4. El trabajo de Arte
Mi mamá sacó un pañuelo de su bolso y secó las lágrimas en su rostro, siempre era la misma rutina cuando me venía a traer al internado, se ponía a llorar y el tormento era que nunca paraba.
—¿Por qué no quieres volver? —volvió a lloriquear, Ariana la miró y negó con la cabeza, miró para todos lados asegurándose que nadie nos estuviera viendo.
Kat había entrado hace tiempo y dudaba que yo lo pudiera hacer.
—Estás tan pequeña, te puede pasar algo aquí, estás en el medio del bosque, no quiero que te pase nada —mi mamá me atrajo hacia ello y solté un suspiro pidiendo la paciencia que no tenía—. ¿Por qué no quieres volver con mamá?
Hablé aún abrazada a ella, no parecía estar dispuesta a soltarme.
—Mamá, ¿te imaginas si pasara más de dos días contigo? Me volvería loca.
Ella me separó de inmediato y sonreí. Ella volvió a llorar, rodé los ojos antes de abrazarla.
—Ya mamá —le di unas suaves palmadas en la espalda.
—¿Por qué tienes que ser tan grosera? —preguntó entre sollozos.
—Si no lo fuera, pensarías qué soy una embustera.
Miré a Ariana que asentía, estaba agarrada de la mano de Mark.
Mi mamá se separó y me miró directo a los ojos, me crucé de brazos.
—Bueno, puede que tengas razón.
Reí y me separé de ella temiendo que me vuelva asfixiar entre sus brazos, fui donde Mark y le sonreí con sinceridad, él se mostró sorprendido, pero no dijo nada, me estaba costando ser amable con él cuando siempre había sido tosca con él.
—Nos vemos, Mark.
—Cuídate, Victoria.
Asentí antes de darme medía vuelta, escuché el llamado de mi madre y volteé a verla. Ella vino corriendo hacia mí y me dio un abrazo y un beso en la mejilla.
—Te amo, hija —me acarició la mejilla y sonreí— Cuídate, ¿sí?
Asentí antes de soltarme y seguir con mi camino a la entrada, lo pensé por segundos y solté un suspiro esperando no arrepentirme, volteé y llamé a mi mamá.
—Yo también te amo —noté la alegría en su rostro.
Caminé hacia dentro del instituto y me topé con Verónica, los recuerdos de mi hermana diciéndole idiota a Magnus me provocaron una risa, llamando su atención.
—Victoria —saludó alegre.
—Directora —saludé.
—¿Vuelves de casa?
—Sí.
—¿Tu mamá aún sigue ahí? —fruncí el ceño ante su pregunta.
—Supongo que sí, ¿por? —pregunté alzando las cejas.
Ella soltó una risa —No, nada tan importante, no te preocupes. Ve alistarte las clases ya van a empezar.
Pasó y se dirigió a la salida, la seguí con la mirada ¿Qué tenía que hablar con mi mamá? Decidí hacerle caso y giré de manera rápida sin notar que había chocado con alguien.
Alcé la vista y me topé con Matthew.
—¿Por qué no te fijas? —pregunté acomodando la mochila en la espalda. Él recogió las revistas que se le habían caído.
—Tú eres la que estaba parada ahí, obstruías el paso.
Solté una risa y me crucé de brazos.
—Tú eras el que estaba caminando por ahí —hablé molesta—, sin mirar a su alrededor.
Él me miró fijamente y se empezó acercar, alcé las cejas al notar sus intenciones.
—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunté entre dientes.
—Tratando de robarte un beso, creí que había quedado claro desde la primera vez que te vi.
—La primera vez que nos vimos, estabas ebrio, como que no diste buena impresión —recordé.
Él sonrió y se acercó un poco más.
—No debes juzgar sin conocer.
—No quiero conocerte —él se alejó de golpe y volví a respirar.
—¿Por qué esa obstinación en no quererme cerca? —preguntó cruzándose de brazos.
—Estoy perdiendo mi tiempo contigo, tengo que ir a alistarme.
—Espera —me tomó del brazo cuando estaba a punto de irme.
Me zafé de su agarré y lo miré de mala manera.
—¿Acaso no sabes lo que significa la palabra “no”?
Él soltó un suspiro y me miró arrepentido.
Que le crea su madre, yo no le iba a creer ni mierda.
Aproveché la oportunidad y me fui rápidamente al dormitorio de chicas, busqué mi cuarto y entré dando un portazo, asustando a Kat.
—¡Por Dios! ¿Ahora qué te pasa?
—¡El amigo de tu novio! —contesté tirando la mochila a la cama— Me está molestando.
—¿Matthew?
—No, mi abuelita —contesté con sarcasmo. Kat rio a carcajadas y se calló al ver que no le causaba gracias.
—Aarón me dijo que le gustas.
La miré con una mueca, se sentó en mi cama con las piernas cruzadas, aún me faltaba guardar la ropa en los cajones.
—Kat, largo.
Ella de mala gana obedeció, cerró la puerta, pero antes habló:
—Aarón dijo que no le haces caso porque no es Magnus.
—Sí, ajá. Váyanse los dos al carajo —dije con desinterés, estaba metiendo la ropa a los cajones de manera rápida.
Pare de ordenar cuando mi cerebro terminó de procesar lo que dijo. Me volteé en dirección a la puerta.
¿Qué su novio había dicho qué?
—¡Katherine! —grité fuerte al no verla por ningún rincón, mi respiración estaba agitada.
Estaba decidida.
Iba a matar al novio de Kat.
—¡Aarón, hijo de…
~°~
Moví la raqueta con fuerza y solté un pequeño grito de frustración al ver que la pelota cayó en la red. En el área de deportes estábamos practicando tenis y por desgracia, no me salía N un jodido tiro.
Teníamos hora libre y decidí venir a practicar, si me encontraba con Aarón era capaz de matarlo con primera cosa que se me atravesara, mejor si era un cuchillo.
—Lo estás haciendo mal —escuché una voz a mis espaldas.
Cerré los ojos y solté un soplido al reconocer la voz.
Volteé desganada y me encontré con Matthew, traía unas bermudas cortas de color blanco al igual que su polo sin mangas, traía una cinta de color verde alrededor de su cabeza, apartando sus mechones oscuros de su frente.
Editado: 26.09.2020