“Carajo, si que hace Calor” Fueron las primeras palabras que dijo Mateo al pisar tierras texanas…
Lo primero que azotó a Mateo al salir del Aeropuerto fue un clima seco e intensamente caliente, al mismo tiempo la densidad de la luz solar lo cegó obligándolo a colocar una mano para cubrirse de su incesante brillo, después de que sus ojos se adaptaran, dilucida justo unos metros enfrente un Buick Enclave, con algo de polvo cubriéndolo, con las ventanas y puertas completamente abiertas. Solo pudo sonreír hasta que sus mejillas dolían al ver que sus amigos lo esperaban en la camioneta.
Oliver se le acercó con entusiasmo, saludándolo como todo hombre debería (chocando las palmas y firmando con un gran abrazo) El metro noventa de Oliver hacía palidecer al metro setenta y cinco de Mateo, su ancha espalda se veía complementada por sus marcados y fuertes brazos que se asomaban de su camisa blanca de tono juvenil, la hebilla de cinturón de “Jack Daniel’s” que tenía sujetando los jeans lisos azul marino que traía, era uno de los más grandes recuerdos de Mateo, no sabía exactamente porqué, pero un aire cálido de nostalgia lo golpeó al verla. Al subir la cabeza para ver a ese gigante que lo llamaba “hermano” solo pudo ver su sonrisa y corresponderle; después de los gritos de entusiasmo con Oliver, tomó a Mateo de los hombros para señalar al resto del grupo, ahí estaban, tres hermosas chicas saludándolo y acercándose con rapidez, primero lo tomó de los brazos Sophia, una chica de un metro ochenta, de una larga cabellera rubia ceniza, de largas e increíblemente bien marcadas piernas que se notaban por su vestido Azul, lo tomó en forma de abrazo y lo levantó estrujándolo contra ella, él solo pudo dejarse llevar…
Después del potente abrazo por parte de Sophia se le acercó Zoe, que con su metro sesenta y cinco, su sonrisa y hoyuelos bien marcados, su clara piel, sus ojos verdes, busto bien marcado y levantado arriba de su cintura pequeña que remarcaba sus perfectos glúteos a donde llegaba su larga cabellera castaña, lo tomó, lo abrazó fuertemente, colocó su cabeza en su pecho, esperó unos segundos, incapaz de hablar simplemente lo miró con ojos cristalizados. Mateo cortó la tensión y el dolor diciendo “También te extrañé mucho” y para terminar, llegó Lilliam. Tan hermosa como la recordaba (o como la veía en sus fotos de Instagram) se agachó para que su metro con cincuenta y dos centímetros pudiera besar su mejilla izquierda de una forma tan suave y delicada que le hizo cerrar los ojos, pero con una pasión y excentricidad que le causó un incremento del pulso instantáneo, la miró, la apreció, se enamoró, vio a esa hermosa chica de piel morena, de sonrisa grande y perfecta, ese par de pechos voluptuosos ajustados por la camisa gris que llevaba, acompañado de unos ojos cafés intensos como el amanecer, sus cejas gruesas y pobladas hacían juego excelente con su oscuro (como el espacio exterior) cabello que le llegaba hasta las costillas.
Terminando los saludos y abrazos, los gritos de emoción y los besos, los 5 abordaron la camioneta con decisión al igual que emoción, posicionándose como para un combate, todos conocían sus lugares (Oliver y Sophia adelante mientras que las chicas rodeaban a Mateo en los asientos de atrás) se pusieron en marcha, saliendo de los condominios del aeropuerto por la Airway Blvd para después de doblar en la Airport Rd; un largo camino, solitario (desértico se podría decir) con montañas rocosas y lejanas a la vista, era silencioso, más allá de los sonidos de las monstruosamente grandes camionetas que pasaban a su lado no había nada. El silencio era casi perpetuo, le encantaba a Mateo, cerraba los ojos para sentir el ardiente aire azotando su cara mientras en su mente resonaba Johnny Cash por alguna razón.
“¿La recuerdas?” las palabras de Oliver quitaron a Mateo de su trance sobre el pasaje desértico del que avanzaban con una buena velocidad, no solo las palabras lo impactaron sino también el avistamiento de una guitarra Yamaha bastante gastada que le pasaba Sophia a sus manos, el chico calvo la tomó y la apreció con la mirada mientras la inspeccionaba con las manos, atrás tenía una firma “Trixie” dijo en voz alta, “¿recuerdas porque le pusimos así?” le preguntó al conductor mientras se la colocaba para poder tocar
–creo que era por un programa de televisión…
–¡oh! ¡Si! Porque requiere que a cada momento le digas lindura
–Igual que Lilliam– selló Oliver mientras reía– entonces, genio, ¿Cuál es el plan?
–Ir a la aventura, ya lo saben– retiró la mirada de la guitarra para ver al resto del grupo y sonreír, Zoe que estaba a su derecha le respondió– Incluso la aventura tiene una dirección.
Mateo sacó un mapa de su bolsillo trasero, se lo mostró a Sophia, la cuál se lo mostró rápidamente a Oliver, mientras tanto Mateo regresó a la guitarra para comenzar a tocar los acordes iniciales de “The man comes around” a punto de comenzar a cantar, Lilliam le arrebató la guitarra de una forma brusca mientras vociferaba “no, no, no, nada de canciones depresivas”
–¡Es una canción de viaje!– gritó Mateo tanto al líder como a la ladrona de guitarras
–No para este tipo de viaje– Dijo Oliver como quien calma a dos niños peleándose –entonces…el Wyler Aerial Tramway…interesante opción, chicas por favor, música de verdaderos viajes– A su orden, como si teniente fuera, el resto de la pandilla tomó posiciones y sacaron instrumentos para comenzar a tocar de una forma casi unísona.
“En el año de '39 se reunieron aquí los Voluntarios
En los días en que las tierras eran pocas,
Aquí la nave navegó hacia la mañana azul y soleada
La más dulce vista jamás vista. “
Lilliam comenzó llevaba rápidos acordes a la par de Zoe que tocaba de forma rítmica un pequeño tambor café y al mismo tiempo que Sophia tocaba unos cascabeles agrupados en una especie de puño americano, Lilliam se aventuró a acompañar a la guitarr con canto. Con su hermosa voz los recuerdos llegaban a Mateo, era “39” de la banda Queen