Desperté, con el sol abrasador sobre mi rostro, una explosión lejana me había alertado. Algo dentro de mí, mi intuición, me decía que algo se acercaba, miré hacia el otro lado, al extenso camino de la carretera, con las pocas fuerzas que me quedaban y supe que solo me quedaba un largo viaje por delante. Traté de levantarme del suelo, pero ya no sentía gran parte de mi cuerpo. A estas alturas solo me quedaba morir de hambre o de sed, mi respiración subía y bajaba con fuerza con un esfuerzo increíblemente pesado, cerré los ojos por un momento y fue entonces cuando un recuerdo vino rápidamente a mi mente.
Volví a revivir aquella mañana en donde Alicia y yo habíamos ido a beber algo, evitaba verla directamente, pero casi todos los ventanales del local me permitían ver muchos ángulos de su bello rostro, cada una de sus delicadas facciones se realzaban de una manera tan misteriosa, siendo algo casi divino. Era muy tímido y no pude ocultar mi enrojecimiento por mucho tiempo, mi reflejo me delató mientras ella veía a las personas pasar por la calle. Volteó a verme directamente.
—¿Te gusto? —Me preguntó, agarrándome por sorpresa.
—Ah… Ehmm… Yo..., creo que sí.
Se rio de manera amigable, como si fuera una situación que ya habría vivido antes. Era muy probable, era muy bella, muy interesante, era una mujer única, no podría creerme el primero en enamorarse de esa hermosa sonrisa. Sin embargo, había una gran diferencia entre nosotros. Ella era mayor que yo por un par de años, tenía muchos amigos y se arriesgaba a vivir todo lo que podía, en cambio yo, solo era pequeño y delgado chico de dieciséis. En ese tiempo, era muy intenso, impulsivo y no sabía manejar mis emociones, me sentía molesto por alguna razón y pude aguantar la impotencia de su silencio, salí huyendo de ahí.
Trató de detenerme, pero no la quise escuchar.
A veces me pregunto, si hubiera esperado un poco más ese día, si me hubiera quedado con ella, ¿todo esto sería diferente?
Al poco tiempo mi hermano mayor fue reclutado por el ejército, no supimos nada de él hasta luego de un año. Murió en combate, nos dijo su superior. El cuerpo jamás nos lo fue entregado y todo aquel asunto se volvió un misterio, nadie quiso volver a hablar sobre lo que pasó.
La guerra en el frente se recrudecía y los soldados comenzaban a escasear. Pasó poco tiempo hasta que también me llamaron a reclutar. Pasé por siete meses de entrenamiento especializado y fui enviado hasta una ciudad en la frontera para defenderla de los enemigos.
Pero antes de eso, intenté volver a ver a Alicia por última vez. Me dieron un día para poder despedirme de mi familia, de mi ciudad, de mi vida. El jefe de Estado había dado la orden de ofrecer este acto de piedad a todos los soldados, sabiendo que la mayoría de ellos no iban a volver a verlos. Ese día, en la tarde, le dejé una carta que pensé por mucho tiempo en la puerta de su casa diciéndole que la esperaría en un puente de un parque cercano, para ese entonces yo siempre andaba con mi uniforme, era muy distinto al chico que huyó aquella vez. Esa era mi última oportunidad para verla, tenía que irme esa misma noche con mi pelotón. Pero no lo podía hacer sin antes saber que era lo que sentía ella por mí, si es que aún mi nombre significaba algo para ella.
Esperé, en silencio, mientras las horas pasaban, pero no apareció.
Luego de un par de días, de camino hacia el frente, recibí una carta de Alicia, para ese momento ya había eliminado toda posibilidad de saber algo de ella, la única chica que me interesaba había desaparecido de mi vida y eso me bastó para encerrar mi corazón en un cofre guardado bajo llave. La abrí con algo de resentimiento, pero al leer sus palabras algo vino velozmente hacia a mí: Esperanza. Mis emociones se habían alborotado por aquellas palabras, las palabras que había querido escuchar durante tanto tiempo, pero no era algo definitorio. Decía que esperaba que volviera, que la perdonara por no llegar al puente, pues no vio la carta hasta el día siguiente, que me invitaría una bebida como disculpas y que me daría una respuesta de esa última vez que nos vimos hace ya bastante tiempo. Lo que me pedía, lo que más quería era que yo volviera, que volviera hacia ella.
Al poco tiempo de eso, llegamos hasta la zona de combate, había gritos y pedidos de auxilio por doquier, los enemigos no dejaban de bombardear la zona. Muchos murieron a las pocas horas de haber llegado, un misil explotó muy cerca de mi batallón dejando a varios heridos. Me desorienté por un momento y pude ver como los enemigos comenzaban a avanzar sobre nuestras líneas, miré alrededor buscando a alguien con quién más defender nuestra posición, pero todos estaban muertos o heridos. Había sido una masacre. Algo me tumbó hacia atrás, pude sentir como un objeto se clavaba en mi costado, al lado de mi costilla, la respiración se me hacía más pesada, mis fuerzas se iban, volteé a ver lo que era, un soldado enemigo me había clavado la punta afilada de su bayoneta. Caí al suelo, tratando de contener la hemorragia, iba a morir y no había disparado ni una sola bala. ¿Qué sentido tenía haber llegado hasta aquí?
Me desmayé.
Cuando volví a despertar todo estaba en silencio. Nadie de mi batallón seguía vivo, había un cuerpo tendido sobre mí y me lo quité de encima. Mucha sangre salía de mi herida, me la cubrí con unas vendas que cargaba y traté de salir de ahí.
Llevaba caminando dos días de vuelta a casa, los enemigos seguían bombardeando los alrededores y me había quedado sin fuerzas para seguir, condenándome a avanzar a rastras. Ahora…, solo podía ver el sol y el pálido cielo azul desde donde estaba, aun así, todo en lo que podía pensar era en ese momento, en Alicia, en qué hubiera pasado si no hubiera huido ese día, en qué hubiera pasado si no me marchaba esa noche. Si tan solo hubiera sido más valiente, quizás ya hubiera escuchado su respuesta y esto jamás hubiera tenido que pasar. Quizás.