Odiaba, odiaba con todo su ser lobo el subir a uno de esos pajarracos de metal, viajar era una de las cosas que no hacía con frecuencia y solo lo hacía en casos muy necesarios, como el que tenía en esos momentos. Vanya prefería estar en su manada, así que en cuanto supo que debía salir su mal temperamento salió a flote, claro que pensó en negarse, mentiría que estaba muy ocupada, o mejor aún, que estaba hospitalizada, pero, sus planes una vez más habían sido arruinados por su adorado mellizo, Volker.
No solo eran similares físicamente, también tenían una fuerte conexión, la cual había alertado a su mellizo de las barbaridades que la rubia planeaba hacer. Él la había arrastrado hasta el aeropuerto y posteriormente hasta el mismo avión, de donde por más que se enfadara no la sacarían.
— Por la diosa, Vanya, no tienes cinco años... — Dijo Volker sentándose en uno de los suaves asientos, mientras ella mentalmente divagaba. Ah veces ni ella misma entendía sus cambios repentinos de humos, la mayor parte del tiempo solía ser alegre, pero, cuando se enojaba lo hacía enserio, tal vez por ello muchos le tenían tanto miedo.
Después de relajarse, intento tomarse bien lo del viaje y aunque odiaba los cambios intentaría adaptarse por sus manadas, ellas eran a quienes debía proteger, todo era por su familia y su gente. En todo el mundo circulaban las noticias de las muertes de distintas criaturas, todas de forma cruel, y aunque nadie lo dijera, cualquiera que estuviera detrás de ello los conocía muy bien, sabía cuál era la debilidad de cada raza, eso hacía que todo se volviera más peligroso. Sus manadas aún no sufrían ataques, pero, gracias a la próxima reunión las evitaría por completo, uniría fuerzas con cualquiera que deseara lo mismo que ella, la paz y el resguardo de todas las familias.
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El viaje había sido especialmente corto, y en cuanto noto que no faltaba mucho para llegar a su destino decidió cambiarse de atuendo, claro, sabía que ya iba extraordinariamente tarde a la reunión de lideres, pero, si iba a llegar con un retraso de media hora, al menos lo haría elegantemente. Había cosas mucho más importantes, pero, para Vanya Novikov la apariencia decía mucho de ti, aunque Volker no pensaba lo mismo.
Cualquiera que no la conociera podría decir que ella era una mujer superficial, su amor por la moda podía ser algo que la catalogara como una mala reina que solo se la pasaba en tiendas departamentales, pero, aunque amara todo eso y odiara viajar eso no quería decir que no fuese sumamente responsable con su trabajo y con su cargo, no por nada había hecho que todo su territorio prosperara de una manera maravillosa, su riqueza podía bien compararse con la de cualquiera, y sin dejar de lado que sus negocios iban aún mejor que los de muchos, su inteligencia era tan grande como su belleza.
Inmediatamente al aterrizar, ella y su mellizo prácticamente corrieron hasta el auto que ya los esperaba, la rubia ya podía escuchar los insultos de todos lo que se habían preparado con antelación y que había llegado a tiempo, pero, no les iba a tomar importancia, porque solo ella sabía la razón detrás de eso.
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Debía admitir que la manada del rey de los leones era una preciosura, estaba muy bien cuidada y se veía que no escatimaba en gastos cuando se trataba de sus tierras, la curiosidad por saber quién era aquel que lideraba ese lugar era inmensa. No se sorprendió tanto cuando vio que el lugar ya estaba lleno de autos lujosos, supo rápidamente que solo ella faltaba, así que, salió del auto y junto a Volker se dirigió hasta dentro de la mansión, los sirvientes le habían indicado el lugar donde se llevaba a cabo la reunión y con una gran sonrisa fingida se disponía a entrar, hasta que a su nariz llego un delicioso aroma a vainilla, uno que la volvía loca, su loba interior no lo dudo, e inmediatamente grito “Mate”, palabra que logro una semblante demasiado alegre en su rostro.
— ¿Qué te sucede? — Preguntó Volker, al ver el cambio de su hermana.
— Nada... — Respondió ella — Entremos — Dijo abriendo la puerta, mientras se disculpaba con los presentes — Disculpen la demora... — Volvió a decir conectando su mirada con la de aquel moreno de preciosos ojos — Ahora podemos empezar — Dijo una vez más sin poder evitar lamerse los labios mientras lo veía.
Si lugar a dudas era el “Destino” ... Y él también lo sabía perfectamente...
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Editado: 03.12.2023