Resiliencia Dorada

III - Lazos lacerantes

Hace 5 años

22 de noviembre del 2014

Ciara

Hoy es el cumpleaños de Lionel.

Jenna y yo nos habíamos pasado semanas planeando lo que sería su fiesta sorpresa, desde la más sencilla servilleta hasta la gran entrada serian adornadas al estilo victoriano, teníamos todo diseñado a su gusto, pero debíamos encargarnos de distraer al cumpleañero para que no tuviera ni la más remota idea de lo que nos traíamos entre manos, afortunadamente mis padres se habían ofrecido a colaborar con los preparativos de la fiesta y la madre de Jenna se encargaría de los tentempiés.

Lastimosamente tuvimos que cancelar todo a ultimo hora debido a un importuno imprevisto familiar, quisimos idear un plan más fácil para hacer de su día algo especial, pero su madre había sido clara al decir que no era el mejor momento para celebraciones y nuestros padres optaron por negarnos el ir a visitarlo.

Los padres de Lionel escasamente pasaban tiempo con él, era evidente que anhelaban generar un vínculo más fuerte con sus hijos, pero las largas horas laborales y los constantes viajes se los impedía a toda costa.

Aparte de nosotras su única compañía es Cybele, una de las chicas más dulces que he conocido. ¿Alguna vez han oído el canto de un ruiseñor? Su voz es algo similar a ello, tan solemne, es como el cantar de un alma que se torna en una bella sinfonía.

Cybele es el talón de Aquiles de Lionel, su tesoro más preciado, tanto así que en lo poco que hemos convivido no he visto un solo momento en que no la tratase como a una frágil muñeca de porcelana que debía esconder de los demás.

Muchos se han llegado a preguntar a qué se debe su estrecha relación y la respuesta es sencilla, ella es su hermana, ambos son mellizos

Aunque siendo sincera el hacerla pasar desapercibida no era un trabajo fácil, ella llamaba la atención de cualquier hombre con tan solo poner un pie en la habitación y lo de muñeca de porcelana no es solo porque Lionel la atesore como a una, sino que dichas palabras incluso hacen alusión a su belleza.

Pero, no era su cuerpo lo que cautivaba a los hombres, era aquel cabello de color rojizo que resaltaba tan pulcras facciones, eran esos bellos ojos que reflejaban un brillo estelar o tal vez eran simplemente los finos labios que adornaban la pulcra piel de color albar.

Cybele tenía preparado un gran regalo para su hermano que quería compartir con nosotras, pero no podíamos desobedecer las ordenes de nuestros padres, así que ellos decidieron escabullirse en la noche cuando estuvieran seguros de que sus padres se encontraban descansando y junto a Jenna los esperaríamos en la parte trasera de mi casa.

Aunque ambos hubieran nacido el mismo día sus padres tomaron la decisión de celebrar su cumpleaños por separado para evitar así algún conflicto entre ambos, el 22 de noviembre era el día de Lionel y el 23 de noviembre se celebraba el de Cybele.

Jenna y yo nos apresuramos a decorar el pequeño jardín con los pocos adornos que logramos sacar en silencio, cuando ambos llegaron vimos cómo sus ojos se iluminaron al ver nuestra improvisada sorpresa; Jenna envolvió a Lionel en un tierno abrazo y Cybele hizo ademan de que la siguiera para que estuvieran solos.

—Quiero agradecerte todo lo que has hecho por nosotros, Lion estaba muy desanimado y no sabía qué hacer para animarlo— sus manos jugaban con los rojizos mechones que salían de su coleta.

—No tienes que agradecerme, ambos son importantes para mí— afirmé con dulzura y pude notar que su mirada estaba perdida—. ¿Te encuentras bien?

—Hay un asunto que realmente me inquieta y necesito saber que puedo contar contigo.

—Claro, dime de que se trata— mi mirada estaba fija en su rostro, el característico brillo de sus ojos poco a poco era remplazado por lagrimas que se esparcían por sus mejillas.

—Prométeme que incluso si se encuentran en las peores circunstancias no dejaran a Lionel solo— me envolvió en un cálido abrazo sin darme tiempo a procesar sus palabras.

Te lo prometo. 
 

***

23 de noviembre del 2019

Actualidad.

Un exquisito aroma a café inundaba mis fosas nasales, la habitación en la que me encontraba me resultaba bastante familiar, era de esperarse que mi raptor quisiera dar un pequeño paseo por el baúl de los recuerdos.

Al principio no tenía ni idea de quien me había raptado de la academia, pero conforme llegamos a nuestro destino todo tuvo sentido.

Me encontraba sobre un pequeño taburete de madera, al girar mi cabeza me percate de que a pocos centímetros había un tocador con una gran variedad de cosméticos y perfumes.

—Me impresiona el hecho de que no haces el mínimo esfuerzo en sacarle provecho a tan inigualable belleza— musita con cierto tono de indignación.

Su voz hizo que dejara de lado mis pensamientos, fruncí ligeramente el ceño antes de articular mi pregunta.

—¿Qué insinúas, Lionel?

—A mí no me vengas con ese jueguito, serás muchas cosas, pero ingenua no es una de ellas— involuntariamente esbozo una pequeña sonrisa, su mirada estaba atenta a cada acción que realizaba y sus firmes manos se posaron suavemente sobre mis hombros.

Es cierto que no me encontraba en la mejor situación, no obstante, esta era una de las pocas veces que notaba a Lionel tan calmado desde aquel altercado años atrás.

—Tienes razón, sin embargo, no me genera interés alguno el usar mi cuerpo para obtener lo que quiero.

—Suenas muy segura de ello.

—Es porque estoy completamente segura, no dudo de mi potencial y puedo cumplir mis metas si así lo quiero— el sonido de su risa resonó por la habitación.

Lionel se encontraba cepillando mi cabello con suma delicadeza, para mi suerte el golpe que me había propiciado no había generado lesiones, no obstante, hace unos minutos tuvo que darme algunas pastillas para aliviar el dolor.



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En el texto hay: misterio, drama, pistas

Editado: 15.01.2021

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