Relatos de Guerra

Capítulo 14: "Silencio ensordecedor"

Capítulo 14:

"Silencio ensordecedor"

 

“Todo estará bien” me digo a mí mismo “relájate Edmund”. Sin embargo, cualquier esfuerzo es en vano y ahora me arrepiento de haber hecho que nos escucharan, por más absurdo que parezca, he sido yo quien ha provocado que nos atrapasen, a Thomas y a mí. ¿Qué más podría haber hecho? Aun cuando intento justificarme las palabras son huecas, un reflejo de mi cobardía, lo único que podía pensar era en volver, si éramos prisioneros sería igual que antes: la comida, la ropa, la civilización… no tendríamos que pasar por lo que estábamos pasando. Incluso la muerte era aceptable… pero entonces vino a mi mente el rostro de Elizabeth, sus puños apretados, su postura iracunda. Ella fue la razón por la que decidí que nos fuéramos desde un comienzo.

Cuando éramos esclavos en la nueva Marló solía pararme en ocasiones frente a la ventana de la cocina, Jocelyn me miraba ahí y me sonreía burlona, pero sabía que Elizabeth llamaba mi atención desde hacia tiempo, nunca se lo había dicho, pero Jocelyn de alguna manera lo supo desde un principio, incluso si nunca le conté lo que sucedió la primera noche que llegué a aquella casa: el temblor en el cuerpo de Liz cuando me acerqué en busca de consuelo… sin conocerme me aceptó y eso valió para mí más que cualquier palabra.

El sonido de las ramas crujientes llama mi atención, Thomas se revuelve detrás de mí, hemos permanecido aquí por un largo rato. Cuando levanto el rostro veo al marlón caminando hacia nosotros, viene con unos cuantos chicos a los lados, su expresión no muestra nada y no hay ninguna otra palabra con la que pueda describirlo, extrañamente, no siento ningún miedo de él, sino desconfianza. El grupo se detiene frente a nosotros y siento las manos de Thomas moverse de manera inquieta, trata de deshacerse de las cuerdas a pesar de que el marlón lo está viendo. Vaya idiota.

El marlón murmura algo para un chico que se encuentra a su izquierda, este ríe por lo bajo y se acerca a nosotros, mientras el resto nos rodea y unos cuantos nos toman por los pies para comenzar a desatarnos. Me preparo mentalmente para lo que sea que venga, pero no puedo dejar de pensar en Elizabeth.

—¿Dónde están ellas? —pregunto sin rodeos. El marlón me observa mientras los demás se miran entre sí.

Al ver que no reacciono de ninguna manera, el resto se aparta mientras me pongo en pie. Claro ¿Qué puedo hacerles sin armas? Incluso ¿Qué puedo hacer con las pocas fuerzas que me quedan? Me tengo que obligar a verlo hacia arriba, me pasa por unos cuantos centímetros, pero es normal en los de su clase: la altura, los ojos claros, el rostro de hombre duro. No me mira de manera altiva, su postura no es la misma que el resto de soldados de la nueva Marló, ni siquiera tiene el uniforme como debidamente lo portan, de hecho, ahora que me fijo, los muchachos están usando la misma vestimenta que él.

—¿Quiénes son ustedes?

—Mi nombre es Aleksei—murmura arrastrando la voz—soldado 1703, escuadrón 906 de la nueva Marló… somos la resistencia.

—¿resistencia? —murmura Thomas ahora a un lado mío.

—o algo así—el marlón da la vuelta y comienza a caminar hacia el campamento, indicándome que lo siga.

Me apresuro para ponerme a su altura, pero inmediatamente un chico me intercepta.

—déjalo—se interpone el marlón.

El chico asiente y retrocede, permitiéndome el paso. Me acerco con cautela mientras observo al resto y Thomas me sigue de cerca. Me siento como un animal enjaulado, y estoy ligeramente confundido con este giro de acontecimientos, no estoy seguro de si debo confiar o no y eso me desestabiliza. Comenzamos a caminar de nuevo al campamento.

—¿Qué hiciste con ella?

—Está bien, si es lo que quieres saber—responde.

Asiento, procesando la información.

—Está siendo atendida—continua, esta vez esperando una respuesta, pero obtiene solo un breve asentimiento con la cabeza.

Recuerdo la herida en la pierna de Liz, saber que la atienden me reconforta un poco.

Conforme caminamos de regreso a la cabaña veo receloso mi alrededor y a los que nos rodean, descubro a Thomas haciendo lo mismo y cuando nuestras miradas chocan sus ojos muestran una clara interrogante: ¿ahora qué?; una vez más desde que salimos de la nueva marló me pregunto lo mismo.

Pese a que el grupo de chicos nos rodea siento una especie de calma, no es como si estuviesen vigilándonos, sino acompañándonos. Todos portan una u otra prenda de los uniformes de la guardia marló: chaqueta, pantalón o botas, añadidos a prendas de los abisales y uniformes de servicio. Cuando nos estamos acercando a la entrada me percato de varios ojos sobre nosotros, en su mayoría de niños. Me doy cuenta, por primera vez, que el campamento está conformado por varones.

Mientras seguimos al marlón por las escaleras, apenas logro pisar el primer peldaño cuando escucho un grito detrás nuestro. Me giro rápidamente para ver la espalda de Thomas atravesando el campamento mientras algunos chicos lo siguen, apenas estoy razonando la idea de seguirlo cuando un par de chicos me toman de los brazos para llevarme escaleras arriba. Levanto el rostro para ver al marlón contemplando la escena inexpresivamente, tras unos segundos aprieta los labios y da una orden en marlón, los chicos me sueltan y se gira para seguir subiendo las escaleras.




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