Pasaba por enfrente de dos espejos, además de los vidrios que se encontraban en casi toda la casa.
Nunca les había tenido miedo.
Pero cuando se comenzaron a hacer virales esos vídeos de terror sobre los juegos en los espejos y los reflejos que no se movían, tengo que admitir que un poco de cosquillas en la espalda me dieron.
Y fue esa noche del viernes 29 de mayo, que salí de la cocina para ir al baño, y como una cabala que tenía, me miré en ese gran espejo en busca de alguna imperfección que pueda correguir con maquillaje antes de salir a la discoteca con amigos.
Mire determinadamemte cada capa de maquillaje que mi áspera piel tenía.
Hasta que una sombra negra detrás mío, se vio reflejada en ese gran espejo.
Un poco asustada me di vuelta lo más rápido que mi cuello me permitió, mire para todos lados, pero no había nada.
A lo cual no le di importancia, tal vez había visto mal, tal vez un mechón de pelo.
Pero estaba tan segura que un mechon de pelo, no se posicionaba detrás mío, apoyando su mano en mi hombro.
Me quedé perpleja.
Pude ver como en mi reflejo se generaba una sonrisa tenebrosa, casi llegando de oreja a oreja.
Mientras que este comenzaba a moverse, a acercarse al espejo mientras levantaba una mano, abrí rápidamente la puerta y mientras sentía un temor que crecía enormemente dentro de mi pecho, busque a alguna de mis amigas.
Entre a la cocina, donde habíamos estado el último momento, solo que esta ahora se encontraba a oscuras.
Pero lo que si había eran seis puntos brilloso dentro de este.
Podía escuchar como se reían a carcajadas, cada vez más fuerte hasta el punto de aturdir me.
Hasta que todo freno de golpe, las luces se encendieron, y frente a mi estaba yo, mirándome al espejo, buscando alguna imperfección que pueda correguir con maquillaje, antes de salir a la discoteca con amigos.