Ahora que los problemas de Samuel con ser secuestrado por dragones se terminó... probablemente, la paz parecía gobernar en ésos días, sólo teniendo todos que soportar las bromas de Candy.
Andrea que estaba sentada debajo de un árbol, leyendo un libro, levantó la mirada al oír a alguien acercarse y vio a Jax, que tenía restos de plumas por el cabello.
-¿Sabes? Creí que sí salía por la ventana no me toparia con una broma de tu hermana, pero me equivoque.
La chica tiene talento... lástima que lo usé para hacer bromas.- dijo el príncipe, sentándose a lado de su amada.
La rubia desvió la mirada, cerró el libro y lo abrazo, siendo notado por Jax.
-Yo... lo siento, ¿quieres estar sola?- pregunto el chico, algo nervioso mientras se ponía de pie.
Ella también necesitaba tiempo a solas, ¡¿cómo no se dio cuenta de éso antes?!
¿Será qué ahora lo odiaria?
-¡No! No es éso, es sólo que...
La chica detuvo lo que iba a decir y agachó la mirada.
-¿Sigues pensando en nuestras maldiciones?- pregunto Jax.
Ellos ya estaban acostumbrados a estar maldecidos, pero para las princesas seguro todavía era algo raro y no podían evitar no pensar en éso.
-¿Cómo no hacerlo?
Últimamente Arturo es una estatua ya que a Candy le encanta asustarlo, el palacio se está cayendo en pedazos debido a la mala suerte de Samuel, ya teniendo mucho aguanté esté lugar con mi mala suerte natural y tu...
La chica se puso de pie y miró con seriedad al chico, hasta con cierto enojó mientras él levantaba una ceja.
-¿Yo qué?- pregunto para que ella prosiga.
Creyó que se estaba portando bien pero sí la bella Andrea dice que hizo algo malo, no discutirá.
-Las sirvientas se controlan pero les es imposible no babear por ti.- respondió la princesa, claramente celosa.
Sí fuese como sus hermanas, seguro haría que ésas sirvientas paguen por su atrevimiento, pero era la mayor y debía de dar el ejemplo.
-En mi defensa, sin maldición posiblemente también cause el mismo efecto.- exclamó el chico con una sonrisa mientras acomodaba su cabello.
Tenía el presentimiento de que en verdad no estaba maldito y sólo era extremadamente irresistible desde nacimiento.
Jax al ver que Andrea pareció molestarse un poco por lo que acababa de decir, decidió ponerse algo serio.
-Por más que digas lo que digas, no sabemos una manera de acabar con nuestra maldición, ya que a pesar de que toda maldición tiene su forma de ser anulada, no hablamos de una bruja común.- señaló el príncipe.
La bruja más poderosa y misteriosa de todas es quien los maldijo, no una común, así que las cosas les eran aún más difíciles.
-¿Qué hay del beso del verdadero amor?- pregunto la rubia, acercándose más al príncipe que retrocedió un paso.
-Joaquín dijo...
-Sé lo que dijo y básicamente Esmeralda está loca por quien sabe que traumas del pasado, así que quizás sí aplicó ése cliché de los cuentos de hadas.- dijo Andrea, agarrando a Jax del cuello de su camisa para que dejé de retroceder.
-¿No será qué sólo me quieres besar?- pregunto el mayor de los hermanos, con una sonrisa burlona.
-¡Éso también, pero lo primero es más importante y me quiero sacrificar por ti!- respondió la avergonzada pero decidida chica, empujando a su posible prometido contra el árbol.
-No lo digas de ésa manera, por favor.- pidió Jax, nervioso.
Estar acorralado por la princesa Andrea... éso era tan... raro.
-¿Estás listo?- pregunto la rubia con su ceño fruncido, muy decidida.
La maldición se rompía o ellos avanzaban en su relación, de una u otra manera se iba a lograr algo, así que no se perdía nada.
-¿Para darte todo mi dinero?- pregunto el príncipe, sintiéndose como un estudiante siendo intimidado.
No le molestaba para nada, pero lo quería señalar.
-Jax.- dijo Andrea, con seriedad.
-Lo siento, es que... estoy muy nervioso.- se disculpo él.
Puede que suene raro, pero nunca se sintió tan emocionado por estar con una chica que lo quería besar.
-¿Crees qué yo no?
Me gustas y no lo niego, así que dar un nuevo pasó, me... me pone nerviosa.- exclamó la rubia, agachado la mirada.
Sólo un chico se pone a bromear en una situación como ésa, ¿qué todos son tan inmaduros?
Y de pronto, la chica abrió sus ojos al máximo y levantó la mirada mientras sentía como Jax, su príncipe Jax le daba un suave beso en los labios.
Todo pareció dejar de existir en ése momento para ella, todo menos su novio.
-¿Crees qué la maldición se rompió?- pregunto en un susurro el chico tras separar sus labios de los de ella.
Andrea parpadeo un par de veces, intentando entender lo que sucedió y al hacerlo, se sonrojo.
-¡Se supone que los dos debíamos besarnos!
Otra vez y que está vez se haga bien.- ordenó la rubia, haciendo que el chico se incline para así volver a unir sus labios.
Lo admitía, al principio no creyó mucho ser capaz de enamorarse de un príncipe desconocido, pero ahora lo conocía y le gustaba de verdad.
-¿Crees qué funcionó?- volvió a preguntar Jax, separando sus labios de los de ella para recuperar algo de aliento.
Éso fue... magnífico.
-No lo sé, pero ahora tengo todavía más certeza de que me gustas.- respondió la chica antes de abrazar a su novio, siendo correspondida.
La maldición no fue anulada por el beso, pero ahora los dos estaban cada vez más seguro de que querían que su relación, siga creciendo.
Editado: 14.05.2021