De cuando encontré a Cha (Porque si lo estaba buscando)
Parte 1
Corría por allá del año 2013. Jajajaja osea si pero hueva empezar así.
Pos andaba en la gozadera total. Solterita y a la orden. Muy desmadrocita yo.
Después de una relación muy bonita de 5 años que luego se convirtió en lo que bien hubiera podido ser un capítulo de la Rosa de Guadalupe, me quedé medio convaleciente en las ondas del amor.
Pero, pues sentía que le faltaba a mi vida alguien a quien estar chingando con el "¿dónde estás?" "¿A qué hora llegas?". Jaja no, bueno si, pero lo que más anhelaba era tener a alguien con quién compartir los días y que se quedará un poquito más.
Porque ahí iba yo por la vida como astrónomo, encontrándome puro pinche cometa Halley que ves pasar cada 75 años, y pues yo no tenía tiempo de estar esperando xq el promedio de vida es de 80 así que las cuentas no me salían.
Y pues yo: enamoradiza, ilusionada y con ganas de encontrar al príncipe azul hice lo que cualquier mujer desesperada haría. Okcupid.
Eiii. Así, sin pudor alguno que me doy de alta en Okcupid por qué la neta ni sabía que existía Tinder, creo apenas comenzaba.
Okcupid funciona "casi" igual a Tinder solo que sin la ubicación de las personas. Igual te encuentras un vato de la CDMX como uno de Monterrey y pues es el arriesgue. Que la mercancía venga dañada, o que viva lejos, o que sea un viejito de 80 años atrás de la pantalla.
Peeero, cómo dije antes, ya tenía ganas de decir "buenos días amor mío". Así que pues más o menos despesperada, que me arriesgo y me inscribo al mentado Okcupid.
Noooombre. Una cosa chabocha.
Jajajajaja la neta si le invertía un buen rato al día en estar viendo hombres de todos los tamaños, colores, formas, gustos, religiones y sabores.
Y pues yo, inconsciente de la inseguridad de mi chulisimo México, pues me avente a tener algunas citas con los pretendientes. No fueron muchas, pero pues ya saben, una acá besando sapos buscando al príncipe.
No es que me estuviera quedando a vestir santos, pero si algo me ha movido a lo largo de mi vida es el amor. Y ya saben, una acá teniendo TODO ESTO para dar, pues buscaba quien quisiera. "¿Lo vas a querer o se lo echó al perro?".
Conocí a un wey muy buena onda, que me invitó un día un café al Starbucks y pues dije órale va. Tenía plática chida. No era el más guapo pero pues una dice "lo que importa es lo de adentro" y bueno... Pues vaya que tenía mucho adentro jajaja.
Llegamos al cafecito; muy caballeroso el wey, feo como patearle el pesebre al niñito Dios, pero de buenos sentimientos (o así se vendió).
Ni más tardamos en llegar al Starbucks y ya me había pedido un café, me saco la silla para sentarme y todo muy bien hasta que...
El we casi me saca el anillo de compromiso ahí, en la primera cita. Me halago tanto que neta ya no sabía si era burla o si de plano el wey estaba más desesperado que yo.
Me tomaba de las manos (asquerosamente sudadas) y me decía que la vida juntos iba a ser lo más maravilloso del mundo.
Me pinto casi casi una boda como la de Lucerito y Mijares, en cadena nacional y todo el pedo.
"Ay Diosito, sácame de aquí".
"Sixtie" cómo le llamo a mi mejor amiga y hermana siempre estaba al tanto de mi ubicación, y a veces hasta se chutaba el catálogo de hombres conmigo ayudándome a decidir cuál si y cuál no. Ella era mi mejor filtro, porque ella es... Bueno digamos que es la mente de un vato en el cuerpo de una mujer.
Entonces teníamos una táctica. "We, si me aburre o ya no me late, te echo una "perdida" (llamada) y me marcas y me sigues el juego".
Esa vez no fue la excepción. Sonó mi teléfono, y con gran actuación un pretexto salió para salirme de ahí y cancelarle los planes de boda al pobre hombre del Starbucks que ya tenía el traje de novio en la cajuela.
Pff. Strike 1.
Pasaron un par de semanas cuando conocí a un dentista con el que tenía muchísimas cosas en común. (Obvio Liz, también es dentista, duh).
Un día, después de un par de semanas de platicar hasta en videollamada, me invitó a salir.
(Palmface)
El dentista al que llamaremos "umpalumpa" (ya sabrán porque en un momento más) me ofreció una cita al cine.
Le dije que si, y le pedí que fuera en un cine en un punto intermedio (el vivía en Atizapán).
"Tengo una maravillosa idea, vamos al cine en Perisur, al cabo que ahí los boletos ni me cuestan". ¿Porque no cancele desde ahí? ¡Por bruta!
Nos quedamos de ver en un punto medio cerca de Perisur. Llegó en su coche, azul, es todo lo que recuerdo. Y ahí voy yo toda producida, pelatzo, maquillaje muy relax y tacón pa' que viera el wey que yo iba con todo.
Se estaciona, orilla el auto y se baja muy galante él a saludar y abrir la puerta.
Fuck. ¡Era un umpalumpa! Su cabeza llegaba más o menos a la altura de mis hombros. Osea si yo mido 1.65 (tacones incluidos), ya se podrán imaginar lo que el hombre en cuestión media más o menos.
Bueno, bueno, no hay que ser tan exigentes Liz. Me decía para mis adentros mientras lo saludaba con una risa nerviosa. Subimos al auto y ahí vamos al cine.
Llegamos a Perisur.
Me preguntó que si me latían las pelis en 3D y le dije que no mucho porque padezco de migraña y es un infierno para mí.
Pues... Le valió 3 kilos de fregada y pidió los boletos en 3D. Si, así sin más.
¿Porque no me fui? Porque dije "bueno pues ya compró los boletos, ya dale chance, a lo mejor no entendió" y puros pretextos baratos.
Sus boletos de cortesía eran para una peli dos horas más tarde de nuestra llegada así que teníamos que esperar.
No hay pedo. Tenemos dos horas para platicar y conocernos más.
Y el habló, y habló, y habló y habló. Era como ver un monólogo de Adal Ramones infinito pero sin gracia.
Habló de sus pacientes, de sus casos clínicos, y de él, de él y un poco más sobre él.
Digo, amo mi profesión (en ese tiempo era estudiante) pero hablar de pus, sarro y placa dental en mi primera cita no era mi hit.