Era joven, demasiado joven, había falsificado su documento de nacimiento para poder entrar a las fuerzas. Pasó su entrenamiento con los estándares más altos, se enlistó como paracaidista. Lo enviaron a Inglaterra para esperar allá a que fuera enviado junto con la gran invasión para destruir al gran imperio del mal y bajar la esvástica de las astas de banderas de Europa.
6 de junio de 1944, el día llegó, el clima se despejó al fin después de una racha de mal clima, y permitía volar a los pequeños pero fuertes C-47 que esperaban en las nubladas y húmedas pistas inglesas. El día anterior había recibido la noticia, su hermano mayor cayó en el pacífico, hundieron su destructor y a él junto con la nave.
Subió temprano al avión junto con su escuadrón, el sargento que lo comandaba no tenía mucha experiencia y se veía igual o más nervioso que sus subalternos. El avión despegó y voló alrededor de una hora.
Por la ventana divisó la costa en el horizonte y los grandes buques de guerra en el agua cercana a la playa, disparaban hacia distintos blancos en la playa.
Vio como la arena y los riscos pasaron por debajo de ellos y se adentraban en la Francia ocupada.
La luz roja se encendió, todos se pusieron de pie, se engancharon al cable y revisaron su equipo bajo órdenes del sargento, la puerta abrió y de inmediato empezó a ver las explosiones del fuego antiaéreo alrededor de su avión.
El sargento gritaba que se preparaban, que ya era hora. De un momento a otro la luz verde se encendió y se ordenó el salto. Saltaron uno a uno los doce paracaidistas, él fue el penúltimo delante del sargento. Apenas saltó se abrió su paracaídas y vio cientos de aviones igual de pequeños y vulnerables que el suyo que se perdió entre la multitud. Vio incontables paracaídas igual de insignificantes al suyo, de inmediato supo que no iba a salir vivo de ahí, que se uniría a su hermano donde quiera que estuviera.
El suelo se acercó y él aterrizó en la espesa hierba, buscó a su unidad, pero no veía a nadie alrededor.
Recogió su equipo y se movió rápido, buscó un lugar seguro donde pensar qué hacer. Se metió en un gran agujero de algún proyectil que impactó en ese lugar y sacó su mapa y su pequeña brújula, se ubicó buscó alguna ruta al que se suponía iba a ser el punto donde debía caer, unos quinientos metros al sureste. Cuando se dispuso a salir del hoyo escuchó susurros en alemán, no sabía que decían, pero estaban cerca, rápidamente preparó su arma, pero sabía que eran varios y no podría, así que rezó que pasaran de largo.
De pronto sonaron disparos y gritos de dolor que cesaron de inmediato.
"Rayo" escuchó, era la contraseña de su unidad.
"Trueno" respondió, salió y era uno de sus compañeros, había caído cerca y lo había visto esconderse en el hoyo, estaba en una mejor posición y logró acabar a los alemanes con su ametralladora.
Juntos fueron hacia el sureste y encontraron su unidad, avanzaron hacia su objetivo y lo tomaron.
El exterminio de Europa había terminado, la guerra contra Alemania acababa de empezar.