21 de abril de 1452
El día ha llegado elemento, mañana conseguirán lo que les acercará a la victoria, tened cuidado, no será fácil, protéjanse uno a otros y no confíen en nadie.
–Nos desea suerte –dije.
–Al parecer esta al tanto de todo ¿Cómo lo hará? –pregunto Helene.
–Es otro misterio a resolver, ¿Están listas para mañana? –pregunto Lance.
–No practicamos por gusto la danza –dije.
–Deben tener cuidado, son las más desprotegidas, aunque no quiero que sea así, les será más fácil recorrer el lugar– dijo Aidan.
–Nosotros estaremos siempre cerca, entre los invitados, cubriremos sus espaldas– dijo Lance lanzando un guiño.
–Confió en ello– dijo Helene.
–Será mejor que descansemos, mañana será un día largo– dijo Aidan entrecruzando los brazos.
–Sí, opino igual– dije.
Todos nos dirigimos a nuestras habitaciones, sabemos que corremos el peligro de no regresar y eso asusta, ¿Será que me arrepiento de algo?, una imagen de Aidan se vino a mi mente, no, no, dije que no me acercaría a él, me dije a mi misma. Estaba a punto de entrar a mi habitación, cuando veo a Aidan caminar hacia la suya, mierda más vale que no me arrepienta de esto, me acerque tan rápido al que no le di oportunidad de reaccionar cuando pose un beso en sus labios, sujeto mi cintura, pero de inmediato me di media vuelta y entre a la habitación, ¿Qué acabo de hacer?
–Por tu expresión creo que te arrepientes de haber hecho lo que sea que acabas de hacer– dijo Helene mirándome, justo ahí recién analice que no era mi habitación, había entrado a la de Helene por equivocación.
–Ah... No solo...– suspiré –no puedo mentirte, me conoces demasiado.
–Ven siéntate aquí y cuéntame que te pasa– dijo haciéndome señal para sentarme a su lado.
Durante parte de la noche hablamos, me conto sobre lo que pasaba con Lance y sobre aquel bebe que nunca revivió, me sentí estúpida al rechazar a Aidan en un momento, le platiqué a Helene lo que sentía por él y que pensaba acerca de todo respecto a nuestro pasado, así pasamos hasta que el sueño nos venció y terminamos dormidas juntas. Al siguiente día durante la mañana y tarde alistamos todos los preparativos para la noche, si todo sale bien, saldríamos sin sospechas, cuando la noche caía Helene y yo nos juntamos con las otras chicas, dos días antes, sobornamos a dos de las chicas para cedernos su ropa y puesto, además que nos dé explicarnos la danza, después de todo, casi que las hacemos ricas, el baile era solo si no podíamos evitarlo, el plan era entrar y salir lo más rápido posible. Ahora nos encontrábamos junto a quienes serian nuestras compañeras, los chicos entrarían al lugar como invitados, se apropiaron de los títulos de dos hombres que se encontraban inconscientes en una habitación de nuestra cabaña, como la fiesta se solicitaba ir con máscaras, no los reconocerían.
Dentro de carruaje Helene y yo intentamos acoplarnos a las demás chicas, todas provenían de lugares distintos, todas íbamos vestidas por igual. El traje se componía en dos partes, la superior era muy pegada y pequeña, ya que dejaba mi abdomen y hombros al aire, pero tenía unas mangas de una tela semi trasparente que iniciaban desde un poco más abajo que nuestro hombro hasta la muñeca en donde se sujetaba con un anillo. Una falda muy larga y ancha recorría desde mi cintura hasta el suelo, muchos detalles dorados recorrían el traje, además del cinturón que estaba totalmente compuesta de este, en nuestro rostro una pequeña tela cubría parte de este. Me sentía muy expuesta, casi desnuda, el traje era muy revelador y sobre todo me avergonzaba el baile que me tocaría realizar. Los chicos lograrían entrar fácilmente, mientras que nosotras tendríamos que bailar, cuando los vea los obligaré a hacerlo, me reí por mis pensamientos, me asuste cuando el carruaje se detuvo, habíamos llegado a la entrada. El lugar era bastante grande, no como el castillo de Llers que era una fortaleza llena de caminos, aun así su tamaño intimidaba, las chicas una a una se empezaron a poner aquellas telas en sus rostros y empezaron a bajar del carruaje con una elegancia espléndida, Helene y yo intentamos imitarlas. Cuando bajamos las chicas se ponían en dos filas, al principio nos confundimos, pero logramos disimular justo cuando un hombre habría la puerta.
–Adelante señoritas, el amo las espera– dijo e hizo una señal por entrar.
Intuimos que nos toparíamos con Estruch en un momento y su característica psíquica sería un problema, por eso decidimos usar una barrera en nuestras mentes, solas no podríamos, ya que el conde es muy fuerte, pero juntas podríamos bloquear en caso de que quiera entrar a nuestras mentes, por suerte los chicos nos enseñaron algunas técnicas, en el momento que él quiera ver en nuestra cabeza, lo único que vería serian recuerdos falsos. Así como estábamos formadas entramos, admiraba a las chicas frente a mí, aun caminando demostraban delicadeza, intente seguirles el pazo, Helene se acomodaba muy bien a ellas.
Ingresamos por un pasillo hasta llegar a una habitación, más bien una sala común, ahí estaba él, o eso creía, únicamente podía ver de lejos un hombre con traje de espaldas, cuando nos acercamos, no hubo duda, era él, aunque cargaba una marcara negra con varios adornos rojos, sus ojos lo delataban, nunca podría olvidarme de ellos. Mire a Helene, avisándole que era hora de activar la barrera.
–Espero y estén cómodas señoritas, el día de hoy espero un acto especial de su parte, los invitados son muy especiales.
Se acercó a Judith, ella iba alado mío en el carruaje, era una buena chica, trabajaba como bailarina para ayudar a sus padres que estaban enfermos, la mayoría de sus ganancias se las enviaba. Coloco su mano en el cuello de Judith y se acercó ella, como si lo estuviera oliendo, me acordé cuando me hizo lo mismo a mí, un escalofrío recorrió mi cuerpo. De inmediato el alzo su mirada dirigiéndola a mí, ¿Se dio cuenta de quien soy? Tenía el impulso de salir corriendo, con pasos lentos se acercó a mí.