Conmigo cruza miradas, su alma se encierra en la nada, a mis ojos le endulza palabras que siempre terminan siendo agrias.
Sin embargo, sus redes siempre me atrapan.
Sin ninguna salida, simplemente me engaña.
En mi corazon clavó una daga, y en mi mente un cúmulo de nostalgias que siempre terminan enredadas.
Sus palabras nunca son contrarias, consigue una alabanza que más bien es una espina clavada en mi alma.
Sin embargo, esas mentiras nunca se acaban.
En su destino empuñó una espada que en su espalda terminó clavada, porque los males que cometió no quedarían sin una paga.
Es una extraña que no duda en meterse en mi alma, porque sabe bien que a mi mente la engaña.
Él, mi débil espectador, silencioso con palabras mudas que parecen cegar todo lo que mi luz alumbra.
A mi vida le trajo una cura, para saciar las virtudes que con sus engaños perduran.
Son las mentiras atadas con pura cordura, odiando con locura los pasos del engañoso espectador.
Tú, mi único espectador, amas odiar mi dolor, mientras yo odio amarte a ti.
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Editado: 01.11.2020