Capítulo 56Arrodíllate y discúlpate
Apenas la voz del gerente se desvaneció cuando Jeremías le dio una fuertepatada en la pierna. —¿Qué carajo acabo de escuchar? ¿Cómo se atreve a pedirleque se arrodille y se disculpe con ese hombre? ¿Acaso no sabe quién es ella? —maldijo él.Haciendo caso omiso de la cara endurecida del gerente, Jeremías se acercó aCarlos y le iba a pedir que ayudara a Debbie, pero pensándolo bien, cambió deopinión y consideró conveniente no interferir en los asuntos privados de lapareja.
Así que sin pronunciar una palabra, él se dio la vuelta y caminó de regreso asu amiga, todos estaban estupefactos, sin entender lo que Jeremías estabahaciendoEl gerente no tenía idea de quién era Debbie, pero como una personaexperimentada y con una mentalidad empresarial, conocía sus prioridades. Sujefe y otros dos invitados distinguidos fueron bloqueados por la multitud, por loque los instó a abrirse paso. —Caballeros, por favor salgan del camino —éldecidió resolver los asuntos con ellos después de que Carlos y sus amigosabandonaron el club.
'¡Hijo de perra! ¿Cómo te atreves a patearme? ¡Te juro que te romperé laspiernas después de que mi jefe se vaya!', se juró el gerente a sí mismo.En el momento en que Damon vio a su hermano, se dio cuenta al instante delo que estaba mal con su tarjeta Platino, sus cejas se arquearon un poco cuandoreconoció a la chica al lado de Jeremías.
La emoción dominaba a Damonmientras se moría por presenciar la diversión que estaba a punto de comenzar.Entonces le dio un codazo a Wesley y dijo en voz baja para que Carlos no loescuchara: —¡Mira! La chica que rompió la cabina privada es la esposa deCarlos.Wesley puso los ojos en blanco y luego siguió la dirección hacia dondeseñalaba, se hizo a un lado para mantener a Damon a un brazo de distancia, perola alegría de este último se desvanecio ante la reacción de Wesley. '¿Qué le pasaa este tipo? ¿Por qué me está evitando como si tuviera alguna enfermedadcontagiosa?', pensó Damon.—Buenas noches Sr. Huo, Sr. Han y Sr. Li, ¡cómo me alegro de verles! Noesperaba encontrarme con ustedes aquí, ¿están disfrutando la fiesta? —poniendosus ojos sobre Carlos y sus amigos, Oscar reprimió su ira y caminó hacia elloscon una sonrisa hipócrita.
Damon mostró una sonrisa maliciosa, ya que sabía que este hombre estabaacabado porque había ofendido a la esposa de Carlos. Wesley, como oficialmilitar, consideraba a la gente mala como enemigos mortales y reconocía a unocuando lo veía, ni siquiera giró la cabeza para mirar al hombre, puesto que sólodeseaba poder dispararle directamente en la cabeza en este instante.—¡Ven aquí! —Carlos hizo un gesto, pero no era para Oscar.Los espectadores se confundieron y se preguntaron con quién estabahablando, Debbie, por otro lado, sabía que su esposo estaba hablando con ella.
En ese momento, ya no era la misma chica que había destrozado la cabinaprivada momentos antes, inquieta, se acomodó la blusa y se preguntó si debíaescucharlo o no.Después de reflexionarlo un poco, finalmente Debbie decidió ser una esposaobediente para su marido, con incredulidad, la gente vio a la chica acercarsehacia el Sr. Huo.Mirando a la mujer que estaba delante de él, Carlos frunció sus labios consatisfacción y preguntó con indiferencia: —¿Qué pasó?Aunque ella parecía bastante obediente en este momento, él podía sentir laira en su interior, sabía que su esposa no era una abusona y debía haber unarazón detrás de todo este alboroto.
Al escuchar la pregunta de Carlos, el grupo que había ofendido a Debbie sepuso bastante nervioso: tanto las chicas que habían hablado mal de ella, como elgerente que le había pedido que se arrodillara, y Oscar, quien había intentadoabofetearla.'¿Por qué el Sr. Huo es tan amable con ella? ¿Cuál es su relación?', sepreguntó la multitud.
Debbie sabía que Carlos nunca había sido un hombre de buen corazón, si ellale decía la verdad, definitivamente él trataría a estas personas de la manera máscruel, incluso podría arrojarlas al océano o enterrarlas con vida. Debbie noquería intimidar a otros con el poder de su esposo, así que decidió suavizar lascosas y fingir que no había pasado nada. —No te preocupes, no pasó nada, sólorompí la cabina privada y voy a pagar por ello —respondió Debbie.
Como ella se negó a decirle la verdad, Carlos se dirigió a Tristán y le ordenó:—Haz de mi esposa la legítima propietaria de este club —después de una brevepausa, agregó: —¡Contacta a mi abogado ahora mismo!Todo el mundo se quedó sin palabras por lo que Carlos acababa de decir, suspalabras cayeron como una bomba, el pasillo estaba tan silencioso que incluso sepodía escuchar si un alfiler se caía.
Debbie también estaba estupefacta, miró a Carlos boquiabierta.Pronto, Damon regresó a la realidad, se volvió hacia Wessley y le dijo: —¡Oye hermano! Prepárate para darme tu pistola.Tristán tragó saliva y sin preguntar, sacó su teléfono y marcó el número delabogado, cuando la llamada fue contestada en el otro extremo, dijo: —Sr. Fu, alSr. Huo le gustaría que usted lo ayudara a hacer de su esposa, Debbie Nian, lalegítima dueña de Club Privado Orquídea. En cuanto a sus datos personales, leenviaré todo lo que necesite por correo electrónico, por favor, hágalo lo antesposible.—¡No, no, no! Por favor no lo hagas —después de mucho tiempo, Debbiefinalmente logró decir algo.Entonces, ella agarró el brazo de Carlos y tartamudeó. —Sr. Huo... Jefe... P...por favor no hagas bromas tan tontas, no es gracioso en absoluto —dijo Debbie,sudando de nervios.
Carlos miró a su esposa y luego se dirigió al gerente. —El resto depende deti, si no sabes qué hacer para remediar tu error, lo lamentarás por el resto de tuvida, ¡arrodíllate y discúlpate con ella!—S-sí... Sr... Huo... Señorita Nian... —el gerente casi se orinó en suspantalones cuando sus rodillas tocaron el piso.Con lo que Carlos había ordenado, Debbie pasó de ser una estudianteordinaria a ser la jefa de un club de lujo, no hacía falta decir que el beneficio dereparto ascendería a cientos de millones al año.—Carlos Huo, escúchame... —Debbie exigió con seriedad.Pero antes de que ella pudiera hacer que se girara, su esposo la tomó de lamano y la condujo a la salida del club.