Relámpago sin alma

Eres la tierna luz que me inspira

No había otra alternativa, solo hablar con Nelly, para expresarle que el amor de ambos podía sobrevivir. Estaba decidido; en cuanto arribara a la Superior la buscaría y le enfatizaría el infinito amor que aún lo cimbraba. Los minutos que tardó en llegar eran horas en su mente; sin embargo, estaba seguro que en cuanto hablaran todo quedaría zanjado. En cuanto pisó la escuela la buscó primero con sus amigas, después en cada salón y por último preguntó a cada profesor que la conocía, incluyendo, claro está, al profesor Bernabé.

-Buenos días, profesor.

-Hola; no tengo idea dónde estará Samantha. Te sugiero que veas si está en la biblioteca.

- No quiero conversar con ella profesor – cuando Albert saco de su error al profesor Bernabé este lo miro con escepticismo, al tiempo que comenzaba a delinear una sonrisa en su rostro.

- ¡Ven! Yo te llevo con ella – él no se resistió a las indicaciones, sencillamente lo siguió.

Demoraron escasos minutos y, sí, allá estaba Nelly, sentada en uno de los bancos de piedra atrás de la rectoría; precisamente el lugar donde se dio la ruptura. Ella permanecía ensimismada en sus pensamientos; tenía un libro abierto, mientras el viento daba vuelta a las hojas sin que ella se percatara.

-Nelly, mira quien te busca – ella no presto atención, como si el tiempo la hubiera solidificado. Albert se acercó posando su mano sobre su hombro obligándola a ver quien osaba poner su mano sobre ella. Cuando sus ojos encontraron los de él su rostro reveló una tristeza que la consumía lentamente, pero instantáneamente se levantó y lo abrazó.

-Alberti, Alberti, te he extrañado tanto. Todos los días y todos los minutos había soñado con este momento. Dime que no es una ilusión la que estoy teniendo, por favor – le decía, entretanto las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

-No amor, no es una alucinación. Estoy aquí; te amo infinitamente y nunca jamás deseo renunciar a ti – el llanto de Nelly paso de ser en silencio a uno en voz alta. Era evidente que Nelly había surcado una tormenta lúgubre de desesperanza hasta el grado de imaginar que había perdido para siempre el magnífico amor de Albert.

-Pensarás que estoy loca, pero todos los días he venido a sentarme al mismo banco donde me confrontaste con la esperanza de despertar de esta pesadilla. ¡Perdóname Albert! ¡Te lo suplico! – enseguida que vio todo el sufrimiento de Nelly él busco sus labios y la beso con ímpetu, para demostrarle que su amor por ella nunca murió.

- Escúchame; no tengo nada que perdonarte. Si ese fuese el caso el que tiene que rogarte para que lo perdones soy yo, por ser un absoluto estúpido al dudar de tu sublime amor. Te amo Nelly y siempre serás la tierna luz que me inspira – ella, con tiernos e incesantes besos, no permitió que Albert prosiguiera. Sí, una segunda oportunidad abría sus puertas de par en par para continuar cultivando el amor que con tanto ardor se profesaban.   

 

  

   



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En el texto hay: misterio, personajes sobrenaturales, amor

Editado: 27.08.2023

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