—Oye.....¿eres buena corriendo?
—Eh...no lo sé...
—¿Qué te parece si lo comprobamos ahora?
—Buena idea...
—¡¡FUGIMOTO DEJA QUE TE ATRAPE MOCOSO DESCARADO!!- se oye un fuerte grito detrás de la espalda de Haru y la pequeña Ame, quienes al estar muy cerca del lugar donde provino el grito, se preparan para salir corriendo a una velocidad casi inobservable, escapando de la señora gruñona con un maso en la mano, dispuesta a golpearlos si los lograba alcanzar.
Los dos más jóvenes chocan con todo lo que se encuentran en su camino, personas, objetos, carruchas y demás cosas, harían lo imposible para escapar sanos de las manos de la señora panadera, quien los perseguía con una velocidad muy sorprendente a pesar de su avanzada edad, con una mirada asesina en su rostro.
—¡¡Ame!!- el chico más grande jala a la pequeña a su lado para pasar sobre una carrucha lo más rápido que puede, dejando a la señora del otro lado, insultando al pobre señor que se interpuso; y, Haru aprovechando dicha ventaja se esconde en unos grandes arbustos que no se encontraban tan lejos- Shss...- con señas y una gran sonrisa le dice a la pequeña que guarde silencio para que no los atrapen.
—¿DÓNDE TE METISTE MOCOSO DE QUINTA?- molesta, camina por la plaza deteriorada, observando hacia todos los lados buscando a los dos chiquillos ocultos detrás del gran arbusto a un lado de ella- Siempre sonsacando a la pequeña Ame, ¿Cuándo vas a aprender que no debes estar por allí enseñando a como robar?- sigue hablando acercándose al arbusto, pero sin revisar ni darse cuenta de la presencia de ambos.
—Hey...- susurra Ame tocándole el hombro a Haru, quien la voltea a ver.- Por aquí- señala con el dedo un "pasadizo" para salir de ese lugar sin que los vean; y siguiendo ese camino, llegan a otra parte de la plaza, un poco apartada del resto de los demás, cerca del camino a casa.
Pudiendo ellos caminar con libertad, Haru se dispone a soltar un gran suspiro pesado seguido de una carcajada, algo muy característico de él, haciendo que la más joven le quede mirando con una sonrisa triste.
—¡¡No puede ser!! ¿Viste la cara que colocó cuando se dió cuenta de que los panes recién horneados que había echo ya no estaban? ¡Dios! Fue lo mejor definitivamente- sigue riéndose a carcajadas mientras se agarra fuerte el estómago y se limpia una lágrima de su ojo izquierdo; pero al notar como Ame se encuentra muy callada, observándolo con una mirada y sonrisa triste, se tranquiliza, frenando la caminata- Ame-chan ¿Qué tienes? Te noto triste....¿qué no es esto para reírse?- pregunta confundido agarrándose la barbilla.
—¡¡Claro que no!! Haru-sama, se supone que debes enojarte por lo que dijo la señora esa, no estar alegre por la cara que puso. Todos siempre dicen que tu me sonsacas, pero eso no es cierto!! yo estoy contigo porque me gusta; aunque ellos nunca me escuchen y digan que tu me manipulas.......- cabizbaja, la pequeña no logra entender como Haru-san puede reír como si nada; a pesar de lo que le acaban de decir hace unos minutos, el actúa como si no le hubieran dicho nada.
Siempre fue así, desde que Ame tiene memoria Haru-san ha recibido comentarios muy fuera de lugar, por culpa de ella o por su actitud y personalidad sonriente; alegre; activo y siempre buscándole el lado positivo a las cosas.
—Oh.....así que era eso..- afirma, observando a la pequeña que asiente cabizbaja. Haru-san sonríe- Ame-chan, no te frustres por cosas que no podemos cambiar, cada quién tiene su forma y su estilo de pensar, por muy distintos que sean a la verdad o realidad; siempre pensarán lo que ellos vean más a su favor, simplemente...no dejes que te afecte.- se encoge de hombros con una muy grande sonrisa, otorgándole seguridad y fortaleza a la más pequeña.
—Haru-sama...tiene razón.- exclama la niña sonriendo, con unos ojos brillando de admiración hacia la persona posada al frente.
—Oh, ¿enserio la tengo?- pregunta Haru-san entre confundido y sorprendido, solamente dijo lo que pensaba, no esperaba que le dieran la razón.
—¿Qué? ¡¡COMO PUEDES DECIR ALGO SUMAMENTE INTELIGENTE PERO AL MEDIO MINUTO LO ARRUINAS!!- pregunta Ame-chan enojada e incrédula, pues su amigo y casi "hermano" siempre era así, en un minuto podía decir cosas muy inteligentes, como por ejemplo el cálculo con la que viaja la velocidad de la luz, mientras que al otro está proponiendo lanzarse de un acantilado con perros rabiosos persiguiéndolo.
—Ok, ok no te enojes.- alza ambas manos en son de paz - Ahora que tenemos el pan...- da pequeños golpes en su bolsillo derecho- Vayamos a casa a dárselo a Tetsu-san.
(.....)
En una parte más alejada de la plaza central, se encontraban varias casas, pequeñas y muy deterioradas; pues en estas habitaban las personas con verdaderamente escasos recursos, pero a pesar de ello, las más trabajadoras, responsables y humildes de ese pueblo, nombrado por muchos..."El peor pueblo". Sin embargo, de alguna manera hacían cosas para ganarse la vida, no podían morirse de hambre, así que optaban por la pesca e inclusive la caza, recolección de frutos y la siembra; la vendían y aunque no obtenían mucho era mejor que no tener nada.
Haru-san y Ame-chan caminan entre bromas y charlas triviales, riéndose a carcajadas, llegando a ser observados por todos los que pasaban alrededor, los cuales se contagiaban de su risa escandalosa. El mayor al notar lo cerca que estaba de su casa corrió chocando con un señor, siendo más claro con su carrucha.
—Lo siento...- dice rápidamente con su característica sonrisa en el rostro.
—Haru-sama espera!!- exclama la pequeña Ame siendo abandonada, a la par que intenta seguirle el paso al mayor, cosa que no logra por la gran delantera llevada por el otro.
Sin importarle nada y llegando a la puerta suelta un fuerte grito, llamando a la persona deseada, la cual no sale. Ame llegando agitada por haber corrido, le regala un golpe en el brazo, haciendo que Haru se queje mientras se soba, sacándole la lengua de una manera graciosa.