Relatos De Terror Y Misterio

El loco Andy

Al loco Andy, lo tenían como el esperpento del poblado. Golpeado de pequeño por todo ser que se le acercase, se refugió en los bosques cercanos a la civilización. Huérfano de padre, y madre. El centro de menores, era un lugar parecido al infierno donde recibía cada día una tunda extra. Tenía cierta deformidad en su rostro. Su cada era al revés del mundo, y el mundo no acepta este tipo de rostros tan enfermizos que generen un vomito social.

 

 

Cuando escapó de aquel sitio de torturas, no fue por decisión, pues hasta cierto punto creía que él era culpable por sí mismo de todos los males que ocurrían, y que aquellos escupitajos, blasfemias, encierros en una jaula diminuta era por causa de su fealdad innata.

 

 

Un día la jaula se abrió, cuando el dolor de los huesos le hicieron sentir por una vez en la vida la caricia de una niña que como él, estaba abandonada a la suerte de los demonios. Con ella, él se sentía noble, capaz, sentía que era algo importante. Le hizo comprender que valía más de lo debido.

 

 

La jaula se abrió, cuando el guardia, un hombre fornido de capacidades especiales a la hora de flagelar a los menores, quiso abusar tomando del brazo a la pequeña Helen para llevarla al cuarto de al lado. Se sabe que hay cosas que no se mencionan, ni nadie reclama por el hecho. Al primer grito de ella, Andy, desesperó.

 

 

- Quédate quieta – manifiesta aquella bestia, mientras la sostenía para el horrendo acto.

 

 

Con una mano tapo su boca. Al primer intento, la sombra de Andy, estaba por detrás acechando. Sus dientes dados vueltas se enardecieron de furia, y un diminuto ser de su interior, le dijo. Hazlo pedazos, ¡quiero las entrañas! Años de encierro interno, en aquel siniestro amigo que confesaba el odio a todo ser vivo era una bomba lista a estallar. .

 

Clavó el primer elemento punzante que tenía cerca, introduciéndolo en el lóbulo de la oreja izquierda.

 

 

 

 

 

Helen se acuclilla contra una pared. Él le señala con su mano huesuda que se retire. Andy, ya no es Andy, es algo más poderoso.

 

 

El guardia se arrodilla pegando la cabeza contra el suelo, en cuento la sangre corre en una línea recta perfecta hasta la rejilla del agua. Ahora es turno de perder lo que has hecho perder a los demás. Con un instrumento afilado parecido a una daga comienza a cortar el rostro del hombre. El dolor, la carne, y la sangre eran familiares cercanos. Andy siempre quiso saber cómo se ve alguien como él. Desolló por completo el rostro, y luego esos ojos saltones fueron quitados de su lugar. En una noche El niño, hizo lo que años de él hicieron. Al otro día, en una silla sentado, los médicos no podían creen lo que observaban. La muerte puede ser siniestra cuando se nos aparece como aquel hombre. Andy estaba un tanto ofuscado, y disfrutaba quitar sobras musculares para emparejar los rasgos. La anestesia le sabía a sufrimiento de aquel daño. Los nervios son incontrolables. Y el tormento fue total en el guardia, que no acababa de morir suplicando que sí.

 

 

- Supéralo, ya pronto serás nada – balbucea Andy cosiendo puntada por puntada. -

 

 

 

En una noche todo fue posible. Cada cuarto tenía un cadáver cuyo rostro estaba dado vuelta. Algunas descuartizaciones eran evidentes, cuando el baño de sangre se produjo en cada sector.

 

 

Andy, era altamente peligroso. La reja de salida estaba abierta. Alguien cortó el metal con mucha facilidad. De repente el centinela de la puerta de ingreso colgado de una soga mirando hacia otro sector desfigurado. La búsqueda de inmediato, no tardo en producirse.

 

Apuntaban las señales al pueblo. Sociópata deforme escapa del Orfanato. Altamente peligroso dicen las noticias. La pequeña Helen tuvo la suerte de una familia adoptiva. Los demás fueron trasladados a otro campo, bajo órdenes de otras autoridades, pues también fue la investigación de aquel sitio lo que hizo que declarasen varias titulares, que poco a poco iban cayendo en manos del loco Andy. Todos serán como yo, se decía, cuando sus rostros se veían dados vuelta.

 

 

 

Se había apuntado en todo el pueblo una buena cantidad de muertes. El nuevo centro resultó la misma calaña, y al poco tiempo por extrañas circunstancias lo cerraron cuando, las enfermeras estaban en la cocina carbonizadas, con sus caras observando de arriba hacia abajo con una sonrisa plena de miseria, y espanto.

 

 

 

 

 

Era un fantasma, un monstruo, ¿o quién sabe?

 

 

 

La maldad del loco Andy, no tiene límites. Las muertes se producen sin cesar, y de la peor forma posible.

 

 

Los últimos indicios sostenían que aquel asesino se había internado en el bosque. Se realizó la búsqueda insaciable de éste demonio, pero nadie regresaba al adentrarse. y quien estaba allí encontraba pedazos de otros seres vivos, ya no vivos con sus semblantes bien definidos de arriba hacia abajo, como al loco Andy le gusta.

 

 

La directora de aquel sitio de desesperanza, estaba recostada.

 

 

- Tranquila – comienza a cortar finamente su cara color pálido.

 

 

 

El dibujo de aquella es una obra de arte. Andy poseía cierto talento, le dijeron una vez. Disfrutaba como aquella mujer sufría cada filosa caricia. Al quitar la piel las terminaciones nerviosas eran tan sensibles, pero a él no le importaba, y serruchaba a gusto cada pedazo de carne. La obra concluyo entre ella, el marido, y sus hijos. Una familia entera con sus facciones bien delineadas. Hizo pruebas con la costura. Deshizo, e hizo. Había partes de las terminaciones nerviosas en un tacho. Lo que no sirve se arroja al olvido.




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