¿reina Por Obligación?

Capítulo XVIII: Desvelando un pequeño secreto.

Las luces blancas me ciegan, el olor a hospital me repugna y mis ojos cada vez se van aguando más. Pregunto a todo el personal del hospital que se me cruza, pero nadie tiene las respuestas que necesito. Veo unas puertas acristaladas al final del pasillo y comienzo a correr hacia ellas.

Lo siento señora, pero no puede pasar a la sala de operaciones. – se me cruza una enfermera.

¡No! Yo necesito entrar, mi prometido… le han traído, pero nadie me dice nada. – mi desespero llega a tal grado que empujo a la mujer y comienzo a correr hacia las puertas.

Cuanto más corro más noto que las puertas se alejan. Paro en medio del pasillo, al mirar hacia atrás encuentro la más absoluta oscuridad. Me encuentro en una intersección, el pasillo hacia delante continúa, pero a mis lados hay otros dos pasillos que llevan a puertas correderas.

Sin pensarlo mucho elijo el pasillo de la derecha. Cada vez se hace más tétrico, las luces parpadean y un soplido de viento me da un escalofrío.

Ya no corro, ahora ando con cautela, fijándome en todo lo que hay a mi alrededor. Tengo una sensación de peligro que a cada paso se intensifica. 

Esta vez soy capaz de llegar y las puertas se abren dejándome libre acceso a una habitación totalmente a oscuras. Las puertas se cierran tras de mí y una bombilla se enciende en el centro de la sala, dejándome ver una camilla mortuoria, está tapado con una sábana blanca.

Me acerco poco a poco y al estar al lado de la camilla me lleno de valor para destapar a la persona. Grito sin poder evitarlo y me alejo unos cuantos pasos.

Mark se levanta de repente y gira la cabeza en un ángulo inhumano conectando sus cuentas vacías con mis ojos.

Jade, Jade, Jade… oigo decir de fondo. Saca sus piernas de la camilla y comienza a levantarse. - ¡Jade!

Me levanto como un resorte chocándome con Kaos. Me alejo y paso las manos por mi cara, la cual noto mojada por las lágrimas que acabo de derramar.

– Jade, ¿estás bien? – asiento sin articular palabra alguna. Ha sido una pesadilla espantosa, y tan real… – Tenemos que salir, hay una alerta.

Asiento y cojo una sudadera colocándomela sobre la camiseta del uniforme, y poniendo todas mis medallas en la sudadera, me coloco las botas de combate, nunca se sabe. No hace frío, pero el vientre cada vez está más abultado y no quiero que se note, por ahora al menos.

Me fijo mejor en lo que sucede a mi alrededor mientras salimos, hay una sirena sonando y las luces se han vuelto rojas, dificultando ligeramente la vista.

Bajo tras Kaos y los demás guardias se nos unen a lo largo del recorrido formando un círculo a mi alrededor, las soldados se molestan e insultan a los guardias por dificultarles la bajada.

– No sé quién narices se cree que es para entorpecer la bajada. – oigo decir a una civis alta, de pelo azul y ojos también azules. Miro sus medallas, es una teniente, me lo anoto mentalmente para tener una charla más tarde.

Al llegar a la planta baja nos espera la teniente Prescott.

– Capitana, hay una alerta ámbar. – la alerta ámbar se utiliza cuando un grupo terrorista ataca. – tenemos un soplo, van a atacar el palacio de justicia de Mandex en una media hora, y como eres la máxima autoridad debes aprobar las maniobras. Los soldados están formando filas, creemos que lo mejor es que te presentes ya ante ellos.

– ¿Sabemos si el soplo es verídico?

– Sí, capitana. El mensaje nos lo ha hecho llegar una de las unidades especiales, tienen agentes infiltrados.

Asiento y me dirijo junto a ella a donde están todos los soldados moviéndose. Al ver cómo nos acercamos se colocan con rapidez.

Nos colocamos frente a ellos y todos se ponen firmes.

– ¡Soldados, firmes para recibir a su máxima autoridad! – grita la teniente Prescott. Me hace un pequeño gesto con la cabeza y avanzo un paso mentalizándome de que no voy a dejar que nadie me pisotee.

– ¡No he venido aquí para que chismorreen como cotorras ni para que me intenten degradar! – aviso - ¡Así que espero que se mentalicen y aprendan! ¡Espero su máximo esfuerzo, su total concentración y que dejen atrás sus niñerías! ¿Entendido?

– ¡Sí mi capitana! – gritan todos al unísono.

Veo una sombra acercarse con rapidez.

– ¡Teniente! – se queda quieta esperando que no sea a ella. – Usted, la que llega tarde y no sabe callar cuando no tiene idea de lo que habla. ¿Qué tan importante era lo que estaba haciendo como para llegar tarde?

Comienza a balbucear.

– ¿Sabe qué? No quiero excusas. Doscientas flexiones, a ver si en ese tiempo se mentaliza de que hay que ser puntual. – me intenta refutar y la corto. - ¿acaso no entiende lo que le he dicho? O, ¿es que no es capaz de ver las insignias que decoran mi sudadera y me definen como su superior?

Baja la cabeza y comienza a agacharse, pero la detengo y la hago hacer las flexiones frente a toda la armada. Llamo a la amiga que iba con ella para que cuente las flexiones.



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En el texto hay: fantasia secretos y romance

Editado: 20.07.2021

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