Reina de sangre

Capitulo XXIV: El dolor de la decepción


El disturbio que emergió está vez en Druseon, por inimaginable que parezca, fue más agresivo y directo. Pudimos observar desde lo lejos mientras corríamos con gran desespero, cómo incendiaron cada lugar próximo al palacio y la forma tan viceral que muchos de los guardias fueron asesinados por los rebeldes.

Honestamente, no veo sentido a todos estos ataques que hacen; y pensar que Benjamin está con ellos, aún más absurdo lo encuentro.

Por horas, caminamos sin rumbo fijo, pero eso sí, muy lejos de los rebeldes. Si darnos cuenta, nos empezamos a dirigir al bosque  Horsrock Covert y fue cuando se me ocurrió decirle a Dafina que fueramos al Valle de Brusket; ella por obvia experiencia, decidió guiar. En el camino, no pude dejar de pensar en todo lo que ocurrió; Demian me traicionó. No me queda claro en nombre de quien, pero lo hizo. E inesperadamente, Dafina me salvó.

—¿Estás segura que este es el camino al Valle? —pregunto sin dejar de caminar detrás de ella.

—Por supuesto que si.

—Bien.

—¿Por qué quieres ir allá? —me da una mirada de soslayo y luego vuelve su vista al frente. Yo permanezco unos segundos en silencio.

Levanto mi vista al cielo y de nuevo la observo a ella, a la vez que voy adelantando un poco más mis pasos.

—Es el momento de saldar mi deuda.

Es lo que termino diciendo y ella frunce su ceño viéndome. La ignoro y me adelanto en el camino al divisar un puente de piedra, justo cuando el sol sale completamente. Siento como sus pasos se detienen y ahora soy yo quien busca ver su expresión; está totalmente seria y hasta desinhibida.

—¿Qué? —elevo una ceja y ella permanece estática—. ¿Por qué te detienes?

—Es... ¿Es en serio?... ¿Mi familia está aquí?

Nunca había visto a Dafina tan volubable. Jamás había mostrado una careta que fuese fácil de descifrar y mucho menos manipular, y me eso me descoloca unos segundos pero luego vuelvo a mi compostura rígida.

—Si.

Respondo sin más y sigo; por el sonido de sus pisadas intuyo que le toma uno leves segundos el volver a andar. Elevo el libro que llevo en su funda de cuero, y lo saco para después sacar un sobre. El sobre que Ulrik me entrego junto con Serkan; al estar en lo más alto del puente de piedra, me detengo y doy vuelta. Clavo mi mirada incesante sobre la mujer que ahora misma es un manojo de nervios.

—Muy bien —dejo caer el libro en el puente y en un movimiento seco, extiendo una sola mano con el sobre—. Apartir de aquí, yo no te debo absolutamente nada. Saldo mi deuda contigo.

—¿Qué es eso? —Dafina me detalla con la mirada, mantenidose lejos—. ¿Dónde están mis padres? —ve a nuestro al rededor.

—En el sobre lo dice. —la insto a tomarlo agitandolo un poco. Con mucha cautela, da unos pasos y toma con mucha más lentitud el papel en mi mano. Al tenerlo en su poder, no da mucho preámbulo para empezar a leer.

En los primeros párrafos está escrita la información que hace un par de semanas le hice saber; que tenía conmigo gracias al Lord Ulrik. Por lo que pasa de ellos rápidamente hasta el final, dónde su expresión se va tornando más temorosa y un poco furibunda.

—Tus padres deben estar por aqui. Puedes empezar a escavar hasta que encuentres sus cuerpos... —su mirada flameante se posa en mi, mientras su mandíbula tiembla con fervor—. Y luego podría enterrarte con ellos. —bramo con los dientes juntos desapareciendo la sonrisa.

—¡Esto no puede ser verdad! —arrugo el papel en sus puños y sus venas brotan por su cara.

—Te invito a que lo confirmes. —veo hacia los pastizales y ella se termina de acercar.

—¡Me mentistes! ¡Luego de que te ayude!

—¿Ayudarme? —niego—. Dafina, todo este tiempo has tergiversado cada cosa que me has dicho.

—¡Por supuesto que...!

La empujo hasta la baranda del puente y presiono mi antebrazo en su pecho, su espalda se arquea hacia atrás. Dafina grita y luego jadea ante la sorpresa de mi elección de movimientos. Mi respiración se agita al igual, pero de rabia y nulo control.

—Ya me harté de tus mentiras, de tus pobres manipulaciones y tu presencia. No me sirves, no confío en ti y no pienso dejar que una escoria como tú siga haciendo lo que quiera por ahí —tomo la daga del bolsillo de mi abrigo y la llevo hasta su garganta. Sus ojos se abren aún más y su cuerpo se tensa—. Hunter sabe todo.

Veo como traga saliva de forma gruesa y a medida que mi mirada se hace más frívola, su piel palidece y debo admitir, que una parte de mi, una gran parte; le da mucha satisfacción.

—Kelsey... Yo... Estoy encinta. Pi-piensalo, es tu hermano...

—¡Cállate! —impulso más la daga en su cuello—. Tu eres unas de las culpable del infierno que viví toda mi vida. Eres responsable de la muerte de mis doncellas. Eres responsable del infierno que pasé aquella noche de la invasión —me inclino más—; te haré de sentir lo que yo. Hasta peor...

Dafina se retuerce e intenta escapar, pero solo logra que la daga roce su piel y la corte en el cuello. Suelta un alarido y nos separamos, busca correr pero la tomo por detrás y paso mi brazo sus hombros. La presiono con fuerza y ahora llevo la daga hasta su abdomen.

—¡Eres una maldita loca! ¡Eres el mismísimo demonio! —berrea hasta que su garganta se desgarra, y no dejo de ejercer tanta fuerza como puedo en ella—. ¡Suéltame, suéltame, ya!

—Lo haré cuando dejes de respirar. —mis dientes rechinan.

Su codo intenta golpear mi costado, pero yo me percato antes y me inclino hacia un lado, perdemos el equilibrio hasta caer y rodar a los pastizales. La daga se pierde de mis manos, Dafina busca colocarse de pie antes que yo, sin embargo soy más rápida y me subo encima de ella.

Rodeo con mis manos su cuello y la aprieto, Dafina rasguña con sus uñas mis brazos para detenerme, aún así la cólera se apodera totalmente de mis inhibiciones. Su rostro se enroceje y sus pies golpeatean la tierra; sus dedos se clavan en mi piel, y mis manos aprietan cada vez más su cuello, hasta ver sus venas brotar y su tes pasar de rojizo, a morado y es cuando pierdo absolutamente los estribos.




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