Lucy se encontraba en su habitación, mirando fijamente el techo mientras su mente divagaba por los sucesos de la noche anterior. La revelación de la existencia de licántropos en su pueblo natal había sido abrumadora. Apenas podía creer que Noah, Elena y su familia fueran parte de ellos. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al recordar cómo Noah la había corrido tras ella para salvarla del ataque de la manada.
Sus pensamientos se volvían un torbellino de emociones. La cabaña en el bosque, alejada del aullido de la manada, había sido su refugio. Ahí, Noah le había contado la verdad sobre su madre desaparecida hace doce años. El hecho de que los licántropos estuvieran involucrados en su misteriosa desaparición le llenaba de confusión y desesperación. ¿Qué más secretos ocultaba su pequeño pueblo?
Noah la había mirado con ternura y preocupación en sus ojos marrones, esos mismos ojos que la cautivaron desde el día que lo conoció. Esa mirada había cambiado su percepción de él, pasando a ser un misterioso y apasionante ser. La noche había despertado en Lucy una atracción intensa por Noah, una atracción que no podía ignorar.
Lucy se sentía dividida entre la necesidad de conocer más sobre los licántropos y la intensa atracción que sentía por Noah. No podía dejar de pensar en él y en lo que había compartido en esa cabaña en medio del bosque. ¿Debería confrontar a los licántropos y descubrir la verdad sobre su madre, y por consecuencia buscar a Noah o dejarlo pasar, seguir con su vida y no volver a arriesgar su vida?
Mientras la luz del día se filtraba tímidamente por la ventana, Lucy sabía que tendría que tomar una decisión. Lo que estaba claro era que su vida ya no sería la misma, y sus pensamientos, sus deseos y su corazón estaban inextricablemente ligados a Noah y a los misteriosos licántropos de su pueblo.
—Buenos días.— La voz de Amanda sacó a Lucy de sus pensamientos.
—Hola.— La voz de Lucy era casi un susurro mientras seguía tumbada mirando hacia la ventana.
—¿Tienes hambre? Porque yo me muero por unas tortitas.— dijo Amanda levantándose con demasiada energía.
—Creo que mi padre las preparará cuando despierte.— la mirada de Lucy seguía perdida en el cielo que había a través de su ventana y sintió como su amiga se sentaba en la cama junto a ella.
—¿Te encuentras bien? ¿Vuelves a estar enferma?— dijo Amanda colocando la mano sobre la frente de Lucy.
—Estoy bien.
—¿Es por lo que pasó con aquel chico? ¿Lucas?
Por un segundo, Lucy quiso contarle todo lo que había vivido aquella noche ya que siempre le había contado todo a su amiga, pero sabiendo lo que la manada hacía cuando un humano se enteraba de su existencia, prefirió no ponerla en peligro.
—No. Simplemente no dormí demasiado bien.
—En ese caso vamos a desayunar.— dijo Amanda tirando de su amiga con una amplia sonrisa.
El resto de la mañana pasó con mucha tranquilidad, demasiada para el torbellino que había en la cabeza de Lucy.
Era su primer día libre tras finalizar el curso, su primer día tras haber terminado su etapa de instituto, el verano antes de comenzar sus estudios universitarios, y estaba siendo muy diferente a cómo lo habían estado pensando durante todo el año.
Ambas tenían en la cabeza muchos planes que hacer en aquel último verano. Querían aprovechar desde el primer día hasta el último, pero de momento Lucy necesitaba asimilar demasiadas cosas. Además, ahora Lucy tenía en la cabeza algo que nunca creyó que tendría. El recuerdo del rostro de Noah llegaba a su mente demasiadas veces, y no entendía muy bien por qué. volvía a tener la necesidad de salir de su casa para volver a verle, pero después de lo que había vivido aquella noche, no sería una buena idea volver a la mansión, por lo que decidió entretener su mente con cualquier cosa que pudiera para dejar de pensar en él. Por suerte, su padre ayudó en aquella tarea.
—Menos mal que ya están despiertas.—Richard llegó al salón con varios papeles en la mano y unas gafas cerca de la punta de la nariz, mientras que intentaba leer algo que había en una de las hojas que tenía.—No entiendo qué es lo que hay que escribir en esta parte, no entiendo nada.
Lucy no pudo evitar sonreír al verle, aún con su pijama, frustrado por aquellos papeles, y se levantó acercándose a su padre para ver qué es lo que estaba haciendo.
—Papá… ¿Estás rellenando mi inscripción para la universidad?— dijo Lucy al leer la parte superior de una de las hojas.
—Estuve toda la noche intentándolo, para que hoy al despertar fuéramos a entregarla y así que tengáis libres estos días, pero me temo que han cambiado mucho las cosas desde que me inscribí yo en la universidad.
Richard se sentó en medio del sofá con u pesado suspiro, y Amanda miró por encima de su hombro para ver también aquellas hojas y no pudo evitar sonreír al ver el logo de Black Mountain University.
—Te dije que lo entendería.— dijo Amanda a su amiga con tono burlón antes de dirigirse a Richard.—Señor Brown, yo confié en usted todo este tiempo, sabía que tenía buen corazón. Lucy no lo merece.
—¿Intentas robarme a mi padre de nuevo Amanda?— dijo Lucy con una carcajada sentándose en el suelo frente a ellos, dejando los papeles de la inscripción sobre la mesa.
—¿No lo hago siempre?
—Bueno, centrémonos en lo que tenemos que hacer ahora. Después continuamos hablando de la maravilla de padre que soy. ¿De acuerdo?— dijo Richard con una amplia sonrisa.
Tras un par de horas buscando toda la documentación necesaria, y rellenando los formularios necesarios, terminaron de completar la inscripción.
—No era tan complicado.— dijo Lucy con una amplia sonrisa mientras miraba a su padre con burla.
—Habla por tí, yo sigo sin entender la mitad de las cosas que hemos escrito.
—Espera, aún queda algo.— dijo Amanda recogiendo una hoja del suelo.—Es la solicitud por si se quiere una habitación en la residencia.