a los ojos, aquellos ojos donde solo encontré indiferencia, donde ya no quedaba ni siquiera el cariño que nos teníamos. Con lágrimas en los ojos me fui despacio hacia el castillo, pedí una bañera con agua caliente y cuando ya estaba preparada, una vez dentro comencé a frotar, frotar y frotar hasta que la piel ya roja, me escocía.

Querría borrar sus besos y sus caricias pero sobre todo querría borrar la sensación que tenía. Me sentía utilizada, bueno, me había utilizado.

-Majestad - me llamó una doncella - el rey la espera en el salón del trono

Asentí.

-Muy bien, ayudadme a vestirme.

Una vez vestida bajé y ahí estaba mi suegra, cuñada y el conde. Me senté en el trono mientras ellos seguían con la conversación.

-Esta noche celebraremos el compromiso y pasados siete días os casareis.

-Eric, hermano, no me hagas esto por favor.

-Tu, querida hermana, tendrás escolta hasta después de casarte.

-Pero si una vez casada no me voy a fugar.

-Una vez consumado el matrimonio no.

Ella volvió a llorar y Eric les hizo una señal, debían abandonar la sala. Nos quedamos los dos en silencio.

-Esta noche debes acompañarme.

-Vale Majestad.

-Judith, mi nombre es Eric

-Lo se perfectamente Majestad.



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En el texto hay: highlands, reina, eric

Editado: 24.09.2018

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