Mientras tanto al otro lado del mar, en una pequeña cabaña.
Un hombre de unos aproximadamente 39 años, tez trigueña, ojos color negro, 1.89 cm, cabello color azul oscuro natural; cuelga el teléfono suspirando pesadamente, soltando este mismo mientras se lanza sobre la cama, para luego escucharse un quejido de su parte, agarrándose el sitio lastimado de su abdomen.
—Ten cuidado, recuerda que no estas bien curado del todo, y a pesar de que te he estado tratando con mi magia para que sanes más rápido, no hago milagros; mucho menos con una herida tan grande y profunda, como la que tienes allí.- señala el abdomen del hombre la mujer, cruzada de brazos desde el umbral de la puerta, analizando con antelación sus pasos y movimientos.
—Calma Hibi-san, no es para tanto, ya me encuentro mucho mejor que antes.- le resta importancia con un movimiento simple de manos, acomodándose en la cama con sumo cuidado de no lastimarse para no preocupar a la menor, de unos 37 años.
—Primero mi nombre es ¿¡HIBIKI!? no Hibi, te lo he repetido cientos de veces. Segundo deja de disimular, se que todavía te duele la herida así que no me digas que no me preocupe porque de igual manera lo haré...- se acerca a medida que habla para quedar frente al herido sentado en la orilla de la cama, mientras reposa su espalda en el espaldar de esta misma- ¿Pudiste hablar con la persona que me comentaste?
El mayor muestra una mueca seguido de una sonrisa, entre alegre, preocupado y desanimado, había podido comunicarse y hablar con dos personas, sí, pero no exactamente con la que quería; sin embargo, sabía que era mejor así, pues algo le decía que si hablaba con esa persona iba a ser peor tanto para aquel ser como para él.
—Ah....- se acomoda nuevamente en su sitio suspirando.- Pues......no logré hablar exactamente con esa persona, pero si pude preguntar por ella y lo que me dijeron me dejó claro una cosa.........nadie impedirá que cumpla sus propósitos y objetivo. Lo que me pasó es solo un impulso y motivo para seguir adelante sus sueños, de eso estoy seguro.
La mujer alza una ceja, entre sorprendida y confusa de lo dicho por el hombre; ¿Cómo podría una persona saber el comportamiento y pensamientos de otra con solo 5 palabras dichas por otra gente? No lo entendía, tal vez porque toda su vida estuvo sola que no pudo obtener tal conexión con alguien, o porque se convenció así misma que no la necesitaba.
—Aki ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? Digo, me has dicho que no hablaste con esa persona....¿Cómo sabes eso?- pregunta Hibiki-san sin entender mucho la seguridad en las palabras de Aki.
—Hibi-san, conozco a Haru desde que era un crío, le enseñé muchas cosas de las cuales hoy presume y se esfuerza cada día por superarme, sobretodo superarse a sí mismo.- se encoge de hombros con una sonrisa, intentando explicar la personalidad del nombrado, ya que no sabía como hacerlo- Él....es una persona muy alegre, divertida; para cualquiera sería un premio conocer a alguien así, que siempre mire el lado positivo de las cosas por más malas que sean...pero nuestro pueblo nunca opinó igual. Al más mínimo rayo de luz que vean lo quieren opacar, desaparecer.
Se podía notar a simple vista como Aki respiraba agitadamente, dando a entender que se estaba enojando, recordando todas las veces que tuvo que defender a Haru-kun de las distintas malas palabras y los diversos intentos de golpizas que su misma gente le quería propinar y decir; sin embargo, tan irónica es la vida que a pesar de todo Haru-kun en muchos de sus propósitos incluye a su gente; a su pueblo, para liberarlos de la esclavitud y la fuerte dictadura en la que se encontraban, sin importarle en absoluto todo lo que le han echo.
—Vaya...por lo que me dices puedo notar que no vive una situación fácil...- llega a la conclusión Hibiki-san alzando ambas cejas, en señal de "intento de sorpresa".
—No se trata de que haya tenido una situación fácil o difícil, el simple hecho de que tu propia gente te maltrate, te insulte y te humille de por sí ya es...complicado...- Aki ladea la cabeza un poco, retirando como puede algunos mechones de su rostro; ya que una mano la tenía ocupada en el sitio de la herida mientras que la otra se encontraba apoyada en la cama, para darle cierto equilibrio.- Si la misma gente que te vió crecer te trata mal, tan patéticamente a un...adolescente, ¿Qué puede quedar para los demás?
Esa era una pregunta que se hacía todas las noches, acompañado por la oscuridad de esta misma. No lograba comprender el trato que recibía Haru, aunque tenía una idea del por qué....
—Las personas envidian lo que no pueden tener Hibiki-san, lo que no poseen, lo que no obtienen; y al ellos verlo reflejado en otra persona se llenan de frustración, mientras que otros de simple felicidad.- agrega con la mirada perdida, pero con decisión en sus palabras, sonando seguro, sin ningún tipo de duda.
—De eso no cabe incertidumbre.....
(...........)
Una patada...y otra....y otra.....y otra. Un puño...y otro.....y otro.....y otro.....
Así se había pasado toda la madrugada Haru, dando golpes y patadas al viento, diciendo palabras inentendibles para muchos en ese pequeño pueblo, algunos podrían saber que eran conjuros; sin embargo la mayoría no tenía idea de lo que podía ser.
Ame oculta en unos arbustos detrás de Haru, decide salir a ver como estaba, ya que se había enterado lo que había pasado con Aki, persona la cual era admirada muchísimo por el anterior nombrado. Acercándose con cuidado le toca el hombro, todo con suma delicadeza para que no se espante por el abrupto detenimiento.
—Haru-sama....- susurra la menor, esperando alguna respuesta de Haru quien se voltea despacio, quedando al frente de la pequeña- ¡¡¡AHH!!!- grita completamente espantada cayendo al suelo, arrastrándose hacia atrás rápidamente.
—Ame-chan, hola ¿Qué sucede?- pregunta un desorientado Haru, casi desnutrido y con cara de sueño, mucho sueño; además, se tambaleaba en su mismo sitio, como si le costara el simple echo de mantenerse en pie.