Reladescentes

3: Nunca conoces a alguien totalmente.

Miercoles, 5:55 a.m.

—¡La hora!

Las primeras dos alarmas no me habrían despertado. Siempre pongo tres alarmas por si las primeras dos no me levantan. La primera a las 5:00 a.m, la segunda a las 5:25 a.m y la última a las 5:55 a.m. No entendía por qué no las había escuchado, hasta que recordé que ayer me acosté más tarde de lo común pensando en este momento de mi vida.

Me levanté apresurado, esta vez no vi a los vecinos pasar por mi ventana trotando. Me bañé y me 
vestí rápido. Las clases comenzaban a las siete, y la escuela no quedaba tan lejos, pero los 
profesores y todos los que trabajan allí deben estar antes de las siete, sobre todo si recien comencé 
mi trabajo este lunes.

Apresuré mis pasos al salir de mi casa y llegué cuatro minutos más rápido que un día común donde camino con paciencia porque salí más temprano.

Afortunadamente llegué antes que comenzaran a entonar el himno, así que subí a mi puesto, y al 
llegar a la sala de orientación noté que estaba solo, bueno más solo que de costumbre. Faltaba 
alguien, faltaba Flor.

Esperé varios minutos, ya todos los alumnos habían entrado a sus salones y aún no llegaba Flor. 
Decidí bajar para consultar y me dijeron que no había venido porque estaba enferma.

Me tocó sustituir a flor en su puesto de trabajo, por si llegaba alguien poder atenderlo sin que 
piense que no hay nadie trabajando aquí.

Pasaron un par de horas, y veo una chica que se veía confundida y estaba parada en la puerta 
principal, así que me paré y me acerqué a la entrada.

—Buenas ¿qué desea?

—Estoy buscando la sala de orientación, ¿es aquí?

—Si, si quiere puede pasar.

—Está bien, gracias.

Entró y tomó una cita, le expliqué que yo era el que atendía los casos y nos dirigimos hacia la 
oficina.

—Nombre y edad, por favor. —Anoté sus datos y comencé con las preguntas.

—Bueno, dígame, ¿por qué se encuentra aquí?

—Bueno, me gradué el año pasado de bachiller, pero mi hermana me contó de este lugar y como vivo 
a una cuadra quise venir. No hay problema ¿verdad?

—No, tranquila, igual no creo que algún alumno venga ahorita.

—Bueno, está bien, como le seguía contando, me han pasado muchas cosas, pero no sabía con 
quien desahogarme y ahora que inaguraron esta sala, quisiera contarte de mi vida ¿puedo?

—Claro, para eso estoy, puedes contarme lo que desees.

—Te contaré la historia desde el principio ¿vale?

—Vale, está bien.

—Bueno, todo comenzó a partir de séptimo, o primer año, yo era una chica muy tímida, pero poco a poco me fui liberando un poco más en ese aspecto, y yo hacía cosas que para los demás eran raras, entonces me hacían bullying a tal punto de decirme cosas ofensivas, trataba de ignorarlo pero por más que sea igual afectaba. Luego, conocí a tres niñas que me dieron la bienvenida a su grupo, comencé a tratarlas más al punto de empezar a confiar en ellas y en el salón, todo esto pasó en el transcurso de primer año. Ellas me defendían de las personas que me hacían bullying, ya que yo era tan tranquila y callada que prefería que ellas me defendieran. Llegó segundo año, para mi fue mejor, ellas comenzaron a venir a mi casa, les contaba mis cosas que no le contaría a casi nadie, les tuve cada día más confianza y me sentía a gusto con ellas. Comienza tercer año, ya sabíamos que nos iba a tocar despedirnos, ya que cada varias personas se cambian  de instituto cuando termina tercer año, ya que algunas escuelas duran hasta sexto año, entonces para ahorrarnos eso y salir de quinto año, muchos se salen antes de comenzar cuarto. Yo lloré muchísimo porque me di cuenta que nada iba a ser como antes. En cuarto año ya todas nos cambiamos y ahí comienza la mala comunicación. Los primeros meses ellas venían para mi casa o yo salía con ellas y hacíamos cualquier actividad, eso fue en las vacaciones de la escuela. En cuarto año se me complicó demasiado porque era un colegio nuevo, yo era tímida aún y me costaba adaptarme, así que me derrumbé y comencé a llorar porque las extrañaba. En quinto año, ya me daba cuenta que yo era la única que les escribía, lo noté, y me pregunté ''si yo les dejo de escribir ¿ellas me escribirían?'' Y lo dejé de hacer, y así fue, me alejé y no me escribieron.

—Entonces, poco a poco te iban desplazando y por estar en distintos lados se alejaron lentamente 
aunque tú si las apreciabas ¿cierto?

—Si, claro, pero al yo no escribirles, comenzó la falta de comunicación. A tal punto ya yo no les 
importaba como antes que hubo una fiesta, y para las salidas teníamos la costumbre de salir todas, 
y sólo una de ellas de las tres me invitó para ir con ella. Comenzaron las graduaciones, y ellas antes siempre me decían lo triste que iba a ser graduarme sin ellas, y a estas alturas pareciera que les dio igual, la amistad jamás volvió a ser como antes.

—¿Y siempre las extrañaste?

—Claro, ellas por más que sea me ayudaron entre primer a tercer año, me hicieron mejorar como 
persona, por más que sea, no puedo ser mal agradecida.

—¿Y hasta el sol de hoy, cómo están ustedes?

—Bueno, le seguiré contando, un amigo que estudiaba con todas nosotras me invitó a una fiesta por su cumpleaños, y me dijo que invitara a mis amigas, le expliqué que en este momento no les 
hablaba mucho pero él me rogó por ese favor, entonces acepté. Les dije y ellas aceptaron, 
planeamos para quedanos en mi casa, arreglarnos para ir a la fiesta y eso. Ellas llegaron, y sentí algo extraño, sabía que algo pasaba. Nosotros nos contábamos todo, y ahora solo sentía rechazo de 
parte de ellas, todas juntas y yo vistiéndome apartada de ellas. El taxi nos va a buscar, llegamos a la fiesta y vemos que todo estaba aburrido. Luego empezaron a hablar entre ellas, a excluírme, igual 
trataba de no darle mucha importancia porque a veces me pongo a pensar mucho en las cosas. 
Después, como fui con mi hermana, que por cierto es menor que yo, ellas me comenzaron a decir 
que si quería que dejara a mi hermana ahí y yo me fuera con ellas, pero obvio no iba a dejar a mi 
hermana allí sola. En un momento mi hermana me dice que la acompañe al baño, y ahí le comencé a explicar que si quería quedarse en ese lugar y yo irme con mis amigas para otra fiesta, y se molestó y comenzó a reclamarme que para qué la invité si le iba a hacer eso. Al final nos quedamos en la fiesta y ellas se fueron por su lado. —Luego hace una pausa.



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En el texto hay: adolescente, historias, psicologo

Editado: 23.04.2020

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