Reservado

Capítulo 9

Una noche horrible, eso ha sido. Horas y horas mirando el techo, oyendo a estos tres roncar como si no hubiera un mañana y sin poder dejar de pensar en la vergüenza que me han hecho pasar. ¿Tan difícil era avisar antes de abrir la puerta? No lo creo.

El reloj marca las ocho de la mañana y ya voy tarde para servir el desayuno. Intentando no hacer ruido para dejarles dormir un poco más, me arreglo y bajo al comedor donde ya ha comenzado a trabajar.

Me voy directamente a la cocina para ponerme el delantal y acompañar a mi madre en el comedor.

  • Buenos días Kara – dice Eve sin dejar la comida que está en la sartén – Ya me contaron que ayer volviste a bordarlo. Lo siento, pero no pude bajar, Violet estaba muy cansada y no quería dejarla sola.
  • No te preocupes, de verdad – me acerco hasta su posición y le doy un beso en la mejilla. Cuando voy a coger la bandeja dispuesta a salir siento como un cuerpecito se me abalanza por detrás abrazándome las piernas con fuerza.
  • ¡Bueeenoos dííías! – escucho exclamar a Violet con emoción en su voz, me doy la vuelta y la cojo en alto dejando que se enrolle como un koala a mi cuerpo.
  • ¿Cómo está la princesa más guapa del mundo? – pregunto dándole un beso en la mejilla mientras ella porta una gran sonrisa.
  • Muy bien. Kara – comienza a decir con tono de suplica y sé que me va a pedir algo - ¿Podemos ir a la piscina juntas hoy?
  • Por supuesto – afirmo devolviéndole la sonrisa – Nada más que termine aquí nos ponemos el bañador y vamos ¿vale?

Ella asiente entusiasmada y la devuelvo al suelo para empezar a trabajar. Todo empieza siendo normal, nada fuera de lo común, hasta que veo por el rabillo del ojo entrar a Henry y sentarse en la misma mesa que todos los días. Busco a mi madre por toda la habitación con la mirada para ver si puede ser ella la que se encargue de atenderlo, pero está muy ocupada hablando con unos clientes así que decido ir yo sin darle muchas vueltas.

  • Buenos días, ¿qué desea tomar hoy? – pregunto sin despegar la mirada de la libreta.
  • Buenos días – Henry hace una pausa que me hace mirar en su dirección para ver como me mira con intensidad – Lo de siempre está bien.
  • Perfecto, ahora te lo traigo.

Vuelvo a la cocina para recoger lo que necesito y vuelvo a salir en dirección a su mesa dejándolo encima de esta cuando llego. Sé que tiene algo que decir, pero no lo hace en ninguna de las ocasiones que tiene. Y justo cuando creo que se decide a hacerlo, aparecen Sarah, Amy y Tony por el lado, invadiendo la mesa de Henry con total confianza.

  • Buenos días – dicen los tres a la vez con una voz cantarina mientras Tony choca la mano con Henry.

Con una sonrisa a modo de respuesta, vuelvo a la cocina para traer el desayuno del resto y colocarlo en su mesa.

  • ¿Qué tal has dormido, Kara? – pregunta Tony con una sonrisa pícara.
  • Perfectamente – afirmo con cara de pocos amigos.
  • ¿Y tú Henry? – pregunta con la misma expresión Sarah – ¿O has tenido la mente demasiado ocupada?
  • Yo he dormido muy bien – afirma después de aclararse la garganta y removerse incómodo en su silla.

Me acerco a donde están sentados Sarah y Tony agachándome para quedar a su altura mientras paso un brazo por cada uno de sus hombros. En un volumen casi inaudible para nadie que no fuera ellos dos hablo cerca de sus orejas.

  • Como no os vayáis callando os juro que no lo contáis – trato de sonreír para que no note lo que les estoy diciendo.
  • Tranquila chiquilla si no estamos diciendo nada – susurra también Sarah.
  • ¿Os estáis riendo de mí? – vuelvo a preguntar en la misma posición.
  • Ya paramos – aclara Tony en señal de rendición – Pero en algún momento esto pasará y lo sabes.

Me vuelvo a incorporar a lo que me acerco a Amy y le pido al oído que los controle, ella asiente dándome una sonrisa reconfortante.

Una vez terminado y recogido todo, despido a Amy, Sarah y Tony en la puerta del hotel y me voy a mi habitación a ponerme el bañador, porque lo prometido es deuda.

Poco después, con mi bañador rojo puesto, un vestido de playa y un moño alto, bajo hacia la recepción donde me espera una impaciente Violet de la mano de Eve. Agradeciéndome por cuidar de ella, Eve se vuelve a trabajar y nosotras nos dirigimos a la piscina que está más bien vacía.

  • Mira lo que he cogido – me señala el libro que lleva en la mano – Es mi libro de cuentos favorito, pero hay cosas que me cuesta leer.
  • No te preocupes, yo te ayudo – le aseguro – Pero antes sabes lo que toca.
  • La crema de sol.
  • Exacto – me siento en una tumbona para quedar a su altura y untarle la crema – Ven que yo te ayudo.

Una vez que ya está totalmente embadurnada en crema, sigo el mismo procedimiento conmigo. Ambas somos muy blancas y un poco de sol significa terminar rojas como una gamba.

  • Yo te echo por la espalda – dice muy emocionada.
  • Como quieras – digo entre risas.
  • Ya está – me asegura – ¿podemos leer ahora?
  • Por supuesto.




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