Reino de héreoes y dragones

12. El tesoro

Todo en su cuerpo dolía, las manos le escocían horrores, el rostro había comenzado a picarle y las piernas le exigían una tregua con urgencia, sin embargo, Maya seguía corriendo. Su paso ya no era tan rápido como al principio, pero procuraba mantener un ritmo estable. 

El cielo se estaba poniendo de un amarillo intenso, la grama bajo sus pies estaba caliente y los murmullos característicos del bosque se sentían cada vez más. Lo que solo significaba que la mañana se había ido, dando paso al sol de media tarde. —  Nunca se le ocurrió que la prueba pudiera llegar a durar tanto, se sentía exhausta  — El final del camino trazado en el mapa estaba a no más de cuatro metros de distancia y aun así, ella seguía sin ver nada. Ni tesoro, ni X, nada.

Deteniendo sus pasos, sacó el mapa de donde lo tenía guardado y lo examinó con detalle, según el camino, justo a un metro de ella debería estar el tesoro, pero desde donde ella estaba podía ver que más allá solo quedaba el vacío. 

Maya nunca había llegado tan lejos en el bosque, estos terrenos eran pantanosos y las criaturas que por allí merodeaban eran mucho menos amigables que las que ella conocía. La angustia estaba empezando a ganar terreno en su interior. Volvió a fijar los ojos en el mapa, a cerciorarse de estar en el sitio correcto, y así era, había seguido cada paso como se indicaba.

Con un gruñido de frustración guardó nuevamente el mapa y se dispuso a avanzar hacia adelante, donde supuestamente debía aguardar la X, pero tal como lo había predicho no se encontraba nada allí, sin embargo algo llamó su atención, del otro lado del abismo una luz brillante parpadeaba con intensidad. En el acto la boca se le secó y el corazón comenzó una carrera apresurada en su interior. —  Sería posible… No. ¿Cómo se suponía que llegaría hasta allá? —  Con desespero caminó un poco más hasta llegar al borde del abismo y justo cuando pensaba inclinarse, el suelo bajo sus pies vibró, y de la nada frente a ella apareció una de las criaturas más aterradoras que Maya haya visto en su vida. 

Su tamaño era impresionante, e hizo que sus pies se movieran sin dudarlo hacia atrás mientras que ese cuerpo de más de tres metros de alto, piel gruesa de un gris verdoso, gran cabeza y unos pies que bien podrían dejarla aplastada en la arena, se materializaba frente a ella. Un troll. Maya no lograba salir de su asombro, sus ojos parecían no dar crédito a lo que veían. El ambiente se tornó frío de inmediato, como si todo el calor de la tarde se hubiera evaporado por su sola presencia. 

Pasos apresurados se escucharon detrás de ella, y la cabeza de Maya giró al instante solo para toparse con el rostro impresionado y aterrorizado de Zyan, ella imaginaba que el suyo debería de verse igual.

—  Eso… eso es… — 

—  Un Troll —  Finalizó Maya por él, sin despegar los ojos de la criatura.

El troll miraba del uno hacia el otro sin perder detalle de nada, llevaba una especie de báculo enorme de madera en su mano derecha, el cual finalizaba con una piedra de un verde brillante en lo alto. No había dicho una sola palabra desde que los vio y Maya no sabía exactamente qué hacer al respecto; después de algunos segundos en silencio, el Troll levantó el bastón y señaló hacia ellos.

—  Al otro lado del abismo, su tesoro está dormido. Pero para poder cruzar, un acertijo han de adivinar.

Maya escuchó sin poder creer las palabras del Troll, y antes de siquiera pensarlo, una estruendosa carcajada salió de  sus labios, ella era pésima en los acertijos, había durado días tratando de adivinar lo que Etria había querido decirle y ahora después de todo lo que había pasado para llegar hasta allí, resultaba que no podía tomar el tesoro si no resuelve una estúpida adivinanza.

—  Esto tiene que ser una broma. 

—  Por la manera en que él te esta mirando, dudo mucho que lo sea —  Murmuró Zyan a su lado.

De inmediato sus ojos se clavaron en el Troll, quien la esta viendo como si tuviese ganas de arrancarle la cabeza de un tajo. Maya pasó saliva con dificultad antes de susurrar una disculpa.

—  Como tu llegaste antes, escucharas la tuya primero —  El Troll,se dirigió hacía ella, su voz  era áspera, vieja. De alguna manera le daba la sensación de estar escuchando un árbol muy antiguo hablar.

Maya trató de relajarse y prestar toda la atención posible a lo que la criatura estaba por decirle, pero aun así los nervios estaban haciendo un hueco en su interior, y una pregunta bailando en su lengua no la dejó mantenerse callada.

—  ¿Cuántos intentos tendré? —  dijo justo cuando la boca de la criatura se abría.

Al Troll no parecía agradarle en lo absoluto que lo hubiesen interrumpido, un gruñido aterradoramente fuerte salió de su garganta, haciendo que las aves de los árboles se espantaran y los vellos de su cuerpo se erizaran, incluso Zyan, pareció tensarse a su lado.

—  Tendrán tres intentos cada uno, pero como no te calles, pasarás a tener ninguno.

Maya hizo una seña de dejar la boca cerrada, y dio prudentemente un paso hacia atrás. No creía que hacer enojar a un troll, fuese algo remotamente inteligente que hacer.

—  Escucha con atención, niña —  Esta vez, la voz del troll parecía más musical, atrayente, y en el acto todos los sentidos de Maya se pusieron en alerta, enfocados solo en sus palabras  —  “El cielo y la tierra se van a juntar, la ola y la nube se van a enredar. Vayas donde vayas siempre lo verás, por mucho que andes nunca llegarás.” ¿Qué es mestiza?




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