Noah abrió los ojos aún desorientado. Miró a su alrededor y la habitación en la que se encontraba le devolvió poco a poco los recuerdos.
Había llegado hacía varios días a la mansión de los Hall y le habían preparado una pequeña habitación junto a la de su padre, pero era muy diferente a la suya. Demasiado mobiliario suntuoso, incluso los libros que había en una de las estanterías de la habitación trataban de temas que para nada tenían que ver con sus gustos.
Al levantarse de la cama, aún le fallaban las piernas, y un recuerdo pasó veloz por su cabeza, unos ojos azules. ¿Eran reales? ¿Sólo era un sueño? No estaba seguro. Lo único que tenía claro era que habían hecho que enloqueciera hasta el punto en que no recordaba cómo había llegado hasta esa casa. La noche anterior había salido a despejarse de nuevo, sentía extraño el no estar rodeado de bosque, había demasiada gente en el pueblo. Demasiado ruido. Por eso corrió al interior del bosque, lo más lejos que podía para evitar ser visto, pero algo no fue bien, algo le llevó a acercarse demasiado al pueblo de nuevo, pero cuanto más se acercaba, peor se sentía, como si su vida fuera desvaneciéndose sin motivo.
Intentaba recordar, pero unos golpes de nudillos contra la puerta lo sacaron de sus pensamientos.
—No estoy.— dijo Noah tapando su rostro con las manos aún sentado al borde de la cama.
Lo que dijo no evitó que su padre abriera la puerta lentamente y entró sin decir una palabra dirigiéndose al gran ventanal. Una gruesa cortina oscura la cubría por completo, dejando la habitación a oscuras, pero el señor Reed la apartó dejando que entrara la luz del sol, lo que hizo que Noah apartara la mirada por la claridad.
—Llevas días aquí encerrado, y el señor Hall no deja de preguntar por tí.— dijo su padre mirando a través del cristal de la ventana.— Ella llegará en cualquier momento.
—No me encuentro muy bien.— Las palabras de Noah hicieron que su padre sonriera de satisfacción.
—Y eso es bueno.— El señor Reed se acercó a un enorme armario que había junto a la ventana y sacó de él varias prendas de ropa y las colocó sobre la cama mirando a su hijo con el mentón alto.—Te recomiendo que te des una ducha y te vistas. Has decidido venir hasta aquí, al menos cumple y preséntate como es debido.
Tras esas palabras volvió a atravesar la puerta saliendo de la habitación dejando la puerta cerrada tras de él, y con un suspiro, Noah se levantó para darse una ducha.
El hombre recorrió los pasillos de la enorme mansión con paso lento hasta que llegó a uno de los estudios principales donde sabía que Alexander Hall estaba esperándolo.
—Ethan, adelante.— La voz de Alexander era profunda, y siempre conseguía perturbar al señor Reed, y con razón, era su alfa.— ¿Has hablado con él?
—Por supuesto señor, estará preparado antes de su llegada.
—Eso espero.— Alexander dejó a un lado el libro que tenía entre sus manos, y se acercó a su amigo un par de pasos.— Aún recuerdo cuando no era más que un crío, siempre corriendo por el bosque, más rápido que cualquier otro de nosotros, con tan sólo seis años.
Ethan Reed esbozó una ligera sonrisa recordando aquellos momentos, antes de que la manada se dividiera.
—Eran buenos tiempos.— dijo Ethan.
—Lo sé, y por eso estamos aquí ahora.— Ethan miró a Alexander con algo de confusión.— No he elegido a tu hijo como mi sucesor por sus capacidades, que también, pero la principal razón es por su apellido. Nuestra manada se separó hace tiempo, pero el vínculo que estableció con mi hija, es lo que hace falta para que no haya más disputas entre nosotros.
El silenció se instaló en el estudio durante varios segundos hasta que Alexander dio un paso hasta una de sus estanterías para dejar el libro en su sitio.
—Me ha dicho que no se encuentra bien, y creo que está así desde que llegamos.— dijo Ethan apoyando sus manos sobre el respaldo de una de las sillas frente al escritorio.
—Eso es perfecto, significa que el vínculo sigue ahí. Como bien sabes, librarte de esa atracción no es nada fácil.
Ethan recordó con claridad el día del vínculo del que hablaba Alexander. Noah no era más que un niño, siempre jugando con el resto de jóvenes de la manada, pero ninguno aún había llegado a transformarse, él fue el primero, transformándose la misma noche que Elena Hall. Juntos.
Todos en la manada saben que el vínculo más profundo que puedes experimentar con alguien ocurre cuando dos miembros de la manada pasan juntos su primera transformación, es la más dolorosa, pero al compartir ese momento, ambas almas se unen para toda la eternidad, es lo que llaman mate. Una vez que el vínculo se forme, ambos tendrán la necesidad de estar juntos pase lo que pase. Compañeros para toda la vida.
La mayoría de los integrantes de la manada, han encontrado a su mate después de haber pasado su primera transformación, y por ese motivo, el señor Hall considera que Noah será la mejor opción como nuevo alfa, ya que además de ser el más fuerte de su generación, obtuvo el vínculo más fuerte con su propia hija.
Tras aquella noche, Noah y Elena comenzaron a pasar mucho tiempo juntos tal y como su salvaje subconsciente les obligaba.