Resolución

Esa noche Albert no logro conciliar el sueño; estaba en un punto donde aborrecía su conducta porque sabía que Nelly sufría por su abandono, mientras él pasaba mucho tiempo con Sam.

-Soy un completo tonto; ¿cómo pude hacerle esto a Nelly? A pesar de las circunstancias en las que se produjo nuestro amor ella siempre ha sido totalmente sincera. Nunca escondió nada de …

-Te detesto; eres una patraña de persona. Has pasado horas con Samantha únicamente para embaucarla. Sabes que ella está enamorada de ti y solo actúas igual que un niño. Pensé durante años que tenias la suficiente madurez para tomar decisiones sabias, pero veo que me equivoque profundamente contigo – era la voz recriminándole todo su derrotero.

Sintió el gran impulso de contradecirla, pero cayo en cuenta que no tenía ningún caso porque, no importando el método que tomara para acallarla, seguiría torturando su conciencia y su conducta. A pesar de que todavía la escuchaba dentro de su cabeza prefirió levantarse de su lecho, ir a la cocina para refrescarse con una soda y, sencillamente, encaminarse a la sala de estar para escuchar música, a pesar de que eran las tres de la mañana. Estaba al tanto de que en cualquier instante Helen bajaría de su habitación, quizás preocupada o posiblemente irritada por su actitud. En ese momento razonó que, efectivamente, nada era prioritario. Debía esforzarse por evitar caer en las redes de la voz susurrante porque, al parecer, su objetivo era llevarlo a las estancias de la locura.

Para su sorpresa su madre no llegó, algo que lo extraño, porque él conocía de sobra que Helen era sumamente susceptible con el orden, y música a alto volumen a las tres de la mañana no era algo que claramente estuviese dispuesta a soportar. Temprano por la mañana, a eso de las seis a. m., su madre se asomó a la sala, y entonces vio que Albert se encontraba entregado al sueño; apago la lampara, lo cubrió con una manta de franela y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno.