Capítulo 19
¡¡¡Buenaas!!! El capítulo de hoy ha quedado un poco más largo de lo que suelen ser. Espero que lo disfrutéis tanto como yo escribiéndolo, ¡¡¡besitos!!!
Cinco de noviembre, sábado, ocho de la mañana y ya estoy preparada para trabajar. Tengo un sueño mortal porque anoche me quedé hasta muy tarde ocupándome del bar, mi querida madre ha vuelto a desaparecer como ya se está volviendo una costumbre todos los fines de semana.
Como si me pesase la vida, bajo hasta el comedor sin ánimo ninguno.
- ¡¡SORPRESA!! – todos allí exclaman a la vez, del techo cuelga la frase “Feliz Cumpleaños” y un diecinueve. En el centro de todos los clientes del hotel que son como mi familia, están mi madre, Eve, Sarah, Amy, Tony y, por supuesto, Violet que corre hacia mí con una gran sonrisa y una bolsa en su mano. Cuando llega a mí, la cojo en brazos y ella me da un gran abrazo.
- ¡¡Felicidades!! – exclama muy contenta –. Te he traído un regalo.
- ¿Qué es? – pregunto emocionada mientras la devuelvo al suelo.
- Ábrelo – con una sonrisa me extiende la bolsa. Sin pensarlo la abro para encontrarme un libro hecho con cartulinas –. Es un cuento sobre nosotras. Lo he hecho yo solita.
- Madre mía, me encanta – exclamo con el corazón en un puño, adoro a Violet sobre todas las cosas –. Me tienes que prometer que me lo vas a leer.
Ella asiente con la cabeza mientras el resto se acercan. Vuelvo a levantarme del suelo y la primera en abrazarme y felicitarme es mi madre.
- Toma cariño – como todos los años me extiende un sobre donde habrá no sé cuánto dinero. Sube sus manos a mi cara y reteniendo las lágrimas me mira profundamente –. Que mayor se está haciendo mi niña, te quiero mucho.
- Y yo a ti, mamá – con un último abrazo, Eve ocupa su lugar, pero ella me da una pequeña cajita envuelta.
- Espero que te guste mucho, mi niña – separándome abro la caja para encontrar un colgante de plata con un pájaro –. Siempre me has dicho que te gustaría ser tan libre como un pájaro para poder hacer lo que quieras. Esto es para que te acuerdes de que siendo tú también puedes hacer lo que quieras.
- Eve, esto te habrá costado mucho – empiezo a decir con remordimiento, pero ella me corta.
- No te creas – admite con una sonrisa –. Además, te mereces eso y más. Solo con todo lo que me ayudas y porque eres como una hija para mí.
- Gracias – con fuerza la abrazo admirando su regalo –. Te quiero mucho, Eve, eres como una madre para mí.
- Yo también te quiero – se separa un poco de mí para verme antes de separarse –. Felicidades.
El siguiente en acercarse es Tony, pero él me levanta del suelo y me da uno de sus grandes abrazos de oso.
- Amor mío, ya eres un año más vieja – ambos empezamos a reír a carcajadas. Cuando me devuelve al suelo, me da un beso en la frente y añade –. Felicidades.
- Quita que nosotras también queremos – escucho quejarse a Sarah que lo aparta de un manotazo y ocupa su lugar dándome un fuerte abrazo –. Felicidades, te tenemos una sorpresa. Ya verás que pedazo de día te espera.
- Ahora eres tú la que acapara – exclama Amy de brazos cruzados –. Venga quítate.
- Uy vale – dice Sarah con burla.
Cuando esta se aparta, me acerco a Amy y con una sonrisa nos abrazamos.
- Felicidades, pequeña pervertida – dice en un susurro riendo.
- Oye, eso no lo digas aquí que rompes nuestro secreto.
- No puedes negar lo que somos – dice mirándome divertida –. Nuestras estanterías no mienten.
