Lance
Reunimos en la noche a todos los chicos del grupo de Helene en la plaza, con la excusa de que teníamos un comunicado importante, en total éramos diez personas reunidas en el lugar.
–Chicos, por lo general no los mando a llamar si no fuera relevante, hay algo que necesitamos hablar con ustedes y si se niegan va a ser totalmente comprensible, así que no teman en hablar o dar su punto de vista –dijo Helene a todos los presentes–. Lo que les voy a contar es un poco delicado y les voy a pedir que no salga de aquí, ya que no queramos dar falsas esperanzas a los demás.
–Tranquila señorita Helene, lo que nos diga morirá con nosotros –dijo José.
–Así es –dijo Andrea.
–Hay la posibilidad que mi hermana este viva –dijo Helene insegura.
–El elemento del agua ¿Pero ella no murió hace ya unos años?
–pregunto Andrea.
–Eso creíamos, cuando pasamos por el portal que nos trajo aquí fue la última vez que la vimos, pero tenemos indicios de que siga viva –hable–, será mejor que cuentes lo de Heloise –me dirigí a Helene.
Helene se tomó su tiempo para explicar la conexión que teníamos de quienes reencarnamos, les explico los últimos acontecimientos y todo lo que sabíamos acerca de Yareli.
–Si es así, ¿Qué estamos esperando? Deberían ir todas las unidades en su búsqueda.
–No es tan sencillo, el consejo no quiso apoyarnos del todo, solo nos dio una opción –les comenté.
–¿Cuál es esa? –pregunto un chico.
–Ustedes, únicamente pueden ir con nosotros, ustedes, mi equipo –dijo Helene, todos se quedaron muy callados.
–No los obligaremos a ir, quien deseé quedarse o ir será solamente por su decisión, entendemos que fuera hay peligros, pero nosotros dos estamos dispuestos a enfrentarlo, si ustedes no quieren son libre de quedarse –les dije a todos.
–Si van con nosotros nos acompañaran en la búsqueda de los dos elementos faltantes, viajaremos primero en busca de Aidan, el hermano de Lance, él se fue hace un tiempo, de seguro lo han de recordar –compartí los detalles de lo que haríamos–. Si se quedan, serán designados a otro escuadrón y seguirán con su vida como la conocen.
–Tienen que tomar en cuenta que arriesgaran sus vidas y no les puedo prometer que podamos protegerlos del todo, pero si puedo prometer que haremos lo posible para que vivan –dijo Helene.
Dejamos que los chicos procesaran toda la información, luego les dimos un poco de tiempo para que se pensaran bien las cosas, después de unos minutos volvimos a reunirnos y se formaron frente a Helene como lo hacían cada mañana.
–Los chicos que nos acompañaran den un paso al frente –dijo Helene con firmeza.
José, Andrea, Alison y Julio dieron un paso al frente, ellos decidieron dejar su vida aquí y arriesgarse junto con nosotros.
–Andrea, ¿Estás segura de esta decisión? Eres de las más nuevas que llegaron a mi equipo, si estás tentada a quedarte hazlo –se dirigió Helene a la rubia.
–Señorita Helene, si no fuera por usted estuviera muerta, usted me salvo de la mano del conde, no tengo otro propósito más que seguirle a usted
–dijo con firmeza.
–Entonces te agradezco por lo que estás haciendo, los demás ¿Están seguro de que quieren venir? –pregunto.
–¡Si!
–¡La seguiremos siempre!
–No me imagino un equipo sin usted.
–Gracias, chicos –dijo Helene–. Para los que se quedan, espero que puedan seguir su camino, les deseo lo mejor y sepan que siempre contaran conmigo por si me necesitan.
–Contarán con nosotros –dije.
–Ahora, denme un abrazo de despedida, chicos –dijo Helene.
Todos se acercaron Helene a despedirse, ellos se habían convertido en más que un escuadrón, ya eran familia.
–Cuídela bien, por favor –me dijo uno antes de irse.
–No lo dudes.
Luego de unos minutos, aquellos chicos que decidieron quedar desaparecieron por las calles de la ciudad.
–Mañana partiremos, a la hora de siempre –dijo Helene–. Recojan lo que necesiten y despídanse de quienes aman, eso es todo, pueden irse.
Todos se marcharon al poco tiempo, solo quedamos Helene y yo, empezamos a caminar por las calles del pueblo lentamente, recordando pequeños momentos.
–¿Recuerdas ese bar? –pregunto Helene.
–Como olvidarlo, apenas entramos, querían conquistarte y ponerte las manos encima –dije recordando ese mal momento.
–Te pusiste tan celoso que dijiste que eras mi esposo –reía Helene–, pero cuando ese hombre borracho me galoneo para llevarme con él me hizo enojar como nadie.
–Recuerdo como sus amigos buscaban sus dientes después de la tremenda patada que le diste –sonreía al acordarme del momento.
–Se lo merecía.
–Exclusivamente yo puedo llevarte conmigo.
–¿Estás seguro? –pregunto provocando.
–Me la estoy pensando, quiero conservar mi hermosa sonrisa –le dije riendo.
Nos quedamos en una pequeña colina, de ahí se podía ver las luces del pueblo y su movimiento, era nuestro lugar favorito. A veces veníamos aquí y pasábamos hora tras hora, ya que era un sitio alejado, nunca nos interrumpían, por eso mismo quise traerla aquí, hoy lo haré, hoy es el día indicado.
–Eres un idiota sonrió y se acercó a mí colocando sus manos en mi nuca.
Me miraba detenidamente, el brillo de sus ojos alentaba los latidos de mi corazón, sus pecas regadas por toda su piel marcaban su hermosura, su cabello largo negro, amaba cuando se lo trenzaba, ella es el sinónimo no creado de la palabra perfección.
–¿Por qué me miras tanto? –pregunto.
–Solo pensaba en lo hermosa que eres, en que sin ti mi vida no estaría completa, no sé qué haría si te pasara algo.
–No supongas eso, debemos disfrutar cada segundo que tenemos juntos.
–Tenía tiempo preparando esto, pero no encontraba un momento adecuado para hacerlo, Helene Weldwel, yo sin ti no funcionaria, te necesito junto a mí, eres el elemento primordial de mi mundo –dije, me agaché poniéndome sobre una pierna y sacando un pequeño anillo de mi bolsillo– ¿Quieres casarte conmigo?