Relatos de la misma cofradía

II

Miró los pies del sacerdote y estaban a unos centímetros del piso. Sin apartar la vista tomó la mano de su compañero y la apretó fuertemente. Él colocó la otra mano sobre la de ella, se acercó y le dijo: sí, esta levitando.

El padre alzó los brazos con la mirada fija en la luz que entraba por las ventanas laterales cercanas al techo y en medio del silencio se escuchó su reclamo: es Andrés, Padre, es Andrés, solo tienes tres años. Ella le había hecho una petición especial y el organizó todo en el momento con las pocas personas que se quedaron después de la misa. Aún así, escuchar el nombre de su sobrino en un momento como ése la tomó por sorpresa.

La señora que estaba sentada en el banco de atrás se arrodilló justo detrás de ella y le dijo casi en un susurro: me están pidiendo que rece por ti pero tengo que poner las manos en tu cabeza. En señal de aprobación se recostó completamente del espaldar y se escurrió poco a poco en el banco hasta que sintió el contacto. Así permaneció, entregada al momento.

Ya en la calle caminando asida de la mano de su compañero, cada uno recobraba sus propios pensamientos. No me despedí de la señora que se sentó detrás de mí, comentó ella rompiendo el silencio. Qué señora? le preguntó él sin mirarla. Su pregunta le confirmó lo que ya sabía, que en el banco de atrás no había nadie.



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En el texto hay: relatos cortos reales, místico

Editado: 08.08.2020

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