Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 34. Tenerte miedo a ti mismo

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 34.
Tenerte miedo a ti mismo

Lisa Mathews había tenido unos días bastante estresantes, tras una aparentemente insignificante pelea que había tenido con su novio unas noches atrás. Sin embargo, al parecer no había sido tan insignificante como ella pensaba, pues aún no lo había resuelto. De hecho, su novio parecía estársele escondiendo. No respondía sus mensajes, a pesar de haberlos visto, ni tampoco le llamaba o se ponía en contacto con ella de algún otro modo. Ella bien podría haberle intentado llamar, pero su orgullo podía un poco más que eso. Esperaría un par de días más, antes de optar por esa opción, en espera de ver si él daba el primer paso.

Como fuera, tenía bastante trabajo con el cual distraerse. De hecho, al día siguiente tenía una reunión con un cliente muy importante de la empresa farmacéutica en la que trabaja. Aunque, más que una reunión, era prácticamente una entrevista para ver si se involucraba en uno de los proyectos más importantes en los que trabajan en ese momento. Lisa estaba convencida de que sería elegida. De todos en ese sitio, ella era la más responsable y capacitada; nunca lo diría en voz alta, pero sabía que era así.

Esa tarde se encontraba en su laboratorio, realizando unas pruebas con algunos de sus compañeros. Tenía puesta su bata blanca, guantes, un cubre bocas y gafas protectoras. Estaba colocando con sumo cuidado un químico de color azulado en una placa de Petri, milímetro por milímetro. Una vez que colocó la cantidad suficiente, colocó el recipiente bajo el microscopio y lo examinó detenidamente. Aunque, quizás no del todo detenidamente. Intentaba que ese absurdo problema con su novio no la distrajera, pero lo cierto era que había tenido problemas para concentrarse ese día, pues su cabeza inevitablemente divagaba demasiado en sus problemas personales.

Estaba bastante furiosa con Cody Hobson en esos momentos. S acaso ese incidente la hacía quedar mal en su entrevista de mañana, se prometió a sí misma que se las pagaría todas…

—Mathews —escuchó que repentinamente uno de sus compañeros le llamaba, y eso la hizo sobresaltarse un poco, como si hubiera sido sorprendida a mitad de un examen haciendo trampa—, tienes una visita.

El compañero que la había llamado señaló con su cabeza en dirección a la gran ventana de vidrio grueso que daba al pasillo. Ahí parado, con un gafete de visitante colgando de su camisa, y una sonrisa sumisa en el rostro, se encontraba precisamente Cody Hobson… casi como si lo hubiera invocado con su pensamiento. Al notar que lo había volteado a ver, el profesor de biología alzó una mano a forma de saluda, un poco tímido. Lisa lo miró unos instantes, con cierta dureza pero también duda.

—¿Ese es tu novio? —Comentó su compañero que se encontraba sentado a su lado, un chico alto de piel blanca y cabello rubio—. Es lindo, aunque algo escuálido para mi gusto.

Lisa no necesitaba escuchar algo parecido en esos momentos. Se puso de pie de inmediato y comenzó a retirarse los guantes de látex con algo de esfuerzo.

—Vuelvo en cinco minutos —le respondió mientras caminaba hacia la puerta—. Encárgate de esto, ¿sí?

Su compañero obedeció e hizo rodar rápidamente su silla hacia el microscopio. Lisa se retiró los guantes, pero también su bata, colgándola en uno de los percheros que se encontraban a un lado de la puerta. Antes de salir respiró hondo, como si ocupara tomar valor, y entones abrió la puerta de cristal templado con su pase.

En cuanto la vio, Cody le sonrió, aunque quizás un poco forzado. Ella avanzó hacia él en silencio con cierta desconfianza en sus pasos. A Cody esto le hizo pensar en un gato que se acerca cauteloso a otro por primera vez, temiendo en cualquier momento ser atacado; intentó hacer a un lado ese pensamiento lo más pronto posible.

—Espero no importunarte.

—No demasiado —respondió Lisa un poco cortante. Se retiró entonces su cubre bocas, y se subió sus anteojos protectores hacia la cabeza—. ¿Dónde te has metido? Te he estado mandando mensajes.

—Lo sé —murmuró Cody, algo avergonzado—, es sólo que el otro día fue una locura. ¿Escuchaste de la niña que secuestraron en Portland de un hospital?

Lisa lo miró confundida.

—Algo me comentó un compañero, pero no supe mucho más. ¿Por qué?

—Bueno, yo estuve ahí, en ese hospital cuando todo ocurrió.




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