Presencia

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, no recordaba nada de lo que había sucedido la noche anterior. El apartamento estaba hecho un desastre, lo cual no era una novedad, mi visión estaba borrosa pero sabía que algo estaba diferente. Sentía la presencia de alguien más en la habitación, pero no podía ver a nadie, empecé a buscar en las habitaciones y al parecer no había nada fuera de lo normal.

Estaba por dirigirme a descansar, cuando de repente algo cayó en mi cabeza y quedé inconsciente. No sé cuánto tiempo pasó, abrí con dificultad mis ojos e intenté moverme, pero no podía, solo lograba escuchar sonidos guturales y sentía que los protagonistas de diversos recuadros me miraban con odio, como si yo fuera la culpable de que ellos estuvieran ahí. Las horas transcurrían, trate de mantener la calma porque no era la primera vez que sucedía y por lo general solía durar poco tiempo, pero ahora era diferente, me sentía aterrada e impotente. Los sonidos se convirtieron en voces que lamentaban la desdicha de haberme conocido.

— Si queremos vivir ella debe morir —susurró una voz ronca.

— Solo ella es la culpable de que estemos aquí, si se hubiera deshecho de nuestros cuerpos tal vez las cosas serían diferentes.

— Yo les salvé, son unos malagradecidos —la ira se notaba en mi voz—. No fue fácil convertirlos en pintura y retratarlos como fueron en vida, yo les di la vida eterna que tantos desean.