Reto Peligroso

16.0

 

 

—Mamá, papá y yo pensamos que Nichols era un buen guardia, después de todo, siempre parecía atento a lo que le rodeara; eso a mi padre le gusta, es consciente de que entre más observador menos ignorante a lo que le rodea es —inicio, tomando una respiración. Acomodo una de las maletas en el suelo con el fin de utilizarla como almohada. Descanso mi cabeza ahí, al mismo tiempo que me recuesto en el césped debajo de nuestros pies—. Comenzó de guardia en la casa de playa que tiene papá en los Hamptons, una buena labor como cualquier guardia en sus inicios. Fredrich Nichols era totalmente nuevo, un novato, a pesar de ello la confianza que brindaba a los demás me sorprendía, todavía me sorprende.

Frunzo el ceño en un intento de recordar al menos un poco de sus inicios. Lo cierto es que es un tema muy lejano, sin contar con que no he hablado de esto con nadie en años, la última persona a la que le conté es Chris.

—Fueron, por lo menos, cinco visitas a la casa de playa por parte de papá las suficientes como para convencerse de que Nichols era un guardia de confianza —tanteo el resultado de todo ello en base a cómo es ahora—. En ese entonces papá no era tan desconfiado de la gente como en estos días, las circunstancias o sucesos que ocurrieron con el paso del tiempo le llevaron a ser de esa manera. Él estaba maravillado con Nichols, no lo puedo culpar, la primera conversación que entable con él, aunque se me hizo un tanto extraña por la manera en la que actuaba, me resulto bastante agradable.

Me tomo mi tiempo para seguir. Como dije anteriormente, no es un tema del que me guste hablar, ya no me causa dolor, pero si molestia.

—Aveces te equivocas con las personas, les brindas la confianza que no deberías ocasionando graves daños a tu bienestar. La confianza que se le da a una persona con el pasar de los días, meses, años puede irse en un simple chasquido de dedos; un hecho, unas palabras, un toque... todo se puede ir por la borda cuando menos lo esperes. Al principio todo iba bien, de hecho, todos estábamos de acuerdo en cambiar a Nichols de la casa de playa a nuestro hogar estable —aprieto mis labios en una fina línea—. Si hay algo que he aprendido durante mi vida es que hay un sinfín de maneras para sorprender, ya sean buenas o malas. Nunca se sabe realmente qué esperar de un ser humano, incluso llegamos a sorprendernos de nosotros mismos, de nuestra capacidad para pensar o realizar acciones. Así que esa noche mientras me encontraba en la habitación, él entro. 

Muerdo el interior de mi mejilla en un intento de distraerme del sentimiento que me embarga.

—Los guardias generalmente no entran en mi habitación, tengo buena comunicación con la mayoría pero entienden su trabajo y yo él de ellos. En ese entonces apenas era una chiquilla de diez años que estaba haciendo la tarea con su uniforme puesto. No sucedió nada comprometedor, tampoco voy a describirlo y, a decir verdad, poco me interesa si me crees o no —hago un ademán con mi mano restándole importancia al asunto. Fueron unos toques, pero en ese tiempo yo lo sentía como un todo—. En un principio no reaccione, supongo que me encontraba en un estado de shock por el acto, pero cuando lo hice atine a sacarlo de mi habitación.

Dejo que las palabras se instalen en el ambiente. No lo estoy mirando, todo el tiempo mi vista ha permanecido fija en el cielo oscuro que se proyecta arriba de nosotros.

—No supe muy bien cómo decírselo a mis padres en los primeros días, en particular porque la vergüenza siempre estuvo ahí de una manera u otra. Es horrible sentir asco de ti mismo aunque hayas reaccionado a tiempo, más aun a tan corta edad, así que tardé alrededor de dos semanas en contarlo —sacudo mi cabeza en negativa—. Papá enloqueció, mamá también, no soy alguien que diga disparates para llamar la atención por lo que sabían que no mentía, menos sobre algo tan grave. En fin, se hizo el proceso y aunque no fue exactamente mi mejor momento, comprendí que me sentía más segura. 

Me quedo en silencio.

Durante el transcurso de los días antes de contar lo que sucedió no podía dormir, sentía que no estaba segura en mi habitación. Me sentí mejor cuando lo solté todo. Esa fue la primera vez que la desconfianza aumento en un nivel grande en mí, en papá y en mamá. Es por eso que el segundo suele ser demasiado observador, se lo piensa mucho antes de dejar ingresar a un guardia en casa, generalmente cuando lo hace me da aviso de ello.

No hay que crear ningún drama de esto. Hay temas que a pesar de ser del pasado causan una inevitable molestia en el ser que produce disgusto; sin embargo, las personas crecen, siguen con sus vidas. El tema me afecta pero he aprendido a aceptarlo, es bueno contar las cosas, todos necesitamos ayuda en un momento de nuestras vidas. No soy la primera ni el más grave caso de un posible abuso sexual, no fui el último, tampoco el primero; sin embargo, lo que puedo decir es que no es bueno callarlo. 



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En el texto hay: peligro, accion, aventura

Editado: 24.08.2018

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