- Bueno cariño – oigo la voz de mi madre que se acerca obligándome a separarme –, tus amigos te han preparado todo el día, así que ya podéis iros. Pasadlo muy bien.
Esa es la frase que necesitaban para que los tres me agarren del brazo y tiren de mí hacia afuera del hotel. Como ni el día de mi cumpleaños puedo dejar de ser la chófer, todos se agolpan alrededor de mi coche esperando a que reaccione.
- Pero tú no conduces – afirma Tony mientras me arranca las llaves de la mano –. Si no, no tienes sorpresa ninguna.
- Pero ten cuidado – la advertencia queda muy clara con mi dedo acusándole a lo que él sonríe y asiente con la cabeza.
Primero, y teniendo en cuenta que todavía no son ni las nueve de la mañana, vamos a una cafetería donde pedimos cada uno un trozo de tarta y un super batido de dimensiones extremadamente grandes.
- Como el resto del día estaremos un pelín más ocupados – Tony empieza a hablar sin dejar de devorar su trozo –, es el momento para que nos pongamos al día de amores.
Todas las miradas caen de repente en Amy mientras yo agradezco internamente que no sea yo el objetivo. Todos saben más o menos lo que ocurrió, pero yo no he sido la que ha explicado nada de nada. Podemos decir que la ley del silencio se instauró en mi en el mismísimo momento que salí de esa fiesta, igual que Henry ha desaparecido desde entonces.
Verdaderamente me pregunto donde demonios se mete cada vez que se le cruzan los cables por lo que sea y desaparece. Cada vez que algo pasa y no pretende resolverlo o cada vez que se pasa varios días extraño hace pum y adiós. Lo que más me saca de quicio es que después vuelve con amnesia al parecer, ya nada ocurre.
- Bueno, bien, ya sabéis – Amy dirige su mirada hacia mí en busca de ayuda, porque por supuesto yo si me sé el chisme completo –. Nada tampoco que destacar.
- Parece muy buen chico – añado desviando la atención que recaía en la pelirroja –, y pareces muy cómoda con él.
- Si que lo estoy – admite con una sonrisa.
- Espera, espera – interviene Tony con cara de incredulidad –. No me creo yo que eso sea lo único que hay por contar, tú mirada cómplice con la de Kara lo dice todo.
- Bueno … – Amy se va poniendo poco a poco más sonrojada y se centra en mirarme a mí para contarlo todo –. La noche de Halloween pues …
- Te lo pasaste en grande – añade Sarah adivinando el final de la frase con una gran sonrisa.
- Yo solo lo había hecho con mi novio del instituto y vaya diferencia – admite soltando un poco la vergüenza –. No os podéis imaginar lo bueno que es. De hecho, ahora sé que nunca había tenido un orgasmo en condiciones.
- Definitivamente se nos ha hecho mayor – dice Sarah con un puchero –. Ya nos habla de estas cosas sin pudor.
- Pues me alegro de que Jacob sea el que te regale unos orgasmos de la leche – añade Tony con una sonrisa –. Ya te lo merecías hombre.
- Oye, chicos – llamo la atención de todos salvando a Amy que empezaba a parecer incomoda –. ¿Sabéis dónde está Henry? No lo veo desde la fiesta y ya me estoy preocupando, enfados aparte.
- Kara hoy no – dice Tony muy serio –. Hoy es tu cumpleaños y tienes que disfrutarlo.
- Precisamente por eso me jode que ni siquiera haga acto de presencia – admito sacando a relucir la espina de dolor que llevaba cargando desde que entré en el comedor y no lo encontré –. Lo que pasó fue una tontería que tenemos que arreglar, pero si no viene ¿cómo lo hago?
- Henry está bien – me asegura Tony –. Tú hazme caso y hoy despreocúpate que es tu día.
- Por eso, vamos a ir ahora a un sitio que te va a encantar – afirma Amy con una gran sonrisa.