Relatos Sempiternos

Distopia Artificial.

Un sonido explosivo nació en la lejanía, mis sentidos aun confundidos por mi sueño batallan por ser útiles, acarició mi cabeza torpemente y me levanto del sofá de aquella ferretería abandonada y desecha, era lo suficientemente espaciosa y segura para cubrirnos de las amenazas exteriores.

 

  • ¿En serio no me dejan ni dormir?-   Lo dije en un tono somnoliento y burlón.


 

Me recosté en una de las ventanas selladas por tablas de madera, mire por las pocas coberturas que se me permite, aún había luz solar, así que supuse que mi descanso   no había sido demasiado duradero, se escuchaba como habia una manada afuera galopaba con violencia hacia el origen del ruido.

 

  • Eres muy descarado como para dormir tranquilamente en este lugar- Decía mi compañero mientras sostenía su escopeta mirando hacia los lados. - Si vamos a movilizarnos tiene que ser ahora que esas cosas están saliendo.

 

Sería muy difícil salir del lugar, estábamos completamente resguardados, al mínimo error podríamos llamar su atención y ser atacados por decenas de ellos, un suspiro apagado salió dentro de mí revelando mi impaciencia, ya estaba preparado para una situación en así, quizás sería un poco cruel pero quizás necesario.

 

Mi compañero empezó a revisar entrada por entrada para verificar cuál era más segura y agita su cabeza afirmativamente cuando logra divisar una ventana que parecía apuntar a la esquina opuesta a las bestias, camine hacia una de las habitaciones traseras e ingrese a la oscuridad sacando así a nuestra excompañera que estaba atada de pies y manos.


 

La até con unas esposas que habíamos robado en nuestra travesía por la comisaría, ella lloraba y pataleaba al inicio inaudible por la venda que acomode en sus labios, pero ya después de retirarla   posicione mi dedo sobre mi boca indicando que hiciera silencio, estaba asertiva a pesar del terror que reflejaba su vista.

 

  • Lo lamento no quería traicionarlos, no quería nada de esto, lo lamento mucho, pero por favor no hagas esto.- La mujer hablaba con la voz entrecortada.

 

  • Tranquila, respira, te sacaremos de aquí, te lo prometo- Añadir para calmar sus nervios.

 

Al principio sonrió y sintió una felicidad aparente, cerró los ojos y agradeció muchas veces tanto a dios como a mí, deslice mi mano hacia su cabello para tratarla como una niña pequeña, realmente me dolía el pensar que ella nos hizo llegar a este punto, pero el pasado es pasado ¿No? Tenemos que seguir adelante.

 

Saque mi lengua para burlarse de la tenue seguridad de ella, el cambio de su expresión fue tan rápido y poderoso como el trueno, un placer tan inmenso, se alojó en mí, una pequeña carcajada ahogada, ya que no quería hacer mucho ruido, la tomó por la fuerza y la arrastró a la entrada principal.

 

Mi compañero ya había despejado la barricada que habíamos fabricado, todos sabíamos el destino de este señuelo, sería devorada de pies a cabeza por el hambre de esos seres o más bien monstruos, aquellos que llevan ya varios años cazándonos, el fin del mundo se había vuelto la temporada más recurrente.


 

La mujer intentó mantenerse callada, para evitar llamar la atención y trato nuevamente buscar mi perdón, mi única respuesta fue romperle el fémur con un mazo del local, su grito fue más que suficiente, nuevamente se escuchaban los pasos pero ahora dirigiéndose a nosotros. 

 

Huyó junto con mi compañero por la salida ya preparada, otra persona de nuestras vidas se desvanecía, aun a lo lejos se escucha como la arrastraban por todos lados y su voz se alejaba cada vez más, envido muchas cosas, pero a las personas que con más fervor lo hago es aquellas que viven fuera de este país, donde nosotros somos considerados rebeldes y los soldados ángeles, cargue mi revólver mientras pensaba que algún día vería libre a mi gente otra vez.

 

 

 

 



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En el texto hay: horror, historias, relatocorto

Editado: 22.10.2022

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