Capítulo 41 Soy un hombre casado
Un repentino relámpago iluminó la habitación oscura por un segundo yDebbie vio al hombre durmiendo en su lecho, sus pies se apoyaron en la gruesaalfombra y caminó hasta su cama en silencio.3... 2... 1... ¡Llegó a su lado! "¡Ahhhh!", antes de que Debbie pudiera hacernada, alguien la empujó boca abajo sobre la cama, con las manos presionadascontra su espalda, ella hizo todo lo posible para girar la cabeza. Finalmente,logró dejar escapar unas pocas palabras con los dientes apretados, "Soy yo,Debbie, suéltame, Carlos".Este último sacudió la cabeza para volver a sus cinco sentidos y luego lesoltó las manos, "¿Qué estás haciendo en mi habitación a esta hora de lanoche?".Si él tuviera una pistola, seguramente le habría apuntado a la cabeza, elladejó escapar un suspiro de alivio cuando la soltó. '¡Ay Dios mío! ¿Siempre estátan tenso, incluso estando dormido?', pensó Debbie. "Yo... sólo queríacomprobar si estabas dormido", ella inventó una excusa, se dio vuelta paratumbarse y miró al hombre que ahora estaba sentado en la cama."Estaba dormido", respondió él con impaciencia.
"Eh... pues vuelve a dormir", Debbie cerró los ojos y se quedó inmóvil,Carlos la miró confundido. '¿No debería levantarse de la cama y salir de mihabitación? ¿Por qué sigue aquí tumbada?', pensó él."Bueno, ¿estás insinuando que quieres dormir conmigo?", las sencillaspalabras de Carlos hicieron que las mejillas de Debbie se ruborizaran devergüenza. Inmediatamente ella se cubrió el pecho con las manos y espetó: "¡Nodigas tonterías! Sólo estaba... pensé que tendrías miedo de dormir solo, así quevine aquí para hacerte compañía", Era demasiado orgullosa para admitir que eraella quien tenía miedo de dormir sola.Carlos se divirtió con su excusa poco convincente, '¿Que si tengo miedo dedormir solo? ¿Acaso está bromeando? ¿Por qué no puede admitir que quiere micompañía?', dijo él para sí mismo. "Yo no tengo miedo de dormir solo, sólotengo miedo de que tú me violes", bromeó Carlos."¡Oye, cuida tu lengua! No te hagas ilusiones, no estoy interesada en ti enabsoluto, sólo tengo sueño, necesito dormir ahora", justo después de que Debbiedijo eso, se enderezó.
Carlos pensó que se iba, pero en realidad se recostó y se metió dentro.Desconcertado, él exigió, "¡Fuera de aquí!", pues no estaba acostumbrado atener a otra persona en la misma cama."¡No! ¡Debo acompañarte!", ella se resistía a irse.Carlos se frotó sus cejas arqueadas y explicó: "No estoy acostumbrado adormir con otra persona"."Estás mintiendo, lo sé, simplemente no quieres lastimar el corazón de laseñorita Mi", respondió Debbie.'¿Señorita Mi? ¿Quién es esta?', pensó él. Después de detenerse para pensarpor un momento, Carlos finalmente se dio cuenta de que se estaba refiriendo aOlga. "Ella no tiene nada que ver con esto", espetó él."¿Acaso no es tu novia?", Debbie se rascó la cabeza con curiosidad, despuésde todo, había visto a Carlos y Olga juntos un par de veces."Soy un hombre casado, no estoy interesado en tener una amante", respondióél.
Debbie se rió placenteramente, después se paró y se acercó a Carlos, "Nisiquiera te sonrojaste después de mentir, la última vez en Plaza InternacionalShining, le compraste muchas cosas y ahora me estás diciendo que no estásinteresado en ella, ¿acaso estás fingiendo inocencia?"."¿No debería un caballero pagar la factura cuando está comprando con unamujer? Sí, le compré muchas cosas, pero eso no quiere decir que Olga sea miamante", Carlos sacudió la cabeza con incredulidad. '¿Qué demonios estabapensando?', dijo él para sí mismo. 'Bueno, tiene razón. Además, él es CarlosHuo, el hombre más rico de la ciudad Y, no es raro que pague millones dedólares por mujeres', reflexionó Debbie."Perfecto, entonces, ¡buenas noches!", esta vez, ella se cubrió el edredónsobre la cabeza, tenía tanto sueño que apenas podía evitar que sus párpados secerraran.
En menos de un minuto, el hombre se deslizó debajo de la colcha y se apretócontra Debbie, como si esperara que ella gritara, presionó sus labios con lossuyos. Estando encima de ella, él apoyó las manos en la cama, sus labios eranfirmes, exigentes y las yemas de sus dedos ardían sobre su suave piel. Los ojosde ella se agrandaron ya que no esperaba que las cosas salieran de esta manera.'Estoy aquí para dormir, no para tener sexo.Sí, somos una pareja, pero sólo de nombre, nunca quise ser tu esposa yciertamente tampoco planeaba tener sexo contigo', pensó Debbie.Los húmedos labios de Carlos se deslizaron hasta su oreja, ella se estremecióy volvió a sus sentidos, después agarró su mano y le impidió alcanzar a suspechos. "Carlos, no estoy aquí para tener sexo contigo, no me malinterpretes",jadeó Debbie.Él se detuvo para mirarla y dijo: "Es demasiado tarde", su miembro estabaardiendo y él necesitaba apagar el fuego.
Así que comenzó a plantar besos como plumas en las mejillas, la barbilla yen las comisuras de la boca de ella. Debbie se llenó de miedo y le suplicó: "Porfavor... Por favor no... Todo es mi culpa, tenía miedo de dormir sola, por eso vineaquí".Carlos miró a la mujer pensativamente y le preguntó: "¿De qué tenías miedo?Ya no estabas en el cementerio".Ella sonrió con pena y le explicó: "Cayó un trueno muy fuerte, normalmenteno les tengo miedo, pero desde que me dejaste sola en ese cementerio, no hepodido conciliar el sueño...".Finalmente Debbie reconoció la verdad y dejó escapar un suspiro de alivio,ella creía que él debería ser considerado responsable de todo el asunto.Carlos suspiró y sacudió la cabeza con decepción, 'No debí haberla castigadoasí, pensé que no le tenía miedo a nada, pero resulta que es sólo una niña,¡maldición! ahora tengo que aguantarla', pensó él.
Carlos la soltó y se acostó a su lado en silencio para calmarse, Debbie sesintió aliviada cuando él la dejó ir. '¡Oh, qué vergüenza! Siempre estoy fingiendoser valiente frente a los demás, pero cada vez que Carlos entra en escena, ya nosoy la misma persona, ¿qué está sucediendo conmigo?', se quedó absorta en suspensamientos.Después de varios minutos, cuando él se calmó finalmente, abrió la bocapara decir algo, pero pronto se dio cuenta de que su esposa estabaprofundamente dormida.Al día siguiente, en la Escuela de Economía y Administración, una de lasaulas multimedia estaba llena de estudiantes, todavía había más alumnos afuerade la puerta tratando de entrar.Los chicos miraban a las chicas con envidia, quienes entraron al aula una trasotra, mientras que los chicos fueron detenidos por Debbie y Jeremías.Algunos chicos ya no pudieron quedarse callados.