El silencio era ensordecedor, en la habitación solo se escuchaba los cubiertos al tocar los platos. Se preguntaba ¿Cómo habían llegado aquí? ¿Qué había pasado con ellos?
Tenían diez años juntos, ¿Cómo se muere el amor tan rápido? Mientras cortaba su filete y el cuchillo hacia un pequeño chirrido. Observaba al hombre que un día, le había hecho sentir la mujer más dichosa y afortunada. ¿Qué había pasado?
Lo conoció en una reunión de universidad. Él, era el chico deportista y social de la universidad. Ella, era más bien antisocial. Su mejor amiga María, la había convencido de ir a esa reunión. Ella aceptó, sabiendo que en el momento que María encontrara compañía, ella se marcharía, pues, odiaba ese tipo de reuniones. Sus padres estaban haciendo un gran esfuerzo al pagar sus estudios, ella no podía darse el lujo de dedicarse a fiestas y tragos.
Al llegar lo vio, algo en él la atrajo como Ícaro al sol. Y aunque lo estuvo admirando, sabía que él jamás la miraría. Cuando María encontró alguien con quién distraerse, ella aprovechó para irse. De camino a la puerta, alguien le vacío un trago en su camisa blanca, está se comenzó a transparentar.
Ella observó con horror como su pecho quedaba expuesto. Aunque tenía sostén, éste también se comenzaba a transparentar con la humedad. Escuchó la risas a su alrededor y quiso huir, pero las personas la rodeaban sin dejarla avanzar.
Él apareció de la nada, le colocó su suéter. Cubriendo su semi desnudez. La ayudó a salir del lugar. Ella se sintió protegida y estúpida. Juan la acompañó esa noche hasta su casa. Y desde ese momento, él se convirtió en su mundo.
Hasta sus estudios sufrieron por semejante distracción. Juan era un hombre apuesto, pero no un creído. Un excelente conversador, pronto se convirtió en un muy buen amigo.
Mientras ella estudiaba, Juan iba a sus partidos o a las fiestas de celebración. A los cuales ella se negaba ir. Odiaba esos lugares y después de su mala experiencia, menos quería estar allí.
Juan respetaba su manera de ser, siempre terminaba las fiestas yendo a su lado. Generalmente se quedaba a dormir con ella. Pronto se hicieron inseparables.
Ella se sentía muy enamorada, por lo que fueron a conocer a sus padres. Y en menos de dos años, estaban casados. Se graduaron, cada uno obtuvo su empleo soñado y todo era perfecto. Entonces ¿Qué sucedió?
Después de dos años de casados, ella le comunicó a Juan la noticia que tanto habían estado esperando. Estaba embarazada. Ambos estaban felices, ese niño era la representación de su amor.
Los meses pasaron en absoluto felicidad, Sofía que así habían decidido se llamaría la bebé, se desarrollaba muy bien. Una noche en el octavo mes de embarazo, ella se acostó temprano. Había pasado todo el día sintiéndose extraña, algo molesta, cansada y con un dolor de espalda insoportable.
En la madrugada, la humedad de la cama, despertó a Juan. Al encender la luz, descubrió que ella sangraba. Unas horas más tarde perderían la ilusión de sus vidas. Sofía había muerto, dejándolos vacíos y con muchas preguntas.
Ella entró en un estado catatónico, lloraba constantemente. Juan la acompaño durante unos meses, fue su apoyo y consuelo.
Ella no lograba salir de ese agujero que dejó Sofía. Se sentía seca, sola y vacía, pero sobre todo, pensaba que a Juan no le importaba la perdida de Sofía, pues, había seguido con su vida. Mientras que ella, no lograba sacar las cosas de la bebé de casa. Ni dejar de tocar su vientre plano, esperando que todo fuese una pesadilla.
Al ver que Juan no la entendía, dejó de hablarle de su dolor. Pronto comenzaron a entablar nuevas amistades, fuera de la relación. Y ella descubrió el momento exacto en que Juan comenzó a tener un romance.
Sin embargo, no tuvo el valor de encararlo. Ya no tenían relaciones, ni hablaban. Y, en algún punto supo, que él solo seguía con ella por lástima. Ella no tuvo el valor de poner fin a esa relación, porque sabía muy dentro de ella, que después de él, no lograría nada mejor. Así que se rindió e hizo la vista gorda ante esa situación.
De eso han pasado años, el dolor de la perdida de Sofía continúa apagándola cada día, perdió su empleo y ahora solo vive en la oscuridad de su habitación. Permitiendo que el mundo siga, mientras ella está muerta, pero viva.
—Necesitamos hablar —Juan llama su atención. Ella levanta la vista del plato, lo mira y sabe exactamente lo que va salir de sus labios.