El libro que estaba leyendo terminaba en una página cortada, lo último que se llegaba a leer era: "¡Salta ya por la ventana, sé que está abierta!" Giró el rostro hacia la ventana, ya recordaba, el gato había querido salir y la había abierto para él, no le importaba porque a pesar de ser invierno le gustaba a veces sentir el frío en sus mejillas. Se levantó de la cama y oyó un chillido macabro del otro lado de la puerta, miró afuera y vio el auto que se describía en el libro, el que conducía la protagonista de la historia, un Zhiguli negro. El suelo comenzó a moverse, las paredes se cerraban sobre él, el gato huyó despavorido por la ventana y se ocultó entre las ramas del árbol, su pelo erizado por el miedo. El muchacho no lo pensó más, se colocó su abrigo y saltó, corrió hacia el auto que ya estaba encendido y subió, la conductora aceleró y se perdió tras el horizonte invernal de la Rusia de los 80'.